viernes, 30 de noviembre de 2012

Un bar cualquiera - Explosión

Buenos días queridos lectores. Hoy me encuentro mejor, pero los días anteriores (martes a jueves) si que estuve para el arrastre, francamente. Espero recuperarme por completo este fin de semana, pero tranquilos, si nada va mal os subiré la continuación y desenlace del pasado relato (Camino al infierno).
También me preguntaba qué os parecía el hecho de que pusiera a veces algunas de las canciones que me da por ir escuchando y, a veces, para inspirar alguna parte de algún relato y demás o, simplemente, para hacer más fluida la lectura de los textos. Pero bueno, si no llegan opiniones al respecto seguiré como ahora: haciéndolo de tanto en tanto, sin abusar tampoco. Aunque he pesado en añadir al blog alguna lista de soundtracks que pegarían o quedarían bien con algún relato. Pero eso ya se vería más adelante.
Pero no me alargaré más, que no estamos para ello; ni yo por como me encuentro ni vosotros después de haber retraso con la entrega (que francamente he pensado en hacer algún dibujito cuando tenga tiempo para ponerlo en caso de que vuelva a ocurrir, pero de momento hay demasiadas cosas por hacer).
Así que bien, os dejo aquí la continuación de la última parte de Un bar cualquiera. Disfrutadla.


La luz de la habitación conjunta me cegó por unos instantes, pero mi vista se adaptó fácilmente y clavé la mirada hacía el lugar de donde percibía que me observaban. No fallé, allí estaba el desconocido de pelo canoso observándome de nuevo. Aunque esta vez su mirada no logró bajar mi guardia. Y, al devolverme la mirada, sonrió como si se hubiera dado cuenta de ello.
Lentamente giré la cabeza hacía la izquierda, ya que el tipo estaba sentado frente a una mesa, y en el otro lado se encontraba Jack invitándome a acercarme y tomar su asiento. Sin dudar ni un instante fui hacía allí y me senté donde me indicaba mientras él se sentaba delante de mí, al lado del otro. Solo nos separaba una pequeña y algo estrecha mesa metálica.
-Querrás respuestas –se aventuró Jack.
-Sí.
-Normal, después de todo…
-Me has dicho que me darías respuestas.
-No te sulfures –dijo el peligris-, Storm.
Le dediqué una mirada de reojo y sonrió de nuevo, como si se burlara de mí al no descubrir lo que me ocultaba.
-Tiene razón –Jack reclamó de nuevo mi atención-, deberías tomarte las cosas con más calma. Y más en estas situaciones.
-¿Qué situaciones? Hasta el momento has matado a uno en mi bar,…
-Eso es lo que tú crees… -murmuró a lo bajini, apenas perceptible, por lo que casi no escuché lo que decía y seguí hablando.
-…mi querida Alice ha desaparecido aunque decís que sabéis donde está, habéis dicho también que no soy humano y de momento sólo tú, Jack, pareces no serlo y, finalmente, me habéis dejado KO a saber por cuánto tiempo.
-Shh…
-¿¡Cómo que “shh”!?
Me levanté de inmediato, tirando la silla atrás y haciendo que cayera por el suelo, mientras daba un fuerte golpe con las manos sobre la mesa. Mis ojos estaban fijos en el extraño, aunque en el fondo todos lo eran.
Al fondo, aún en la puerta por la que había llegado allí, estaba Harry, observando toda la situación sin decir nada. Como si analizara todo lo que se iba sucediendo. Como si fuera un simple juego.
-Siéntate y relájate.
Las palabras de ese hombre me hartaban cada vez más. Aunque parecía haber una lucha interna en mi cabeza como si en parte quisiera hacer caso a sus órdenes, pero por otra quisiera asestarle un puñetazo y descargar toda la ira. Seguramente sería una disputa entre lo que era lo correcto y el instinto, así que al final decidí decantarme por lo correcto y me giré para recoger la silla.
Al agacharme vi como sonreía, con su característica sonrisa pícara de medio lado. Una sonrisa triunfante. Eso colmó el vaso.
Cogí la silla tranquilamente y, cuando la tenía alzada, se la lancé directamente a la cabeza de ese tipo.
Una extraña sensación invadió mi cuerpo, pero fue leve. Como si me hubiera pasado un escalofrío en el que solo había ocupado uno de mis parpadeos. Un parpadeo en el que formé una pequeña sonrisa al ver como la silla iba disparada hacía mi objetivo y, el proyectil que había lanzado, acertaba de lleno. Incluso me pareció verlo en cámara lenta debido a la euforia del momento.
Pero, cuando la silla metálica chocó contra su cabeza, aplastándola contra la pared y manchando todo de sangre, incluso en parte a Jack, el miedo empezó a apoderarse de mí.
Miré a los ojos de Jack, pero estos solo me transmitían un mensaje: ¿cómo se me había ocurrido hacer tal salvajez?


