¡Buenas tardes, queridos lectores! Hoy os traigo dos cosas nuevas: el relato presentado, es algo que me surgió hará unas pocas noches, espontáneo, sintiendo unas ganas de escribir que me podían y, al no poder satisfacerlas, sentí enfado hacía lo que provocaba la escritura en mí y lo expresé. Lo expresé de manera literaria en estas palabras que leeréis a continuación.
Y, la segunda cosa, es que quería grabar algunos relatos míos, interpretarlos incluso si me era posible, pero no tuve ocasión en verano. Aunque, para este relato, necesitaba hacerlo. Y lo hice. Así que, abajo del escrito, podréis encontrar un vídeo donde me grabo relatándolo (y espero que os guste la verdad). Dicho esto, os dejo el escrito, para que lo podáis leer recordando que pretende tener un toque de intensidad.
_____ noche_. No, no son malas.
Ni son buenas. Ni son peculiares. Ni son normales. Ni siquiera son plurales. Es
sólo eso, una noche.
Dio un
largo sorbo a su taza. Era bien entrada la noche. Y ahí estaba, frente al
escritorio con su vieja máquina de escribir y una hoja en blanco.
¿Qué iba
a teclear a esas horas? ¿Qué merecía realmente la pena para que estuviera
despierto? ¿Acaso esa hoja importaba más que el sueño?
“Eres un
simple papel”, pensó. “Y si no fuera por mí, ni siquiera tendrías vida.
¿Entonces por qué yo, el escritor, soy esclavo del folio?”
Miró la
hoja con desprecio. Él le daba la vida y ella lo esclavizaba. ¿Qué diablos
quería? Él era su creador, debería hacer su voluntad. Y aún así, eran las
letras. Las palabras, surgiendo desde su misma sangre, que manifestaban su
deseo de vivir a través de sus dedos.
“¡Dejadme!”,
gritaba en su mente. “¡Dejadme en paz!”. Pero él no deseaba eso. Las amaba. Eran
su vida, su droga. El único lugar que le entendía.
¿Por qué
escribía entonces? ¿Necesidad? ¿Esclavitud? ¿Busca de comprensión? No. Escribía
para dar vida a mundos más allá de la realidad.
Escribía
jugando a ser Dios.
Un Dios
esclavo de su creación.
Y como
esclavo, hacía la voluntad de alguien. Que era la tinta y el papel. Quienes le
daban total libertad de crear, siempre que los usase.
Y así,
el escritor, Dios de miles de mundos, pasó a ser el esclavo de algo tan simple
como la hoja y la pluma.
Vídeo: El escritor
¿Qué os parece? ¿Y el vídeo relatado? Bueno, espero que os haya gustado y ya sabéis de más que podéis valorar, comentar, opinar, compartir y demás aquí abajo.
¡Un saludo y hasta la próxima!
Enhorabuena por tu blog, lo acabo de descubrir hace poco y me ha parecido que los relatos son realmente buenos, muy creativos y variados. Realmente transmiten ese "algo" que muchos escritores reconocidos no logran. El de hoy es genial, y en cuanto al audio(que no puedo oir desde el movil) me parece una idea original de difundir la literatura. Y ánimo que realmente merece la pena! =)
ResponderEliminarEs que me da un poco de miedo xD Pero aún así, tiene algo. No sé que tiene, pero engancha lo suficiente, es "especial", tiene esencia y personalidad. Aunque el escritor en el relato no hace nada, no hay acción, y es como que le falta eso, acción.
ResponderEliminarMe ha gustado. :)