martes, 10 de septiembre de 2013

Pum pum, pum pum.

¡Buenos días, queridos lectores! Hoy os traigo un relato diferente. ¿Por qué? Bueno, básicamente porque éste tipo de relatos los considero una especie de "relatos visuales". Estos relatos no se basan en los detalles ni demás, sino en los sucesos, es decir, son como si vieras una escena de televisión pero en letras. Lo importante es lo que ocurre y cómo. Los hechos, uno a uno de manera directa, clara y rápida. Nada más.
También he de decir que estoy con una novela que debo intentar terminar en un mes y medio y eso, se crea o no, implica bastante trabajo y dedicación (pese a que esté comunicativo en las redes y demás, eso no significa que no esté pensando en hechos que suceden, escribiendo y demás), es por ello que me he visto algo reducido a nivel de poder subir cosas en el blog, aunque mejor un relato a la semana que nada, creo.
Dicho esto, dejo aquí el relato y os recomiendo que, para este relato, si tenéis alguna canción de ritmo rápido y demás, quizá os ayude a poneros más en la situación, pero eso ya es a gusto de cada persona.


Un disparo al frente. Falló. Adrede. ¿Para qué iba a querer matarlo a la primera? ¿Dónde estaría el espectáculo? Y lo más importante, ¿y la diversión? El disparo, claramente, era para avisarle de que estaba allí y, él, iba a ser su nuevo juguetito hasta que se aburriese. Y lo matara.
El tipo de pelo oscuro, el “juguete”, al ver el disparo en la pared se tiró a un lado y cogió el revólver que llevaba en la cintura para inmediatamente buscar al causante del tiro fallido.
En un inicio pensó que podría haber sido un francotirador debido al disparo, pero lo descartó de inmediato. Si lo hubiera sido seguramente no hubiera errado. Entonces se le iluminó el rostro y pareció comprender que, quien fuera que fuese el pistolero, quería darle un aviso de que estaba allí. Pero esa cara le duró bien poco pues, al ocurrírsele tal “genialidad”, alzó la cabeza y recibió un golpe directo a la nariz de la culata del arma. Instintivamente se llevó las manos a la cara, comprobando efectivamente que se la había roto. Enfurecido miró adelante y vio al otro tipo, joven, de pelo rubio oscuro y una barba mal afeitada de un par de días. Al devolverle la mirada sonrió, provocando al juguete una rabia interior que hizo que se abalanzara hacia él, tirándolo al suelo, y poniéndole el cañón en la sien. Él se rió más.
-¿¡De qué te ríes, gilipollas!?
-De que no te has dado cuenta que te llevo apuntando los huevos todo este rato –y se volvió a reír.
-¿Qué coj…?
No acabó su pregunta. Otro disparo. Esta vez directo a su objetivo. Le reventó el escroto de un solo tiro, haciendo que juguetito se apartara, gritando. El rubiales se levantó y lo miró. Luego le pisó la mano donde llevaba el arma hasta que la soltó y pudo chutarla bien lejos.
-Resolvamos esto a la antigua –dijo, lanzando su pistola también lejos-. A puño limpio, ¿te parece?
-Hijo de put…
No le dejó acabar de nuevo la frase. Le pateó la boca mientras le recriminaba sus malos modales con una risilla estúpida, infantil. El juguete no aguantó más y se tiró encima de él de nuevo, golpeándole directamente sin dudar un momento. Empezó por darle puñetazos directamente a la cara y luego en los costados, pero él se reía más y más. Lo tomó por loco, pero le había reventado los cojones y no iba a perdonárselo. Así que le siguió golpeando, de nuevo en la cara.
Hasta que el pelirrubio paró uno de los golpes tras escupirle sangre a la cara y lo miró serio. Dejando de reírse. Eso intimidó a juguete y recibió de lleno su imprevisible cabezazo. Luego lo giró y se puso él encima. Su mirada le intimidaba.
Le volvió a propinar un cabezazo y volvió a su rostro esa sonrisa burlona, pero como si pretendiera ocultarla. Aunque al siguiente cabezazo no pudo evitar volver a reírse.
Juguete, trastornado, no aguantó más y sacó una navaja de un bolsillo interior de su americana para clavársela inmediatamente en el costillar del supuesto trastornado. Éste se detuvo de golpe y lo miró con los ojos como platos. Juguete sonrió.
El muchacho acercó su cara a él y lo miró directamente a los ojos. Luego lo besó. Juguete se apartó de inmediato, empujándolo, y él se rió de nuevo.
-Bueno, bueno –soltó una descabellada carcajada-. Ya me has entretenido suficiente, pero me aburres –bostezó, exageradamente-. Así que te acabo de dar, como algunos dicen, el beso de la muerte –volvió a reír.
-¿Pero qué mierdas dices?
-Shh, shh. Ahora verás.
Sus ojos brillaban como una estrella y juguete no entendía nada. Aunque a los pocos segundos sintió como su pecho se oprimía, para luego notar un dolor punzante en su corazón. A los pocos segundos, éste reventó.
-Y por eso yo no estoy quieto, juguetito mío –volvió a reír-. Porque si me detengo me pasaría lo mismo.
Dicho esto, el joven lleno de moratones y heridas pasó tranquilamente por el vestíbulo, pulsó el botón y entró al ascensor mientras daba golpecitos con el pie de manera inquieta. Para que su corazón no explotase.


¿Qué os ha parecido? ¿Os ha gustado? Yo a estos relatos los considero casi como los típicos esbozos rápidos que puede hacer un dibujante en una libreta, sin pensarlo demasiado. Pero ya sabéis que podéis opinar, valorar, compartir y demás aquí abajo sin ninguna clase de problemas.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

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