¿Qué tal? ¿Os gustó? Espero que si y, vale, siendo franco.. ¡me encanta dejaros con la miel en la boca! Prometo no hacerlo... siempre, pero alguna que otra vez más si. Ahí está la gracia del escritor: que deje con ganas de más al lector. Pero bueno, ya sabéis que podéis opinar, votar, compartir, enviar y muchas cosas más. Nos vemos en uno o dos días si todo va bien.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

jueves, 29 de noviembre de 2012

Disculpen las molestias

Buenas noches queridos lectores, siento no haber subido el relato todavía, pero es que estos días ando con una gripe de tres pares de narices y eso me está impidiendo, entre muchas cosas, el poder centrarme en los relatos. De veras que lo siento.
Nada más encontrarme mejor prometo que subiré la continuación de la serie y, por si aún me encuentro mal, el relato que tocaría al fin de semana, pero es que un servidor está con unos ataques de tos y moqueo además de fiebre que raramente baja de los 39º (y si lo hace ronda por los 38'7º o por ahí) y apenas he podido incluso concentrarme en los exámenes que he tenido hoy a las dos primeras horas y a saber los de mañana... Pero bueno, no es plan de que os vaya sermoneando todo.. Así que lo dicho: cuando pueda subiré los relatos que queden atrasados y, de nuevo, pido disculpas por el retraso. Lo siento..

   Un saludo y hasta la próxima.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Camino al infierno

¡Buenas tardes queridos lectores! ¿Todo bien? Espero que si. Como dije os haré un pequeño spoiler sobre la serie semanal, pero pequeñito, así que no esperéis demasiado y, por si alguien no quiere leerlo, lo pondré en una letra algo más pequeña y de diferente letra.
Pues bien, en este pequeño avance os digo que se descubrirá más cosas sobre el peliblanco, además del pasado de Matt y su desconocida condición. Sin olvidar que se revelarán ciertas cosillas sobre el porqué de las habilidades y clasificaciones como humanos y no humanos. Pero todo esto lo veréis en ese capítulo, no lo explicaré por aquí. Será la serie quien lo explique.
Bueno, dicho esto, ya lo veréis el próximo miércoles/jueves si no ocurre nada que me impida subir el capítulo (ya sabéis que me excusaría lo antes posible). Y vamos ahora con el relato de hoy.
Es un relato futurista, ciencia ficción, que habla sobre cierto accidente en cierto lugar, cosa que descubriréis al leerlo. Además otras pequeñas cosillas que iréis viendo. Dicho relato tiene una continuación, es decir: lo divido en dos (ya que es bastante largo). Pero la continuación (que es más corta) dependerá de vosotros, los lectores, para variar. Y, por si os interesa, abajo del todo os dejo un pequeño soundtrack con el que hará la lectura... más intensa, emocionante.
Pero no me andaré con más rodeos y ya lo pongo. Espero que os guste.


