miércoles, 1 de marzo de 2017

Estado anímico

El cristal se despedaza bajo mis pies y el suelo, invisiblemente fragmentado, se agrieta y extiende por una superficie infinita pronta a estallar y a permitir una caída colosal. Los sueños, las pequeñas fuerzas esperanzadoras que sostenían aquel parqué invisible, cedieron y suspiraron “¿Para qué?” mientras su techo temblaba, aterrado, atentando en caer sobre sus indefensos cráneos, para partirlos, sin ruido ni grito alguno. Sin más suspiro que el mudo sonido de mi garganta antes de cortarse, inevitablemente, con algún trozo de cristal y caer al abismo inerte de profundidad.

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