jueves, 26 de diciembre de 2013

A la espera

¡Buenas tardes, queridos lectores! ¿Cómo van las vacaciones? ¿Todo bien por ahora? Espero que así sea. Hoy os traigo un pequeño relato escrito hace relativamente poco con el cual espero que disfrutéis leyéndolo. Así que no os entretengo más y os dejo con él.


La nieve y la bruma nublaban sus vistas, impidiéndoles ver más allá de dos palmos de sus caras. Los barcos, dirigidos por Freight, capitán de renombre por aquellas blancas tierras, surcaban las aguas heladas despacio pero con una rapidez asombrosa para estar navegando en mitad de aquella ventisca con el hielo pudiendo emerger de cualquier parte en cualquier momento. Pero no había ni un solo fallo en sus órdenes, trazaba las rutas sin la necesidad del mapa, como si hubiera nacido en aquellos mares congelados.
El viento silbaba en los oídos de los tripulantes, quienes los tenían rojos como sus narices a causa del frío, mientras empujaba las velas anaranjadas que ostentaban los navíos para poder ser visualizados con mayor facilidad los unos con los otros desde la lejanía. Era más, incluso el sonido del vendaval llegaba a enmudecer el ruido de cubierta, a excepción de los gritos del capitán y su hombre de confianza dispuesto en la otra nave. Pues parecían poder romper los propios icebergs con un solo bramido.
Los marineros, cubiertos con todas las pieles que podían, se movían ágilmente de un lado a otro a pesar de su corpulento tamaño. Saltaban, brincaban y corrían como si de monos en la selva se tratasen, atentos a todo lo que había a su alrededor y funcionando como el engranaje de un reloj: perfectos en cada movimiento, sin tener fallos que pudieran concluir en una desgracia para todas las otras piezas.
Y yo, paciente, como el propio tiempo que circula en las agujas de un cronómetro, los observaba transitando entre ellos, caminando por esos enormes témpanos que flotaban en el agua salada, a la espera de un pequeño error que pudiera acarrear alguna calamidad que me permitiese empezar a segar.


Bueno, ¿qué os ha parecido? ¿Os ha gustado? Y supongo que sabréis quién es el narrador de la historia, ¿verdad? Supongo que así será. Por otra parte, ya sabéis que podéis comentar, compartir, valorar y opinar aquí abajo sin ningún tipo de problema.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

martes, 17 de diciembre de 2013

Chica raposa

¡Buenas tardes-noches, queridos lectores! ¿Cómo van estos últimos días de clase? ¿Mucho trabajo? Entonces... ¿qué mejor que una pequeña lectura en forma de cuento fantástico para despejar un poco la cabeza? Pues bien, esto es lo que os dejo esta semana. Un pequeño cuento que escribí en su día y que espero que disfrutéis con su lectura.


Mi vista escalaba su piel de nieve, alcanzando la cima y clavándose en su grana cabellera. Pero no concluyó allí su trayectoria, pues descendió hasta perderse en su astuta y única mirada, en su iris verdoso y la profundidad de sus pupilas.
Buscó acercarse, perdiéndose aún más en su negrura, hasta percibir un pequeño centelleo. Parecía una chispa, ¿pero de dónde provenía? ¿Habría percibido ansias de aventura, de viajes y travesías?
Una sonrisa inigualable, pícara como ella sola pero sin malicia alguna, deshizo el hechizo que me apresaba. ¿Qué decía? ¿Qué guardaba? ¿Qué escondía?
Unos pasos inseguros, haciéndome avanzar hacia su ser, junto a un fugaz y rápido movimiento de mi mano agarrando la suya para empezar a correr. Sin importar dónde íbamos a parar.
Corría y corría, con ella detrás de mí, atravesando juntos la espesa arboleda. Escuchando las ramas y las hojas secas chasquear bajo nuestros pies, el río fluir a lo lejos y el piar de aves que hacían de meras observadoras.
¿Pero qué era esa sensación que nos envolvía? ¿Qué quería decir? ¿Cuál era el secreto que sus labios mantenían en el sello del silencio?
Me giré y, en un abrazo, la puse delante mientras mi boca susurraba “guíame”.
Sus ojos sonrieron, mas la comisura de sus labios apenas se movió. ¿Por qué me confundía? ¿Cómo, ese rostro de tan finos rasgos y sencilla belleza, podía embaucarme tan fácilmente?
Se giró y corrió antes de que yo pudiera atrapar siquiera sus dedos, los cuales acariciaron mi palma sin llegar a ser sujetos.
La estupefacción me mantuvo detenido demasiado tiempo. Para cuando me apresuré a ir tras ella, su pista se había perdido entre troncos idénticos a mis ojos.
Busqué y busqué, pero no conseguía encontrarla. Y no logré hallar nada más que una peluda cola, que entre los arbustos destacaba.
Rojizo pelaje de blanca punta. Orejas puntiagudas y oscuras, como sus patas peludas. Y un húmedo hocico que parecía preguntarme qué hacía observándola. Pero su ladina mirada la delataba.
–No, no me guíes –murmuré–. Acompáñame –mi voz disminuía–. Acompáñame siempre…
Ladeó su cabeza y una brisa meció las copas de los árboles. Parpadeé y me encontré en mitad del bosque, sin compañía alguna. Y suspiré.
Un crujido de ramas a mis espaldas hizo girarme. Y ahí la vi, con su ligero y simple ropaje, con su bello y misterioso rostro observándome, esperando en silencio para ser mi acompañante.


Bueno, ¿qué os ha parecido? ¿Os ha gustado? Espero que así sea. Ya sabéis que podéis comentar, compartir, valorar y opinar aquí abajo sin ningún tipo de problemas.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

martes, 10 de diciembre de 2013

No, no la había.

¡Buenas tardes, queridos lectores! Hoy os trago otro relato con una banda sonora incluida (pues hacía tiempo que no ponía ninguna entrada así) a pesar de que quizá se termine de leer el relato antes de que acabe la música. Aun así, espero que disfrutéis de la lectura.


“Miraste sus rostros, observaste sus ojos y viste la desgracia que sus miradas transmitían. Entonces, ¿por qué lo hiciste?”, se repetía una y otra vez las palabras que le dijeron en su día. Cada noche, cada día, en cada momento, despierto o dormido. Siempre, siempre se repetían esas palabras. Persiguiéndole hasta los confines más recónditos de su cabeza. Por mucho que intentara esconderlas. Y siempre contestaba de la misma manera, intentando justificarse alegando “no había alternativa”.

Él no quería hacerlo. Él no quiso tener que llegar a ese punto. Pero a veces no somos dueños de nuestros actos, sino simples marionetas del azar y del destino que nos utilizan a su gusto, como meros juguetes, para que cumplamos ciertos objetivos que nos son desconocidos.
¿Por qué lo hizo? Él también se lo preguntaba. Una y otra vez. Era por ello que la cuestión nunca abandonaba su mente. Pues la consciencia le torturaba, haciéndole padecer una muerte en vida que ni él mismo hubiera imaginado. ¿No era entonces eso suficiente castigo por sus actos? ¿No lo estaba pagando ya? ¿Por qué tenían que atormentarle más?

Y lo que en un día fueron miradas de orgullo, ahora lo eran de desprecio. Lo que en un día fueron halagos, ahora eran insultos y silencios. Lo que en un día fue, ahora se había convertido en unas cenizas que nadie querría ser.