   Las garras arañaron su armadura, dejando una marca profunda, pero no lo suficiente para dañar al portador, el cual dio una patada a la bestia, lanzándola hacia atrás. Luego dio un rápido corte, partiéndola en dos, y escupió al cadáver.
   Estaba sólo en ese lugar. Todos los demás habían muerto o eso parecía, ya que no obtenía respuesta del otro grupo.
   Miró al frente, viendo como más criaturas se acercaban por el estrecho pasillo, y maldijo el momento en que aceptó la misión.
   Casi todas sus armas de fuego estaban agotadas. Las baterías que tenía no podía malgastarlas, eran su sustento vital para que el corazón siguiera bombeando y su cabeza activa en caso de recibir un golpe fatal. Su cuerpo estaba cansado, pero la adrenalina le mantenía en pie.
   Llevaba horas, días, semanas en ese espantoso lugar. Y, en ese tiempo, solamente había visto como esos seres se iban llevando las vidas de sus compañeros, uno a uno.
   ¿De donde aparecieron? ¿Por qué vinieron? No sabía la respuesta, simplemente sabía lo que las noticias habían dicho antes de ser llamado para la misión: la colonia número 47 había sufrido un ataque desconocido de unos atacantes también desconocidos. Solo hubo un superviviente y, este, tras contar lo sucedido murió la primera noche en que lo hospitalizaron. Dijeron que las pesadillas lo mataron. Pero él sabía que no era así, sino que debió hablar demasiado.
   No dudó y, al primer engendro que se lanzó hacía él, con las garras por delante de sus fauces, le disparó de lleno en el rostro con una de las pocas armas aún con munición. Su cara, si es que se le podía decir así la parte delantera de su mollera, solo constaba de una enorme mandíbula que ocupaba casi toda la pequeña cabeza y unos pequeños orificios que serían sus ojos. Además de que por encima, yendo de allí hasta el final de su abdomen, tenía diversos pinchos, aunque no eran demasiado afilados pues lo comprobó con su equipo al escanear el primero que mataron.
   El animal cayó al suelo, con el cráneo reventado por el laser. “Siempre a la cabeza. En caso de duda, siempre a la cabeza” les habían enseñado y, aunque no siempre funcionara, en esta ocasión no se equivocaron. Solo que a los más grandes había que estallarles también el torso, sino seguían atacando. A ciegas, pero seguían atacando.
   El resto se dirigió hacía su posición, tanto por las paredes como el techo, además del suelo. Eran como unos bichos escurridizos que nunca acabas por exterminar.
   Rápidamente cogió una de las plataformas circulares de su cinto, pulsó el botón del medio, y la lanzó frente a la entrada pentagonal. Nada más tocar el suelo se activó un escudo azulado hasta los límites de los muros. Esos seres no dudaron y siguieron avanzando, lanzándose de lleno a la zona azulada.
   Los primeros la lograron traspasar, pero muertos. Ese muro artificial daba una corriente eléctrica en la parte de quien lo tocara y, como el ser lo traspasó, lo electrocutó entero. Friéndolo vivo.
   El punto negativo es que ese dispositivo absorbía demasiada energía. Y él la necesitaba.
   Pasaron cinco más después del primero. También muertos. Pero el dispositivo empezó a brillar de color rojo, indicándole que empezaría a alimentarse de las baterías del usuario debido a que las del aparato ya se habían vaciado.
   Por eso, él, activó la defensa sólida. Haciendo que la pared eléctrica traspasable se volviera consistente, dejando almacenada allí la electricidad. Haciendo que fuera rompible.
   Las criaturas empezaron a embestir la defensa, llevándose descargas, mientras el pelilargo activaba su espada que constaba con un filo láser. Lo bueno de esas armas es que no gastaban su energía. Por ello tarde o temprano se vería obligado a usarlas. Arriesgándose a recibir más arañazos como el primero que marcó su armadura. Pero estaba preparado.
   Escuchó unas pisadas detrás de él, haciendo que se girara instantáneamente. Pero no por peligro, sino por alegría. Eran pasos de otro de los suyos, algún superviviente del segundo grupo, ya que en la primera bifurcación se vieron obligados a separar el grupo inicial en dos debido a lo amplia que era la colonia.
   En su hombro se podía ver claramente el número nueve, número que tenían los que se encargaban de las armas pesadas y las municiones.
   En su mente agradeció al Todopoderoso que le mandara una ayuda dentro de ese averno.
   El desconocido le saludó alzando la mano y él le señaló con el pulgar la acumulación de criaturas en el pasillo. El otro afirmó con la cabeza rápidamente y no tardó en llegar y poner a punto una ametralladora pesada que empezó a disparar nada más romperse el escudo.
   Los seres cayeron como moscas, reventados por la lluvia de balas que estaban recibiendo. Manchando todo de su sangre azul celeste.
   Los que lograron sobrevivir a tal ataque fueron atravesados por la espada láser.
   -Pensé que todos habían muerto –dijo quien portaba la espada mientras se limpiaba la sangre de su frente.
   -Número siete fue uno de los primeros en caer –dijo con una voz algo metálica, debido al casco que llevaba puesto-, por ello perdimos la comunicación. Yo también pensaba que estaba sólo.
   -Gracias a Dios llegaste a tiempo, no me quedan apenas recursos.
   -Entiendo, luego te suministraré lo que necesites número dos. Ahora debemos asegurar un perímetro y acabar con la misión.
   -Kilian, mi nombre es Kilian –se presentó el experto en lucha-. Estando en este abismo no creo que importen las designaciones. ¿Así que cuál es tu nombre?
   -No estoy autorizado para revelar mi identidad, al igual que tú. Número dos.
   -Llámame Kilian.                                                                                                                   
   -Como quieras, número dos. Si quieres que te apode Kilian, lo haré. Pero no esperes lo mismo de mi parte.
   -En fin… -escupió al suelo-. ¿Cuál es el plan?
   -Tu deber es encargarte de eso. Kilian. Los número dos no solo luchan. También planifican.
   El tipo lo sacaba de quicio, ahora entendía porque le mandó con el otro grupo. Pero aún así le indicó que pusiera cargas explosivas en el pasillo por el que había venido y en el que ahora cruzarían ya que, por lo visto, aunque él fuera el último superviviente no quedaban más bestias de esas en la zona de la que vino. Y, en caso de fallar, esas criaturas no saldrían del lugar accidentado.
   Número nueve obedeció y puso los explosivos, sincronizándolos con las baterías de emergencia aferradas a sus latidos. A los de ambos, por si uno de los dos moría que el otro pudiera escapar y detonarlo desde fuera. Tras eso, Kilian recibió los suministros y se inyectó un energizante en el cuello para recuperar fuerzas ahora que su nivel de adrenalina había disminuido.
   Sin perder más tiempo, se pusieron en marcha. Atravesando ese largo y oscuro pasadizo. Yendo directamente a las fauces de las bestias.



