¡Buenas noches, queridos lectores! ¿Cómo van los últimos exámenes? Espero que todo bien, tanto los de Selectividad como los de recuperación. Pero bueno, hoy os traigo un nuevo relato que escribí hace poco y casi que se podría decir que es "recién salido del horno". Aún así, espero que disfrutéis con la lectura.
Corría y
corría. No sabía hacia donde, ni siquiera tenía claro el motivo cuando cambiaba
de dirección. Lo único importante era correr. Correr antes de ser alcanzado.
Antes de ser atrapado.
Las
ramas de los árboles arañaban mi cara y mis ropajes. Los arbustos los
destrozaban y me causaban cortes. Pero no podía detenerme. Debía correr. Correr
y no parar bajo ninguna condición.
El
agotamiento pesaba en todo mi cuerpo, pero la adrenalina y el miedo de lo que
me perseguía le obligaban a continuar y no mirar atrás. No podía mirar atrás,
porque si lo hacía… ya sería demasiado tarde.
Di un
salto, cayendo por una colina rodando. Me levanté de inmediato y seguí hacia
adelante. Viendo el sol a lo lejos, ocultándose tras las enormes montañas que
escondían infinitas ciudades y maravillas entre sus valles y sus cimas.
Haciendo que la sombra se me cerniera tanto por detrás como por delante. Que me
rodease hasta ocultarme.
Grité
que no lo hiciera, que no se fuera. No debía hacerlo, no podía hacérmelo. No,
no y no. Por nada del mundo. No podía dejarme aquí en medio, abandonado, sin
faro alguno que me guiase.
Escuché
un cuchicheo a mis espaldas, cercano y frívolo. Mierda, ¡mierda! Me había
detenido sin darme cuenta al ver mi única esperanza desaparecer delante de mis
narices. Emprendí de nuevo la marcha, pero sabía perfectamente que ya no
serviría de nada. Me atraparía y no podría huir. No podría escapar de sus frías
garras y haría conmigo lo que quisiera. Formaría parte de mí, aferrándose hasta
lo más profundo de mi alma. Y todo por mi culpa y desesperanza.
Una
sonrisa de formó en la comisura de mis labios y una sonora carcajada salió de
ellos. Una risa tan profunda que parecía provenir desde las mismísimas entrañas
de mi ser mientras abría los ojos como platos y miraba al frente.
Me había
atrapado, sí. Me había atrapado y me envolvía. Me dijeron que no debía dejar
que eso ocurriese. ¡Pero necios quienes lo dijeron! ¡No querían que viera una
nueva visión de la realidad! Una visión nueva, plena y llena de cosas que
cualquier otro no hubiera ni podido imaginar.
Pues lo
que vosotros nombrasteis como locura, a mí se me presentó como una visión mucho
más perfecta de la realidad. Donde las emociones son más fuertes e intensas.
Donde todo cobra distintos sentidos y significados. Donde nunca nada está mal
porque no existe el bien. Y todo con una única sinfonía: una risa continuada
que nunca se apaga.
¿Qué os ha parecido? ¿Os ha gustado? Espero que así sea y que el título no diera demasiadas pistas sobre lo que trataba el relato. Aún así, ya sabéis que aquí abajo podéis comentar, valorar, opinar, compartir y lo que vosotros creáis conveniente.
¡Un saludo y hasta la próxima!
Me ha gustado bastante, pero no termino de entender una cosa. ¿Qué te atrapa? ¿La locura, la imaginación, la mente en sí...?
ResponderEliminarLa locura, se trata de la locura la que atrapa al protagonista. La clave debía estar en la frase "Me dijeron que no debía dejar que eso ocurriese", ya que según la sociedad y la mayoría de la gente "estar loco" es malo y se debe hacer lo posible para no estarlo. Aunque siento que no haya quedado suficientemente claro... Me lo revisaré a ver. Y gracias por el comentario.
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