Pues siempre hay una alternativa, le llegaron a decir. “Claro, siempre hay una alternativa a todo para quienes no se ven involucrados”, quería contestar. Pero su voz había pasado a formar parte del olvido. Y todo lo que dijera pasaría a ser erróneo.
Entonces, ¿cómo hablar sin palabras? ¿Cómo decir nada sin voz ni voto? Simplemente le era imposible.
Por lo que tenía que callar, guardando silencio mientras en su cabeza le atormentaba la misma pregunta y otra vez: ¿por qué lo hizo? ¿De verdad no había alternativa?
Y él se contestaba sin dudar: no, no la había.




¿Y bien? ¿Qué os ha parecido? Espero que os haya gustado y ya sabéis que podéis comentar, compartir, opinar y valorar aquí abajo, incluso proponer alguna cosa sin ningún tipo de problema.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

viernes, 6 de diciembre de 2013

Un cuento

¡Buenas tardes, queridos lectores! ¿Qué os pareció el anterior relato? ¿Os gustó? Espero que así fuese. Hoy os traigo un relato que me pidieron (la petición es tal cual el primer diálogo, el relato es lo que le procede después, a partir de dónde se especifica quién hace la petición de tal narración). Así que deseo que disfrutéis con la lectura.


—He oído que contáis cuentos… ¿Tendríais algún buen cuento para este cansado viajero? Una línea de cuentos o un cuento de una línea… –dijo un anciano, acercándoseme.‎
—¿Que cuento cuentos, escuchasteis? –pregunté–. ¿O que los cuentos me usaban para ser contados? Fuese lo que fuese, cierto es que las narraciones salen de mi ser.
¿Pero qué clase de cuento le sorprendería? ¿Uno fantástico? ¿Uno triste? ¿Uno horripilante? ¿Uno de amores posibles e imposibles? Hay tantas variedades, tanta infinidad de ellos, todos con miles de historias que contar y cobrar vida una vez más a través de meras palabras...
¿Qué tal, entonces, un cuento sobre un cuento? Un cuento donde explique cómo en antaño las fábulas y leyendas no debían ser contadas, pues eran vistas con los propios ojos y percibidas con el resto de sentidos, haciendo que cada persona fuese parte de ese mito en que, generaciones más tarde, sería transmitido de boca a oído y de oído a boca, hasta ser plasmado en el papel con la tinta, tan rojiza como el fuego o tan negra como la noche o, incluso, con sustancias ocultas que sólo podrían ver quienes descubrieran los secretos de estas propias historias, escribiendo el verdadero cuento entre líneas.
¿Qué tal pues, un cuento sobre un cuento? Un cuento donde las criaturas jamás imaginadas eran reales más allá de donde alcanzaba la mirada, donde las aventuras (como las desventuras) aguardaban en cualquier rincón, a la espera de ser iniciadas y llevadas a cabo tanto por intrépidos aventureros como por jóvenes con ansias de ver mundo. Con esa necesidad de llenar sus vidas con andanzas y hazañas, aunque también con desdichas y adversidades que, finalmente, resultarían ser más valiosas que las primeras, puesto que les enseñarían que no hay verdadera recompensa sin un esfuerzo, que no hay mal que por bien no venga, que no hay amor sin desamor...
¿Qué tal un cuento sobre un cuento? Un cuento todavía sin escribir. Un cuento todavía sin pensar. Un cuento donde las posibilidades son infinitas. Un cuento donde el azar y la fortuna son sus únicos guías. Un cuento ya contado, pero que variará según a quien se lo cuentes.
Pues este es el cuento, que cada uno es libre de recrear según su mente sueñe.



Bueno, ¿ha sido de vuestro agrado el cuento? Espero que sí. Ya sabéis que podéis comentar, compartir, opinar, valorar y demás aquí abajo sin ningún tipo de problemas y toda aportación suele ser bienvenida.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

viernes, 29 de noviembre de 2013

Un polvo único

¡Buenas tardes-noches, queridos lectores! Cuelgo el relato de esta semana casi por los pelos, pero uno hace lo que puede. Debo admitir que es la primera vez que escribo un relato con dos narradores (que son los dos protagonistas) y esto se me hace algo nuevo, pero bueno, pretendo que tenga serie aire cómico y ya lo veréis vosotros mismos cuando lo leáis. Así que no os entretengo más y aquí os dejo el escrito:


¿En serio? ¿De verdad esto es todo lo que puede hacer? Pero míralo, está ahí agitándose como si mi perro se follase una almohada. Incluso suda y jadea como él. Joder, qué asco. Oh, espera, que abre los ojos. Finge unos gemidos, sí, sí.
–Oh, sí… Sigue…
Bien, bien, los ha vuelto a cerrar. Espero que acabe rápido porque joder, mira que había empezado bien con los preliminares. Le hubiera nombrado campeón al momento, pero el polvo… Qué quieres que diga, este mozo no tiene ni idea.

No entiendo cómo le puede gustar. Parece que me esté follando un cadáver, coño. Mírala, ahí abajo, quieta como una estatua. Pero eso sí, gime como zorra. ¿De verdad ésta es la supuesta “estrella de los polvos” que tanto decían en el instituto en su día? Madre mía… En todo caso sería “la estrellada”, porque otra cosa no lo entiendo.
¡Oh, mierda! Que me está mirando. Voy a embestirla un poco más fuerte, a ver.
Vaya, y ahora me dice que siga “más y más”. Y a lo bajini. No me lo puedo creer. Y yo jadeando para que no se sienta mal. Pero es que, sinceramente, para mi amiguito de abajo es como si me estuviera tirando una muñeca de plástico… Si supiera cómo es tirarse a una claro. ¿Será como esto? Por dios, espero que sea mejor, porque sino menudo timo a aquellos que las compren.
¡Anda, mira! ¡Que me araña la espalda y quiere besarme! Joder, ¿tengo que besarla después de la mamada de antes? La verdad es que me da algo de asco. Aunque bueno, no estuvo mal. Era buena en eso, sí. Puf… supongo que, al fin y al cabo, algo bueno tenía que tener.

¿Se habrá lavado los dientes? ¿O mis bajos saben así? No, no, será su boca, qué cojones. Yo soy una persona limpia. Será él, que es un guarro. Total, si parece un chucho follando, a saber si su higiene es igual.
Bah, a la mierda, ya me he cansado de que me empotre como quien empuja un coche que se ha quedado sin gasolina. Voy a ponerme encima y demostrarle quién manda aquí y, quizá, después de todo, podamos acabar bien. Porque a este ritmo… Como que al final llegarán mis padres a casa y ya la liamos. Así que sí, mejor hacerlo rápido, fuerte, cabalgando con ansias aunque… la verdad es que pocas ganas me despierta este tío. Eso sí, tengo que seguir gimiendo, no sea que se lleve un chasco. Pero será la primera y última vez que me escucha.

¡Pero mírala! Se me acaba de poner encima. ¿Se habrá descongelado? ¡Y vaya manera de moverse! ¿Será paralítica? Qué mal rollo… Y mi amiguito como que pasa de seguir, joder. Piensa en algo. Sí, sí, esa del cursillo de verano. Joder, cómo estaba…

Oh, quién lo diría. Parece que su pene ha recobrado energías. ¡Espera! ¿Eso es que no le ponía lo suficiente? ¡Será cabrón! ¡Si es él el muermo, no yo! Capullo. A saber en qué estará pensando ahora. Míralo, ahí, con la vista al cielo y jadeando mientras me dice que lo hago bien. Bien sus muertos.

¿Qué es eso de ahí? Anda, no sabía que su lámpara era de bombillas de bajo consumo… ¡Pero qué coño! No debo distraerme, no. Que la lío parda. Sigue pensando en la rubia esa que estaba como un tren. Y cuando se le mojó la camiseta, buf… No me la ligué porque tenía un novio que me sacaba dos cabezas, que si no fuera por ese detalle me hubiera lanzado y fijo que me la tiraba.