¿Os gustó? Espero que si, tanto como a mi escribirlo. Además de que opino que leerlo con la canción hace que se intensifique la escena, pero eso es a gusto de cada uno. Como el hecho de que a mi muchas veces me gusta escribir escuchando música (mejor soundtracks que canciones, francamente. Aunque desconozca de donde sea dicha música). Así que bueno, ya sabéis; si os gusta podéis votarlo, compartirlo, expresarlo y todo lo que queráis. Y me despediré ya.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Un bar cualquiera - Encargado

¡Buenas tardes estimados lectores! Espero que les gustara el último relato, aunque francamente sé que se podría mejorar un poco. Mea culpa. Y bueno, he de avisar de que esta es una semana de locos (al menos para mi...), así que haré lo que pueda este fin de semana para subir el relato. Pero tranquilos, lo tendréis. ¿Acaso os iba a dejar sin?
Pero no me andaré con más rodeos. Os dejo con la continuación del último capítulo de Un bar cualquiera (Recuerdos), pero como avisé en esa entrada, este capítulo también es algo corto, por lo que dependiendo de vosotros, este jueves subo la continuación o... a esperar otra semana. Aunque no creo que vaya a ser "tan cruel", seguramente os acabaré haciendo aunque sea un spoiler. Y vale, ya os dejo la continuación, disfrutad de la lectura~