¡Eh, eh, eh! ¿Se pone otra vez encima? ¿Pero qué broma es esta? Aunque no sé porque ahora está más bruto que antes.
-¡Ah!
Joder, eso ha dolido. Y sigue. ¿Se habrá pensado que es de placer? Puto animal. Si ya lo he dicho yo: este chico es un perro. Un perro callejero que no debe haber follado en años. Madre mía. ¿Y cómo he acabado aquí…? ¡Ah, sí! El bar, las copas… Lo que hace el alcohol. Menuda mierda. Se habrá aprovechado de que iba bebida y… así hemos acabado. Aunque… es mi casa, así que quizá yo tenga parte de la… ¡No, no, no! ¡Es él, que es un aprovechado de mierda!
Pero mira como bufa. ¿Se va a correr? Pero si yo apenas siento algo…

Vaya con la rubia, sí que me ha puesto cachondo, sí.
¡Pero no la mires, estúpido! Joder. Ahora tendré que ponerme más en serio con mis fantasías, pero cerrando los ojos, que como mire a esta tipa… me corta el rollo. Y a ver si me puedo correr de una puta vez e irme a casa. Que no es que esté cansado, sino que me estoy hasta aburrido del polvo de los cojones.
Oh, ahí, sí, ya vienen las fantasías de nuevo, bien, bien.

¡Auch! ¿Otra vez? ¿Qué deberá pasar por su cabeza? Pero míralo cómo se zarandea, joder, que se va a venir de verdad y todo. Venga. Me toca pensar algo, porque fingir orgasmos… Como que nunca he tenido la necesidad. ¿Pero dedicarle uno de verdad a este perro? En fin, qué remedio.
Mierda, ¡no me viene nada a la cabeza! Habrá que fingirlo, será el karma ese, que hace que se lleve lo que se merece. Pero bueno, supongo que teniendo en cuenta que no habrá follado en años, quizá no lo note.
–¡Oh, sí, sigue más! ¡Así!
Por dios, parezco estúpida. Creo que mejor grito y esas cosas.
Sí, míralo, creo que funciona. Hasta ha soltado que se va a correr. Pues a ver si es verdad y acaba ya.

Creo que estaría mejor callada. Cada vez que abre la boca me corta el rollo, pero casi que paso. Voy a ir a saco y… ahí, sí, bien, estoy al punto. Le taparé la boca y…

¿Qué coño? ¿Por qué me tapa la boca? ¡Oh! ¡Espera! ¡Que ahí viene! ¡Será cabrón!


–¿Me pasas un cigarro?
–Sí, toma.
–¿Sabes? Debo confesarte que este polvo ha sido único.
–Vaya, justamente estaba pensando lo mismo.


Bueno, ¿qué tal? ¿Qué os ha parecido? Espero que, pese a ser la primera vez que escribo algo así, de manera cómica, rápido y en este estilo, os haya gustado y resultado divertido. Y ya sabéis que podéis comentar, valorar, opinar y compartir aquí abajo sin ningún problema.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Ominoso elixir de Ambrosia

¡Buenas tardes, queridos lectores! Hoy os traigo un relato diferente a los demás (cosa que notaréis al leerlo) que espero que os guste (y, francamente, se agradecerían los comentarios al respecto de éste). Dicho esto, aquí os dejo con él:


Maldita copa que me aguardas en la lejanía, ya bebí de ti en su día. Dulce sabor y amarga sensación. ¿Por qué me tientas en esta ocasión?
¿No te regodeaste suficiente cuando besé tu frío acero? ¿Por qué pretendes que lo haga de nuevo? Me causaste dolor mas lo escondiste en placer. Un error momentáneo que debería aborrecer.
¿Por qué entonces me siento tan atraído? ¿Qué le has echado esta vez a tu contenido?
No, no lo digas. No picaré. Haré caso omiso de lo que pusieras. No lo probaré.
Evitaré esa tentación que deleita mis sentidos. ¿Mas será empalagoso el líquido que en tu interior has vertido? No debo preguntármelo, seguro que provoca hastío. Se tratará de otro engaño, ¿pretendes poseerme con tu brío?
Pues ahora soy mío. Mío, mío y mío. Yo escojo mi camino, mi destino. Y, ni aunque las fuerzas del azar te pusieran en mitad de éste, yo no me detendría para libarte.
Así que huye, vete, desaparece. Fuera de mi vista, seguiré en mis trece.
Pero ahora me asalta una duda… ¿Y si ya te he consumido sin que mi mente esté segura?


Bueno, ¿qué os ha parecido? ¿Qué opináis al respecto del relato y su significado? Ya sabéis que podéis opinar, comentar, compartir y valorar aquí abajo sin ningún tipo de problemas.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

miércoles, 13 de noviembre de 2013

El océano de la mente

¡Buenas noches, queridos lectores! Sé que no suelo hacer más de una entrada por semana, pero esta es diferente al resto. Hoy os expondré un relato que escribí en el tren (es la segunda vez que escribo en un sitio público) y la verdad es que lo hago con la esperanza de recibir algún comentario acerca del resultado. Pero bueno, aquí os dejo con la lectura, la cual espero que disfrutéis.


Una marea en calma residiendo dentro de un único individuo dejándose llevar por las suaves y tranquilas olas de ésta. Dejándose llevar por el sosiego del recuerdo de la brisa acariciando su suave piel y alborotando ligeramente su pelo. Dejándose llevar por la blanca espuma que se produce en su pensamiento y lo arrastra poco a poco agua adentro, hasta sumergirlo por completo. Hasta zambullirle totalmente en las profundidades abismales de aquel océano.
Y, él, como si se tratase de un cuerpo inerte carente de vida, se deja llevar cual a títere.
Escucha las burbujas de oxígeno, cargadas de existencia y memorias, escaparse de su nariz y no de su cosida y acallada (desde hace años) boca.
Ve como esas transparentes pompas huyen hacia la luz, sin poder hacer nada, pues pese a intentar atraparlas, él se hunde cada vez más. Rozándolas levemente con la yema de sus dedos antes de perderlas para siempre.
Y la oscuridad lo envuelve más y más, quedando sumergido en una noche eterna. Una noche eternamente fría y desprovista de sensaciones, desprovista de sentido.
Notando entonces, en ese preciso instante, cómo se ahoga.
Provocándole desear, desde lo más profundo de su ser, una mano a la que aferrarse con tal de salir de allí y volver a la orilla. Una orilla en la que pueda recobrar el aire que le falta e impregnarlo de nuevos recuerdos.


¿Qué os ha parecido? La verdad es que me gustaría saberlo, por lo que todo comentario (como siempre) será bien recibido. Y ya sabéis que podéis opinar y valorar como veáis más oportuno, además de compartirlo.

   ¡Un saludo y hasta la próxima! 

lunes, 11 de noviembre de 2013

Ella

¡Buenas tardes, queridos lectores! Hoy se me apetecía escribir algo de un ámbito algo duro, por lo que al final lo enfoqué hacia una temática más bien sexual y ha dado como resultado el relato que encontraréis a continuación. Así que espero que disfrutéis con la lectura de éste.


Las gotas perladas de sudor impregnaban nuestros cuerpos, salpicando las sábanas de la cama según los zarandeos iban aumentando. Cada vez más fuertes. Cada vez más profundos. Cada vez con más ansias.
Lo que en un principio habían sido pequeños gimoteos tímidos, ahora se trataban de audaces gemidos sin miedo. Gritos de placer que a veces se rompían, desgarrándose y sonando huecos, que incitaban a proseguir.
Sus uñas se clavaban en mi piel, arañándome con fuerza, agarrándose a mí como si fuera lo único que podía salvarla en esa lujuriosa marea de pasión. Llegando incluso a morderme el hombro con toda su dentadura por tal de aferrarse, dejándome las mismas señales que yo había marcado momentos antes en sus pechos.
Soltó un gemido agudo y abrió los ojos. Me miró fijamente y me empujó, apartándome de ella y tirándome boca arriba. Intenté alzarme de nuevo, pero antes de que pudiera hacer nada, se me abalanzó y clavó mi miembro en su vagina de un golpe seco.
Sus blancos dientes rasgaban su labio inferior según me preguntaba si me gustaban sus movimientos de cadera. Parecía querer sentirse dominante, ver que también podía producirme el placer que yo le daba a ella. Por lo que titubeé, haciendo ver que dudaba, y empezó a agitarse más violentamente, adelante y atrás, esforzándose para lograr proporcionármelo hasta que con un ligero movimiento de cabeza afirmé entre soplidos.
Eso convirtió sus zarandeos en botes, botes acompañados por su par de senos rebotando sobre ella. Provocándome ansias de querer acometer contra ellos y dejarle más huellas de mis fauces. Así que reintenté incorporarme, pero me tumbó nuevamente empujándome por la frente mientras susurraba un “no, no, no” juguetón y se inclinaba hacia mí. Poniéndome sus pezones al alcance de mi boca.
Quise contenerme, pero no logré evitar ceder ante esa provocación y atrapé uno de ellos entre mis dientes, mordisqueándolo y ocasionándole un pequeño chillido de sorpresa.
Tal vez no se esperaba que picase el anzuelo. Pero a modo de respuesta (y quizá de represalia) hundió mi pene en su sexo. Dejándolo dentro durante unos breves instantes. Unos instantes en los cuales yo llevé mis manos a sus omóplatos y la apreté contra mí con tal de deleitarme más. Rodeando sus pezones con mi lengua para dejarlos ensalivados antes de volver a dentellear su carne.
Volvimos a darnos la vuelta, dejándome a mí encima, pero se separó y se giró mientras se ponía a cuatro patas. Ladeó la cabeza y sonrió pícaramente. Yo cogí su pelvis, acercándola, y antes de poder penetrarla, ella volvió a revolverse para ser empotrada de golpe.
Esta vez fui yo quien bufó de sorpresa, quedándome sin respiración unos segundos. Me tumbé ligeramente sobre ella, relamiendo su espalda según acercaba mis labios a su oído, y la cogí de sus ubres para apretarlas según ambos nos sacudíamos el uno al otro. Dejando que me escuchase directamente y se regocijara con el deleite que me producía.
Aunque no tardó en voltearse y poner sus piernas rodeando mi espalda, apretándome contra ella y dándome a entender que no le faltaba demasiado por terminar.
Nos fuimos apegando más y, mientras sacaba la lengua jadeante y el pecho se le alzaba y bajaba aceleradamente, yo la embestía una y otra vez con la boca abierta, exhalando toda mi fruición. Notando mi miembro hundiéndose y emergiendo de su vagina continuamente, incrementando los suspiros y bufidos de ambos. Hasta que soltó un último grito y abrió los ojos para besarme según me corría en su interior.


Bueno, ¿qué os ha parecido? Ya sabéis que podéis comentar, opinar, valorar, compartir y demás aquí abajo sin ningún tipo de problema. Dicho esto, espero que hayáis disfrutado con leyéndolo.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

lunes, 4 de noviembre de 2013

Cuando el corazón sangra

¡Buenas tardes, queridos lectores! Por una serie de imprevistos (básicamente por la falta de disponibilidad de papel y tinta), este año no he podido entregar relatos en el Salón del Manga (una pena, la verdad). Por lo que bueno, espero que la próxima vez haya más suerte (y yo sea más previsor, también). Así que, por ahora, os dejo con este breve relato (aunque casi podría considerarse microrrelato) que espero que os guste y disfrutéis con su lectura.


Cuando el corazón sangra, sin ninguna herida física de por medio, no son gotas rojizas visibles al ojo humano. Son lágrimas puras, saliendo de sus vasos.
Es una herida, invisible para todo el mundo. Pero más dolorosa que la que cualquier criatura podría ver con sus pupilas.
Es una sensación, indescriptiblemente agonizante. Apoderándose de tu ser, desde el lugar más profundo de tus entrañas. Haciéndose fuerte dentro y volviendo débil a su huésped.
Es una muerte en vida, lenta y agónica, que te reconcome poco a poco con tal de poseerte hasta el último rincón. Por más recóndito que sea.
Y solamente hay un único pensamiento en tu cabeza, preguntándose lo mismo siempre. Preguntándose el porqué, preguntándose por qué tú…


¿Qué os ha parecido? Espero que hayáis entendido el significado y, pese a su corta extensión, haya sido de vuestro agrado (a pesar del amargo sabor de boca que pueda haber dejado). Ya sabéis que podéis comentar aquí abajo sin problemas, además de compartir, valorar y demás.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

miércoles, 30 de octubre de 2013

Como un frasco de cristal

¡Buenas tardes, queridos lectores! ¿Cómo va todo? En nada cae el Salón del Manga de Barcelona, ¿os pasaréis por allí? La verdad es que suelo repartir algunos relatos cuando me presento en sitios así y, algunos de ellos, son inéditos (por lo que no los podréis encontrar aquí). Además de que tengo un relato pendiente del Salón del Cómic pasado que debo subir, por lo que seguramente el jueves o el viernes lo cuelgue aquí si no surge ningún imprevisto.
Hoy os traigo un pequeño relato que me pidieron de hacer y me gustó tanto que creí que merecía ser publicado en una entrada. Me lo pidieron por Ask (donde acepto pequeños retos literarios) y querían que escribiera sobre el desamor, así que este es el relato que salió como resultado. Espero que os guste y disfrutéis con la lectura.


Era perfecta. Su sonrisa, su pelo, su suave piel y sus besos... Era perfecta. Todo su ser, toda ella. Tanto su físico como su carácter. Era la pieza del puzle que faltaba encajar en mi vida, a mi lado. Era perfecta. Como ella sola. Y no había nada que se le equiparase. Ese esplendor, esa capacidad para hacerme sentir lo más pequeño del mundo y al mismo tiempo el más afortunado por ser quien estaba a su lado. Era perfecta...
Pero como bien dije, lo era. Pues lo fue en su momento. Hasta que todo se rompió. Como en un frasco de cristal, cayendo al suelo y despedazándose en mil fragmentos. Todo se desvaneció.
Sus miradas pasaron de ser cálidas a ser más gélidas que el propio hielo. Sus caricias empezaron a brillar por su ausencia. Sus bonitas palabras pasaron a ser dagas clavándose en mi corazón. Cada vez más hondo. Y haciendo que este sangrase en forma de lágrimas contenidas en mi interior, sintiendo un nudo en la garganta que pedía auxilio, volver al pasado, solucionarlo. Pero ese grito siempre salía ahogado. Y parecía que no era escuchado. Ni siquiera interpretado.
Era perfecta, sí. Lo era. Pero las cosas cambiaron de la noche a la mañana. No por mí, pues la quería. Sino por ella, que ya no era la misma.
Y pese a todos mis intentos. Pese a todo el sudor, lágrimas e incluso sangre derramada. Pese a todo el daño físico, emocional y psicológico. Pese a todo el esfuerzo sobrehumano llevado a cabo a través de la ruptura de los límites que aguantaría cualquier ser humano. Pese a todo. A todo eso y más... Fue inútil.
Y un buen día, como bien apareció esa musa encarnada frente a mis ojos, atrapándome en sus delicadas manos de diosa y haciéndome suyo en cuestión de segundos, desapareció. Se fue y me dejó solo. Destrozado. Quitándole sentido a todo, pues ella... Ella era quien se lo había dado.