Me incorporé de golpe. Estaba en una cama, dentro de una estancia casi completamente vacía, pues sólo había una pequeña mesita de madera con una lamparita a mí lado, de paredes grisáceas.
Miré a mí alrededor otra vez y reparé en que la mesita tenía un pequeño cajón. Acerqué mano, temblorosa, al paño y, nada más cogerlo, escuché como una puerta se abría a mis espaldas, haciendo que ladeara un poco la cabeza instintivamente. Aunque no vi quien había entrado.
-¿Así que ya estás despierto –dijo una voz suave que inspiraba serenidad-, eh Matt?
Me giré por completo y observé atentamente al desconocido. Era un hombre, más joven que yo, pero no demasiado. Seguramente tendría unos veintisiete años, quizá algo menos. Su pelo, negro como el carbón, era corto, aunque una mecha verdosa caía de la parte derecha de este, como si se tratara de una patilla de color verde esmeralda, solo que algo más oscura.
Sus ojos, o mejor dicho su único ojo visible, ya que el izquierdo estaba tapado por una especie de monóculo con el vidrio tintado, era de un color marrón, marrón abedul.
A nivel de vestimenta, llevaba unos pantalones “multibolsillos”, como los de los electricistas, de color azul oscuro juntamente a una camiseta negra con el logotipo de una serie que había visto hacía tiempo por televisión. Algo relacionado con no sequé isla.
Él sonrió amistosamente. Luego se presentó, supongo lo hizo a que no disimularía mi análisis; nunca se me había dado bien mirar a alguien de escondidas.
-Harry, mi llamo Harry Dietrich. Se podría decir que soy el encargado del funcionamiento de este lugar –bostezó, a la vez que estiraba el brazo contrario del que utilizaba para taparse la boca-. Trabajo que, aunque te pueda parecer justamente lo contrario, no es nada fácil. Además, si sucede algo, pues bueno… la culpa para el bueno de Harry.
No respondí verbalmente, simplemente asentí y prosiguió.
-Pero bueno, no pretendo aburrirte con mis problemas. Tenemos que ir afuera, Jack te estará esperando.


Sí, lo sé. Es corto, muy corto. Podría haber juntado este capítulo con el anterior. También lo sé. Pero en toda serie hay capítulos cortos que tarde o temprano llevan a otro de más largo y, por ello, no hay que ser impacientes que seguramente subiré la continuación antes del próximo miércoles-jueves de la semana que viene. Y bueno, sin ir más lejos, ¿que os pareció? Espero que os gustara a pesar de su brevedad.
Y ya sabéis de sobra que podéis expresaros abajo, donde la reacción de "melancólico" creo que al final, por desgracia, se va a tener que quedar ahí hasta nuevo aviso.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

sábado, 17 de noviembre de 2012

Buitres

¡Buenos días estimados lectores! A ver si puedo seguir esto de ir subiendo entradas de buena mañana más a menudo. Y al final no subí la continuación de la serie semanal (Un bar cualquiera) ya que las visitas y opiniones... No me pareció suficiente. Y no, no es por egoísmo, sino que a veces "lo que uno quiere, algo le cuesta" y, simplemente, pedía algún "twitteo" más. O, al menos, más de un par de votos en las reacciones. Pero en fin, este miércoles/jueves subiré la continuación y, como es también algo corta, quizá haga dos capítulos juntos. Pero ya veré, como bien sabéis eso depende de vosotros.
Pues bien, pasemos al relato de hoy, titulado "Buitres".
Este relato lo escribí el otro día, no hace mucho, y quizá bastantes vayáis a saber la temática con solo leer el titulo, aunque sino, una vez leído el relato, creo que quedará bastante claro...
Así que aquí os lo dejo, espero que os guste.