Bueno, ¿qué tal? ¿Qué os ha parecido? Ya sabéis que podéis comentar, valorar, opinar y demás aquí abajo sin ningún tipo de problema.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

lunes, 21 de octubre de 2013

"El mejor plan del mundo"

¡Buenas tardes, queridos lectores! Hoy os traigo un relato que he escrito a través de un pequeño reto que he pedido por Twitter. Las palabras claves han sido "Asesinato, amor, inteligencia, frío y carcajadas" (como bien indica este tweet), así que de eso ha tratado el relato. Pero el escrito me ha generado dos posibles finales: uno de no ficción y otro de ficción/fantasía. Aunque al no decidirme por cuál de ambos dejar, he decidido por una vez subir un relato con dos posibles finales y que vosotros, lectores, os quedéis con el que más os guste. Dicho esto, os dejo con el relato.


Una carcajada rompió el silencio de esa oscura noche de invierno. El frío helaba sus desnudos dedos y su enrojecida nariz. Se relamía los labios para humedecerlos, pero eso sólo provocaba que se agrietasen más. Y, tras otra carcajada, la comisura de estos se partió levemente. Pero ya nada le importaba.
Miro al suelo, iluminando con su farol la blanquecina nieve salpicada de rojo, y ladeó la cabeza.
Se agachó, poniéndose de cuclillas, y apartó los rizos de oro de su cara. Era tan bella. Parecía que durmiese, como otras veces la había visto en su cama, tras amarse apasionadamente. Pero él sabía perfectamente que ya no era así. No dormía. O al menos no como todo el mundo suele entender el hecho de dormir.
Chasqueó con la lengua a modo de negativa.
-Si hubieras sido más buena –empezó a reprocharle en un susurro en su oreja mientras el vaho se escapaba de sus rasgados labios y volvía a lamerlos-. Si hubieras sido más buena, quizá ahora vivirías –ladeó la cabeza y miró directamente sus párpados cerrados-. Yo te quería. Y lo sabías. Pero tú me obligaste –suspiró sobre su pálido cuello-. No quería llegar a esto. Deberías haber sido más buena. Debiste haber sido más buena…
Se levantó y se río tristemente para luego negar con la cabeza y murmurar la palabra “mujeres…”.
Clavó en el suelo la pala, con la que momentos antes había golpeado su cabeza para dejarla inconsciente y que no sufriera por el disparo directo a su pecho, y empezó a cavar. Tenía toda la noche, pues no eran ni siquiera las once.
Notaba como su sudor rociaba su piel por el esfuerzo. No estaba demasiado acostumbrado a los esfuerzos físicos continuos y eso le costaría unas agujetas durante una semana. Pero él estaba alegre. “El mejor plan del mundo”, se había dicho muchas veces antes de llevarlo a cabo.
-Te lo di todo –empezó a hablar, desahogando parte de su ira-. No tenías nada. Ni a nadie. Y yo te lo di todo –le echó en cara mientras clavaba con más fuerza la pala en el suelo congelado-. Un trabajo, un hogar, incluso una familia que te apreciaba. Y tú, desagradecida, así me lo pagaste –salió del hoyo y miró de nuevo el cadáver-. Pero tranquila, nadie notará tu ausencia. Porque eras una don nadie.
Cogió el cuerpo por los pies y lo arrastró al agujero, arrojándolo con cuidado. Miró de nuevo su cara y acercó su boca a sus labios. Besándolos por última vez.
-Yo te quería. Y lo sabías. Pero tú me obligaste –besó su mejilla-. No quería llegar a esto. Deberías haber sido más buena –besó su cuello-. Debiste haber sido más buena. Y quizá ahora vivirías…
Juntó su frente con la suya y cerró los ojos, despidiéndose en su mente de ella.

Final 1 (no-ficción):
Salió del foso y empezó a cubrir el cuerpo con la tierra sacada previamente junto a la nieve. Una vez cubierto, cogió la luz e iluminó el segundo cuerpo.
-Y a ver qué cojones hago ahora yo con este perro –dijo mirando con rabia a un joven castaño. 

Final 2 (ficción):
Un dolor punzante atravesó su cuello mientras sus ojos se abrían como platos y se ponían en blanco mientras su boca intentaba gritar auxilio sin salirle ningún sonido.
En cuestión de segundos cayó de lado, justo en el agujero donde debía estar la joven, quien ahora se encontraba firme limpiando su boca llena de sangre.
-Lo siento, querido –dijo con una voz dulce-. Yo también te quería, pero en este amor debes permitirme algún que otro capricho… o te convertirás en mero ganado.
Sonrió melancólicamente y salió del hoyo con la ayuda de otra mano. La de su amante al que su recién ex-novio también creyó haber matado. 


¿Y bien?, ¿qué final os ha gustado más, el primero o el segundo? Ya sabéis de más que aquí abajo podéis comentar sin problemas lo que creáis conveniente, expresando vuestra opinión, además de valorarlo, compartirlo y demás.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

jueves, 17 de octubre de 2013

Música

¡Buenas noches, queridos lectores! Hoy os traigo un relato dedicado a lo que indica el propio título de la narración y, conociendo que hay un considerable número de músicos que leen mis relatos, espero que el escrito sea de su agrado. Así que no me demoraré más y ya os lo dejo aquí.


Suave caricia en la cabeza, filtrada a través de los oídos, que empapa tu cerebro de pequeñas gotas que van recorriéndolo por cada uno de sus rincones. Despacio, impregnando su sabor incluso en los más recónditos recovecos.
Susurros en un viento que resuena ululando en cuanto cierras los párpados. Una brisa interna que se filtra por todo tu ser, erizándote poco a poco el vello, provocándote sensaciones que sin su empuje jamás creerías sentir.
Experimentando un efecto totalmente nuevo y único según se acompañan y perfilan las notas, una tras de otra.
Escuchas, dejando la mente en blanco, dejando de cavilar. Solamente oyes, percibes y dejas que tu mente se filtre a través de cada sonido, entremezclándose con todos ellos. Sintiéndolos suyos mientras ellos, a la inversa, la cautivan haciéndola soñar cosas completamente extraordinarias y fantásticas. Cosas que en un principio parecían inimaginables.
Un pequeño oleaje se acumula en tu interior y, el cuerpo, incauto e inconsciente, lo estimula oscilándose de una manera casi imperceptible.
El ritmo aumenta, se intensifica, y la negrura de tu cabeza cobra más tonalidades y colores. Más formas y movimientos. Hasta crear un paraje completo alrededor de ti, pues también te dibujas en él.
Avanzas, sintiendo una extraña e inexplicable emoción hacia todo. Recorres cada camino trazado y sin explorar. E investigas más allá de lo que nunca irías si no fuera por esa melodía que suena de fondo en mitad de esa aventura.
Hasta que cesa. Y todo desaparece con ella.
Abres los ojos y encuentras una terrible exaltación dentro de ti por lo vivido, aunque al mismo tiempo también descubres la desilusión por el hecho de haberlo perdido. Y observas al músico con su instrumento, quien ha precisado cada uno de los detalles que has recorrido, a pesar de que aparenta no ser consciente de ello.
Sonríes levemente y te parece que asiente unos momentos antes de que empiece a tocar la pieza nuevamente mientras tú, sintiendo una extraña emoción crecer, cierras de nuevo los ojos para sumergirte otra vez en el mundo que tu mente te ofrece. Pese a saber que no será lo mismo que has vivido anteriormente.
Pero la novedad y lo desconocido te atrae de manera significante.
Haciendo que, aún así, te resulte totalmente excitante.


Bueno, ¿qué os ha parecido? ¿Os ha gustado o, incluso, se ha dado el caso de que alguien experimente la música de una manera similar a la detallada en la historia? Ya sabéis que podéis comentar, valorar, opinar, compartir y demás aquí abajo sin ningún tipo de problemas y toda opinión siempre será bienvenida, además de que si hay alguna duda, se intentará aclarar.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

martes, 8 de octubre de 2013

Delicadeza

¡Buenas tardes, queridos lectores! ¿Todo bien? Eso espero. Yo en breves empezaré una de las dos escuelas de escritura a las que asistiré este curso, por lo que quizá no se haga seguro que suba los relatos el lunes. Aún así, hoy os traigo un tipo de relato que hacía tiempo que no subía, así que espero que disfrutéis con la lectura que os ofrece.


Unas sábanas blanquecinas tapando dos cuerpos apegados el uno con el otro.
Una cabeza apoyada sobre su pecho, con los ojos cerrados y su boquita entreabierta, respirando lentamente y sintiendo los latidos del corazón de quien momentos antes ha amado. Escuchando como se calman, poco a poco, recuperando un ritmo normal pese a ir siempre acelerado ante su presencia.
Un brazo tras la cabeza de él, haciendo la mano de intermediaria entre ésta y la almohada. Otro brazo rodeando una femenina cintura, colocando su diestra en el desnudo muslo de su acompañante y moviéndola ligeramente para propiciarle suaves caricias por él, yendo de arriba abajo, de su pierna a su barriga y volviendo a descender.
Un suspiro escapándose de ambos labios, de ambos amantes, exhaustos y relajados en ese preciso instante de paz y tranquilidad en el que sólo se escucha el viento ulular fuera, a través de la ventana por la cual entraba la única iluminación de la sala.
Él abre sus ojos y la observa. Sonríe levemente, pues más allá de lo que pueda parecer, le tiene aprecio y estima.
Ella mueve ligeramente su cuello y alza la vista, viendo como la mira. No puede evitar devolverle la sonrisa mientras sus blanquecinas mejillas se ruborizan, embobándose con el cruce de miradas. Perdiéndose los dos en las pupilas del otro.
Un ligero movimiento por parte de ella para ponerse encima, sentándose sobre su pelvis, y dejando al descubierto desde sus pechos hasta su vientre. Para sonreírle picarona, atrevida, juguetona, y descender hacia él.
Unas frentes juntas, permitiendo observar mejor ese lugar que expresa todos los sentimientos y pensamientos sin necesidad de mediar palabras al que hacen llamar ojos, un sitio que poco a poco va siendo cerrando por sus párpados mientras sus labios se acercan despacio, rozándose hasta fundirse en un beso. Un beso oculto tras unos tirabuzones castaños.


Bueno, ¿qué os ha parecido? ¿Ha sido de vuestro agrado? Ya sabéis que podéis comentar, compartir, valorar y opinar entre muchas otras más opciones aquí abajo sin ningún tipo de problema. E, incluso, depende cómo creo que quizá llegaré a aceptar encargos, así que si tenéis alguna sugerencia o petición ya sabéis por dónde se puede contactar conmigo (aunque esto es algo que todavía tengo que mirármelo, por lo que no es del todo seguro).

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

miércoles, 2 de octubre de 2013

Inocencia

¡Buenas noches, queridos lectores! Sé que últimamente estaba subiendo un relato semanal, pero he escrito unos cuantos "tweets" mientras escuchaba una canción (que pondré al final, por si os interesa) que han dado como origen a este pequeño relato, el cual he querido compartir aquí. Aunque, de buen inicio, pensé en repartirlo en el Salón del Manga de Barcelona de este año y subirlo luego. Así que si os gusta quizá lo reparta, pero eso ya se vería según gustase o no. Y no me entretengo más, aquí os dejo el cuento.


Quisiste entrar en mi cabeza, ver los mundos que guardaba.
Yo te lo negué y te enfadaste.
¿Por qué no entendías que estos también ardían?

Todas las historias albergaban vida, maravillas. Y lo sabías.
Pero también poseían muerte, pesadillas. Y no me creías.

No te negaba la entrada por gusto, lo hacía por tu felicidad. Yo me guardaba el sufrimiento, y tú me lo aliviabas con una sonrisa. Una de tus magníficas sonrisas que eran mejor que cualquier historia que yo jamás inventara. Pues lo que me transmitía no lo lograba ningún relato, ni con miles de palabras.
Tú te preguntabas porque no te lo mostraba todo y yo te decía que en la vida había intriga, misterios que debían resolverse con el tiempo. Tú hinchabas los mofletes y, entre enfada y divertida, asentías.
Oh, si tú supieras, querida… Si supieras que tu corazoncito era más frágil que el mío. Que yo debía cuidarme de guardártelo, de protegértelo de todo el mal que habitaba fuera. De las llamas abrasadoras del dolor y la desgracia...
Te contaba narraciones fantásticas, con miles de aventuras, viajes y hazañas que debían llevar a cabo unos protagonistas. Te contaba cuentos de tierras lejanas, dominadas por la ficción y la magia.
Pero siempre preguntabas: ¿y luego qué pasaba?
Un nudo se formaba en mi garganta. ¿Qué respuesta esperabas? ¿La verdadera o la falsa? No lo sabía y con un “vivían felizmente” acababa.
No quería decirte la incertidumbre de su vida. El azar que existía. No quería que supieras que no se sabía cómo terminaba.
Y te contaba esa piadosa mentira, que podía ser tan cierta como errónea.
Tú sonreías y cerrabas los ojos, soñando con fábulas. Yo apagaba la luz y besaba tu frente mientras te arropaba. Esperando a que te durmieras, quedándome en tu cama atento a que ningún temor nocturno te aterrara.
Pues pese a todo siempre serías mi pequeña.
A quien protegería y cuidaría.
Hasta el fin de los días.




¿Qué tal? ¿Os ha gustado? Ya sabéis que podéis comentar, compartir, valorar y opinar entre muchas cosas más aquí abajo sin ningún tipo de problemas. Además de que quizá ponga música al blog, pero no sé si sería molesto para algunas personas y mejor ponerla únicamente en las entradas con los relatos que crea que lo requieran.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

lunes, 30 de septiembre de 2013

Cansancio

¡Buenas tardes-noches, queridos lectores! Hoy os traigo un relato que considero algo chocante y con el que tenía la duda sobre si subir este o uno más "suave" que vendría a ser como los "relatos visuales" que expliqué con el relato "Pum pum, pum pum.", aunque supongo que el segundo ya lo subiré en otra ocasión. Así que espero que disfrutéis con la lectura.


Sintió su cuerpo pesado, cansado. Como si jamás hubiera descansado.
Los ánimos no estaban por los suelos, sino por debajo. No veía puertas, ni tan sólo ventanas a un futuro mañana. Simplemente veía una caja, en una pared, con un pequeño cristal enfrente. Un cristal usado a modo de espejo.
Se miró en él, reflejando su rostro. Pero no le gustó lo que le mostraba, su cara.
Así que lo golpeó, con todas sus fuerzas, dando un único puñetazo que lo rompió en mil pedazos. Rompiendo su imagen. Despedazándola.
Suspiró y se calmó, volviendo al estado del inicio. Y, con la mano ensangrentada, abrió el armario para observar su interior casi vacío.
Pero sabía dónde debía buscar. Un frasco pequeño, marrón, el cual no tardó demasiado en encontrar.
Una vez lo tuvo entre sus manos lo miró, lo destapó y observó. Pequeñas píldoras, blanquecinas como el mármol. Como dos cuernos de marfil recién tallados y pulidos. Como la sonrisa de la dama que sonreía a sus espaldas.
Aunque no dudó. No dudó en ningún momento. Y vació el contenido en sus palmas. Donde estuvieron unos breves instantes, antes de bajar por su garganta.
Un estruendo, alguien cayendo. Un golpe, contra el suelo. En la mente, un vacío infinito. Todo de color rojo, como el charco del piso. Y las pupilas en blanco, como la mano de la dama que ahora agarraba su alma.


¿Y bien? ¿Qué tal? ¿Cuál es vuestra impresión al respecto del relato? Ya sabéis que podéis comentar, compartir, valorar, opinar y demás aquí abajo sin ningún tipo de problema.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

lunes, 23 de septiembre de 2013

La promesa

¡Buenos tardes, queridos lectores! ¿Cómo están yendo las clases? ¿Todo bien por ahora? Eso espero. ¿Y qué os pareció el relato leído de la anterior entrada? Ojalá os gustase, pues estoy pensando en interpretar un poco algunas cosas en ese canal (cosa que ya veré cómo sale). Pero bueno, hoy os traigo un relato que diría que es el primero que escribo de tal manera que se puede interpretar tanto de manera heterosexual como homosexual. Pero no, no es erótico, ya veréis de qué trata. Espero que os guste y disfrutéis con la lectura.


Una caricia en su mejilla, rescatando la lágrima que se precipitaba en el vacío y expandiéndola por toda ella.
Un suave beso en sus labios, los mismos que había humedecido en miles de ocasiones antes por pasión, amor y deseo.
Unas suaves palabras en su oído que le prometían seguridad, que le prometían volver a reencontrarse.
Un “te quiero” tan fugaz como el centelleo del fuego al ser llevado por el viento.

Recordó cuando los dos se fundieron en uno, abrazados.
Recordó cuando él besó todo su cuerpo, diciéndole bellas palabras mientras inundaba de mimos cada rincón de su piel y luego notaba la calidez de su boca en ella.
Recordó cuando se deslizaba hacia abajo, para hacer que disfrutase una oleada de sensaciones inolvidables que jamás hubiera imaginado.
Recordó como capturó, entre sus labios, cada uno de sus puntos débiles provocándole los jadeos necesarios hasta soltar un placentero suspiro al notar su unión. Haciendo que fuera suyo.

Miró al oscuro cielo, quien acompañaba su sentimiento de impotencia y sufrimiento.
Miró las gotas caer poco a poco, enmudeciendo a su llanto de ese fatídico día, que tuvo que vestir elegantes prendas oscuras.
Miró la caja de roble y, pese haberse prometido el mantenerse firme y aguantar, no pudo evitar abalanzarse sobre ella y abrazarla, hasta que una mano en su hombro le dijo que debía soltarla.
Miró a la oscuridad de su mente, cerrando los ojos, por no poder afrontar el dolor de esas últimas imágenes.

Sintió el viento en su viejo rostro, repasando una a una sus marcas de la edad.
Sintió su mano invisible aferrada a la suya, para que lo acompañara.
Sintió la comisura de sus labios, serios durante ya demasiado tiempo, volviendo a moverse ligeramente.
Sintió como su corazón, vacío y roto, volvía a ser llenado con una calidez inigualable.

Y vio su cuerpo, dormido en una mecedora, mientras se volvía a sentir joven al lado de su amante. Quien le había cuidado y esperado hasta su muerte, para volver a reunirse y así cumplir su promesa.


Porque una promesa, por muy difícil que sea, siempre debe intentar cumplirse.

¿Qué os ha parecido? Espero que os haya gustado. Ya sabéis también que, aquí abajo, podéis comentar, valorar, compartir y opinar de diversas maneras. Sin olvidar que para cualquier cosa hay un apartado que facilita el contactar conmigo.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

martes, 17 de septiembre de 2013

El escritor

¡Buenas tardes, queridos lectores! Hoy os traigo dos cosas nuevas: el relato presentado, es algo que me surgió hará unas pocas noches, espontáneo, sintiendo unas ganas de escribir que me podían y, al no poder satisfacerlas, sentí enfado hacía lo que provocaba la escritura en mí y lo expresé. Lo expresé de manera literaria en estas palabras que leeréis a continuación.
Y, la segunda cosa, es que quería grabar algunos relatos míos, interpretarlos incluso si me era posible, pero no tuve ocasión en verano. Aunque, para este relato, necesitaba hacerlo. Y lo hice. Así que, abajo del escrito, podréis encontrar un vídeo donde me grabo relatándolo (y espero que os guste la verdad). Dicho esto, os dejo el escrito, para que lo podáis leer recordando que pretende tener un toque de intensidad.


_____ noche_. No, no son malas. Ni son buenas. Ni son peculiares. Ni son normales. Ni siquiera son plurales. Es sólo eso, una noche.

Dio un largo sorbo a su taza. Era bien entrada la noche. Y ahí estaba, frente al escritorio con su vieja máquina de escribir y una hoja en blanco.
¿Qué iba a teclear a esas horas? ¿Qué merecía realmente la pena para que estuviera despierto? ¿Acaso esa hoja importaba más que el sueño?
“Eres un simple papel”, pensó. “Y si no fuera por mí, ni siquiera tendrías vida. ¿Entonces por qué yo, el escritor, soy esclavo del folio?”
Miró la hoja con desprecio. Él le daba la vida y ella lo esclavizaba. ¿Qué diablos quería? Él era su creador, debería hacer su voluntad. Y aún así, eran las letras. Las palabras, surgiendo desde su misma sangre, que manifestaban su deseo de vivir a través de sus dedos.
“¡Dejadme!”, gritaba en su mente. “¡Dejadme en paz!”. Pero él no deseaba eso. Las amaba. Eran su vida, su droga. El único lugar que le entendía.
¿Por qué escribía entonces? ¿Necesidad? ¿Esclavitud? ¿Busca de comprensión? No. Escribía para dar vida a mundos más allá de la realidad.
Escribía jugando a ser Dios.
Un Dios esclavo de su creación.
Y como esclavo, hacía la voluntad de alguien. Que era la tinta y el papel. Quienes le daban total libertad de crear, siempre que los usase.
Y así, el escritor, Dios de miles de mundos, pasó a ser el esclavo de algo tan simple como la hoja y la pluma.


Vídeo: El escritor

¿Qué os parece? ¿Y el vídeo relatado? Bueno, espero que os haya gustado y ya sabéis de más que podéis valorar, comentar, opinar, compartir y demás aquí abajo.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

martes, 10 de septiembre de 2013

Pum pum, pum pum.

¡Buenos días, queridos lectores! Hoy os traigo un relato diferente. ¿Por qué? Bueno, básicamente porque éste tipo de relatos los considero una especie de "relatos visuales". Estos relatos no se basan en los detalles ni demás, sino en los sucesos, es decir, son como si vieras una escena de televisión pero en letras. Lo importante es lo que ocurre y cómo. Los hechos, uno a uno de manera directa, clara y rápida. Nada más.
También he de decir que estoy con una novela que debo intentar terminar en un mes y medio y eso, se crea o no, implica bastante trabajo y dedicación (pese a que esté comunicativo en las redes y demás, eso no significa que no esté pensando en hechos que suceden, escribiendo y demás), es por ello que me he visto algo reducido a nivel de poder subir cosas en el blog, aunque mejor un relato a la semana que nada, creo.
Dicho esto, dejo aquí el relato y os recomiendo que, para este relato, si tenéis alguna canción de ritmo rápido y demás, quizá os ayude a poneros más en la situación, pero eso ya es a gusto de cada persona.


Un disparo al frente. Falló. Adrede. ¿Para qué iba a querer matarlo a la primera? ¿Dónde estaría el espectáculo? Y lo más importante, ¿y la diversión? El disparo, claramente, era para avisarle de que estaba allí y, él, iba a ser su nuevo juguetito hasta que se aburriese. Y lo matara.
El tipo de pelo oscuro, el “juguete”, al ver el disparo en la pared se tiró a un lado y cogió el revólver que llevaba en la cintura para inmediatamente buscar al causante del tiro fallido.
En un inicio pensó que podría haber sido un francotirador debido al disparo, pero lo descartó de inmediato. Si lo hubiera sido seguramente no hubiera errado. Entonces se le iluminó el rostro y pareció comprender que, quien fuera que fuese el pistolero, quería darle un aviso de que estaba allí. Pero esa cara le duró bien poco pues, al ocurrírsele tal “genialidad”, alzó la cabeza y recibió un golpe directo a la nariz de la culata del arma. Instintivamente se llevó las manos a la cara, comprobando efectivamente que se la había roto. Enfurecido miró adelante y vio al otro tipo, joven, de pelo rubio oscuro y una barba mal afeitada de un par de días. Al devolverle la mirada sonrió, provocando al juguete una rabia interior que hizo que se abalanzara hacia él, tirándolo al suelo, y poniéndole el cañón en la sien. Él se rió más.
-¿¡De qué te ríes, gilipollas!?
-De que no te has dado cuenta que te llevo apuntando los huevos todo este rato –y se volvió a reír.
-¿Qué coj…?
No acabó su pregunta. Otro disparo. Esta vez directo a su objetivo. Le reventó el escroto de un solo tiro, haciendo que juguetito se apartara, gritando. El rubiales se levantó y lo miró. Luego le pisó la mano donde llevaba el arma hasta que la soltó y pudo chutarla bien lejos.
-Resolvamos esto a la antigua –dijo, lanzando su pistola también lejos-. A puño limpio, ¿te parece?
-Hijo de put…
No le dejó acabar de nuevo la frase. Le pateó la boca mientras le recriminaba sus malos modales con una risilla estúpida, infantil. El juguete no aguantó más y se tiró encima de él de nuevo, golpeándole directamente sin dudar un momento. Empezó por darle puñetazos directamente a la cara y luego en los costados, pero él se reía más y más. Lo tomó por loco, pero le había reventado los cojones y no iba a perdonárselo. Así que le siguió golpeando, de nuevo en la cara.
Hasta que el pelirrubio paró uno de los golpes tras escupirle sangre a la cara y lo miró serio. Dejando de reírse. Eso intimidó a juguete y recibió de lleno su imprevisible cabezazo. Luego lo giró y se puso él encima. Su mirada le intimidaba.
Le volvió a propinar un cabezazo y volvió a su rostro esa sonrisa burlona, pero como si pretendiera ocultarla. Aunque al siguiente cabezazo no pudo evitar volver a reírse.
Juguete, trastornado, no aguantó más y sacó una navaja de un bolsillo interior de su americana para clavársela inmediatamente en el costillar del supuesto trastornado. Éste se detuvo de golpe y lo miró con los ojos como platos. Juguete sonrió.
El muchacho acercó su cara a él y lo miró directamente a los ojos. Luego lo besó. Juguete se apartó de inmediato, empujándolo, y él se rió de nuevo.
-Bueno, bueno –soltó una descabellada carcajada-. Ya me has entretenido suficiente, pero me aburres –bostezó, exageradamente-. Así que te acabo de dar, como algunos dicen, el beso de la muerte –volvió a reír.
-¿Pero qué mierdas dices?
-Shh, shh. Ahora verás.
Sus ojos brillaban como una estrella y juguete no entendía nada. Aunque a los pocos segundos sintió como su pecho se oprimía, para luego notar un dolor punzante en su corazón. A los pocos segundos, éste reventó.
-Y por eso yo no estoy quieto, juguetito mío –volvió a reír-. Porque si me detengo me pasaría lo mismo.
Dicho esto, el joven lleno de moratones y heridas pasó tranquilamente por el vestíbulo, pulsó el botón y entró al ascensor mientras daba golpecitos con el pie de manera inquieta. Para que su corazón no explotase.


¿Qué os ha parecido? ¿Os ha gustado? Yo a estos relatos los considero casi como los típicos esbozos rápidos que puede hacer un dibujante en una libreta, sin pensarlo demasiado. Pero ya sabéis que podéis opinar, valorar, compartir y demás aquí abajo sin ninguna clase de problemas.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Las garras de la mente

¡Buenas noches, queridos lectores! ¿Cómo van los últimos exámenes? Espero que todo bien, tanto los de Selectividad como los de recuperación. Pero bueno, hoy os traigo un nuevo relato que escribí hace poco y casi que se podría decir que es "recién salido del horno". Aún así, espero que disfrutéis con la lectura.


Corría y corría. No sabía hacia donde, ni siquiera tenía claro el motivo cuando cambiaba de dirección. Lo único importante era correr. Correr antes de ser alcanzado. Antes de ser atrapado.
Las ramas de los árboles arañaban mi cara y mis ropajes. Los arbustos los destrozaban y me causaban cortes. Pero no podía detenerme. Debía correr. Correr y no parar bajo ninguna condición.
El agotamiento pesaba en todo mi cuerpo, pero la adrenalina y el miedo de lo que me perseguía le obligaban a continuar y no mirar atrás. No podía mirar atrás, porque si lo hacía… ya sería demasiado tarde.
Di un salto, cayendo por una colina rodando. Me levanté de inmediato y seguí hacia adelante. Viendo el sol a lo lejos, ocultándose tras las enormes montañas que escondían infinitas ciudades y maravillas entre sus valles y sus cimas. Haciendo que la sombra se me cerniera tanto por detrás como por delante. Que me rodease hasta ocultarme.
Grité que no lo hiciera, que no se fuera. No debía hacerlo, no podía hacérmelo. No, no y no. Por nada del mundo. No podía dejarme aquí en medio, abandonado, sin faro alguno que me guiase.
Escuché un cuchicheo a mis espaldas, cercano y frívolo. Mierda, ¡mierda! Me había detenido sin darme cuenta al ver mi única esperanza desaparecer delante de mis narices. Emprendí de nuevo la marcha, pero sabía perfectamente que ya no serviría de nada. Me atraparía y no podría huir. No podría escapar de sus frías garras y haría conmigo lo que quisiera. Formaría parte de mí, aferrándose hasta lo más profundo de mi alma. Y todo por mi culpa y desesperanza.
Una sonrisa de formó en la comisura de mis labios y una sonora carcajada salió de ellos. Una risa tan profunda que parecía provenir desde las mismísimas entrañas de mi ser mientras abría los ojos como platos y miraba al frente.
Me había atrapado, sí. Me había atrapado y me envolvía. Me dijeron que no debía dejar que eso ocurriese. ¡Pero necios quienes lo dijeron! ¡No querían que viera una nueva visión de la realidad! Una visión nueva, plena y llena de cosas que cualquier otro no hubiera ni podido imaginar.
Pues lo que vosotros nombrasteis como locura, a mí se me presentó como una visión mucho más perfecta de la realidad. Donde las emociones son más fuertes e intensas. Donde todo cobra distintos sentidos y significados. Donde nunca nada está mal porque no existe el bien. Y todo con una única sinfonía: una risa continuada que nunca se apaga.


¿Qué os ha parecido? ¿Os ha gustado? Espero que así sea y que el título no diera demasiadas pistas sobre lo que trataba el relato. Aún así, ya sabéis que aquí abajo podéis comentar, valorar, opinar, compartir y lo que vosotros creáis conveniente.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!