   Un golpe. Luego otro. Seguido de un tercero. Continuando por un cuarto. Así, día a día. Momento por momento. Recibiendo golpes, una y otra vez. Un no parar. Hasta que, uno de esos días, decidió detenerlo.
   Al principio no le funcionó para nada. Salió aún más malparado, ya que los golpes se doblaron en cantidad y fuerza. Haciendo que se replanteara la idea de volver a rebotarse. Pero, aún así, volvió a hacerlo.
   Se alzó de nuevo, deteniendo uno de sus porrazos. Dicha acción les pilló por sorpresa, ya que pensaba que con la última vez lo habían dejado suficientemente claro pero, al ver que no fue así, volvieron otra vez con una reprimenda mayor a la anterior. Esta vez no se acható. La recibió con todas las cabezas bien altas.
   Cayó más de uno ante esa fuerza y opresión, pero muchos aguantaron. Y, cuando los golpes parecieron suavizarse, detenerse momentáneamente, actuaron.
   Los guardias habían comprendido que no podrían oprimirlos por siempre, aunque fuera a las órdenes de otro. Comprendieron que, aquellos que recibían los golpes, sus golpes, también los recibían por ellos. Así que, no solo les dejaron pasar, sino que se unieron a ellos.
   Hubo más golpes, si. Pues no todos se unieron. Aún había fieles y creyentes a sus mandatos, a su ley y orden. Gente que no veía más allá de eso y, por ello, lastimosamente recibieron. Recibieron, por primera vez, los golpes que habían proporcionado siempre.
   No todos estaban a favor de pagarles con la misma moneda, pero otros querían desahogar todo lo comprimido. Por lo que más de un revés se soltó durante el asalto, inicialmente, pacífico. Pero quienes les habían golpeado de buen inicio solo sabían hacer eso, apalear. Y, por ello, algunos se les unían.
   Hasta que llegaron a la gran sala. Donde se encontraban ellos. Los que controlaban mucho más allá de hasta donde la vista alcanzaba.
   Al principio temblaron. Sus caras estaban desfiguradas. Mostraban un pánico y terror puro. Lo único sincero que les habían mostrado hasta ahora.
   Los pueblerinos se acercaron. Ellos, como liebres, retrocedieron asustados. Ninguno de los presentes alzó la mano. Simplemente bastaron unas miradas. Unas miradas que decían “por fin hemos logrado llegar aquí y, ahora, ya sabéis que podemos volver a llegar”. No hizo falta nada más que un paso para que, esas ratas corrompidas por el poder, se empezaran a pelear entre ellas. Traicionándose por salvar su pellejo.
   Uno de la muchedumbre les escupió y, ellos, volvieron a mirar al pueblo. A su pueblo. Y observaron la imagen que sus mentes nunca olvidarían, pues a la mañana siguiente fueron desterrados. Exiliados de sus propios dominios.
   ¿Su crimen? No tener nunca suficiente.


Bueno, ¿les gustó? Espero que si, además de haber leído entrelineas. Pero bueno, cada uno a su gusto. Aún sigo mirando de como "arreglar" lo de melancólico en Reacciones, que me está costando más de lo que pensaba, pero sino ya sabéis: lo que aparece cortado es "Melancólico" y está dentro de las reacciones para valorar la entrada y el relato.
Así que esto es todo por hoy, nos vemos el siguiente día con la continuación de la serie que, espero, que os esté gustando.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Un bar cualquiera - Recuerdos

¡Buenos días queridos lectores! Cuanto tiempo sin hacer una entrada de buena mañana, ¿eh? Bueno, he de admitir que esta vez me permito el lujo por lo de la vaga general (sé que debería estar manifestándome y todo eso, pero aún tengo muchas cosas que hacer y, francamente, no hay nada como poder publicar algo de buena mañana.
Así que bueno, hoy no tengo demasiadas cosas que contar, ya que es una entrada publicada de "buena mañana". Así que os explicaré algunas cosas que tenía pensadas:
Para empezar, seguramente utilice lo de Wattpad (y alguna web por el estilo) donde colgaré el inicio de esta serie (si le gusta a la gente... Que lo lean directamente del blog, jeje) y algún relato más. Pero tranquilos, el blog será el único lugar exclusivo donde colgaré mis escritos (a no ser que se presenten para un concurso y deban ser inéditos, claro está).
Así que bueno, vayamos al relato. Hoy es un capítulo corto, como toda serie, tiene sus capítulos más largos y más cortos, pero creo que este no hacía falta alargarlo más. Una vez leído supongo que lo entenderéis. Pero no os entretendré más, aquí lo tenéis:


Volvía a tener trece años, estaba en la escuela. Primaria aún, ya que tuve que repetir un curso debido a las mudanzas al piso de soltero de mi padre desde que mi madre murió en un accidente automovilístico, en el cual yo estuve. Esa mudanza se debió a que él no ganaba lo suficiente para poder pagar la hipoteca de la casa del campo donde habíamos decidido vivir hasta entonces, aunque fuera el sueño de mi madre. Nunca mi padre me echó nada en cara, pero tampoco quiso hablar del tema. Sabía perfectamente que le afectaba, pues todas las noches de mis once años lo escuchaba llorar en la habitación de al lado. A pesar de que él no dijera nada yo sabía por alguna razón, que su muerte había sido culpa mía. Yo hubiera podido evitar ese accidente, pero era esa sensación que tienes de pequeño de poder hacer todo pero no saber cómo.
Todo eso pasó por mi mente durante, por mi mirada clavada en el reloj de aguja de encima la pizarra, sólo dos minutos. Todo el accidente, el camión precipitándose hacía nuestro coche, pareciendo que todo fuera a cámara lenta debido a la tensión. Toda la mudanza, donde mi padre casi ni hablaba ni comía, solamente actuaba con la mirada perdida. Todo ese año, que pareció no tener sentido alguno. Todo circuló por mí mente en apenas dos minutos.
Algo no cuadraba en eso. Todo un año vivido en dos minutos…


Vale, sé que puede ser bastante breve, así que me replantearé si mañana subir el siguiente capítulo, ya que también es cortito, eso sí. Me basaré en subirlo o no dependiendo de las visitas en el blog a partir de este relato corto y en las valoraciones que la gente deje abajo (reacciones y demás), sino... A esperar a la siguiente semana. Y no, no lo hago para obligaros a votarlo ni nada, sino para ver que os parece y, además, ver si os está gustando la serie.
Pero bueno, esto es todo por ahora, así que nos volvemos a ver mañana o, sino, el fin de semana.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

domingo, 11 de noviembre de 2012

Y todo acabó

¡Buenas noches estimados lectores! ¿Pensabais que os ibais a quedar sin relato de fin de semana? Pues no, quizá algo tarde, pero dicen que lo bueno se hace esperar.
Me he dado cuenta que la ranura de "Melancólico" de reacciones ha quedado tapado por el dichoso "twittear". Esta semana que viene intentaré ir mirando como solucionar el problema.
Bien, bien, voy a empezar diciendo que el retraso tiene justificación: ando con la corrección y revisión final de la primera parte de una saga que ando haciendo. Por eso ando algo liadillo. Pero no os diré más detalles hasta llegada la estrena o este apunto de llegar.Así que bueno, centrémonos en el relato que hoy os traigo recién sacado del horno de mi inspiración (si, lo acabo de escribir para vosotros, estimados lectores. Me sentía inspirado.)
Es un relato breve, podría decirse que una historieta élfica, todo y que no lo es del todo. Una vez leído comprenderéis a que me refiero.
Esta recién sacado de mi cabeza mientras escuchaba algunas canciones que uso a veces para escribir. En este caso usé la de "After the Fall" de "Two Steps From Hell" (debajo del relato os dejaré el vídeo de Youtube, para quien la quiera escuchar mientras se lee el relato, cosa que recomiendo.)
Así que a continuación os dejo el relato, disfrutadlo:


Una guerra terminada. Unos bandidos asaltando uno de sus pelotones. Unos guerreros cansados luchando por sus vidas. Un arquero apuntando desde la copa del árbol. Una flecha con mi nombre grabado en su punta. Un disparo certero. Un golpe mortal.
Había servido a mi rey durante todos estos años de vida. Le había sido tan fiel como a mi esposa, quien me esperaba en casa. Había luchado por su gloria y honor para extender su reino al largo del continente. Para garantizar la protección del reino y de mi familia de otros agresores. Pero ya había vivido mucho y la dama negra pareció darse cuenta. Por ello grabó mi nombre en esa flecha del arquero más torpe de esa escuadrilla de bandoleros.
Desdichada mi fortuna en ese instante. Pero benevolente en los instantes pasados, donde la gloria y el honor me sobraba por tantas arduas victorias.
Vi al arquero. Un muchachuelo joven, de cabellera rubia, algo oscura, y tez muy pálida. Ojos grandes, como los de un niño, y pecas en sus mejillas. Orejas puntiagudas. Un Et’inei en la vieja lengua. Un elfo común en la vulgar, la lengua humana.
Seguramente sería un ladronzuelo que se vio obligado a unirse a ese grupillo para tener algo que llevarse a la boca. Lo vi un momento y lo comprendí. Él también me vio y me entendió. Ambos supimos que luchábamos por unas causas justas. Ambos luchábamos por poder volver a casa, con nuestros seres queridos y que la guerra dejara de amenazar nuestro porvenir.
Saltó, hacia mí, intentando coger la flecha al vuelo. Pero no llegó y cayó al suelo de bruces. Como yo de mi montura. Se levantó como pudo, mientras yo le observaba desde el suelo y mis compañeros, ignorándome, seguían enfrascados en la lucha.
Vino arrastrándose hacia mí y me envolvió en sus brazos. Era joven, sí. Pero sólo de rostro. Debería tener la misma edad que yo. Me miró y me habló en la vieja lengua. No lo comprendí. Él lo entendió y, como pudo, tradujo unas disculpas.
–Yo… Siento –dijo.
Sonreí y cerré los ojos, lentamente. Él me abrazó con más fuerza mientras repetía sus palabras, entrecortadas. Lloraba. Lloraba por un desconocido. Y yo sonreía. Sonreía por un desconocido. Y, mientras veía que mi vida se escapaba con mis últimos alientos, él puso su cabeza en mi pecho herido, mezclando sus preciadas lágrimas con mi sangre.
Quién adivinaría que, después de todo este tiempo batallando, no llegué a comprender a mis enemigos hasta que, uno de ellos, me abatió sin desearlo realmente. Y que el mismo que me abatió me comprendió. Nos comprendió a todos.



Bueno, ¿les gustó? Espero y deseo que si. Ya sabéis de sobra que podéis votarlo, comentarlo y demás en todas las opciones que tenéis al final de cada entrada. Pero bueno, esto es todo por ahora, intentaré arreglar lo de "melancólico" de las reacciones y a ver si sale todo bien. Así que me despido ya hasta la siguiente entrada que narrará la continuación de Un bar cualquiera, formando así la tercera parte de la serie.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

jueves, 8 de noviembre de 2012

Un bar cualquiera - ¿Respuestas?

¡Buenas tardes estimados lectores! Como os dije, hoy os cuelgo la continuación de Un bar cualquiera ya que resultó ser el relato victorioso en la encuesta (3-1). Anda que... Podríais ser un poquitín más participativos, que la literatura no muerde. Al menos no más allá de la imaginación.
Pero antes, quería avisar de que seguramente las entradas las subiré por la tarde debido a que, básicamente, me es más cómodo y fácil subirlas. Además de que me da algo más de tiempo para echar un último repaso a los escritos antes de subirlos, aunque claro, los que ya tenía escritos de antes, suelo dejar un poco la esencia del momento. Al menos eso intento. Y este es el caso de este capítulo de la nueva serie semanal, que ya lo tenía escrito (como algunas continuaciones de Un día más en la rutina), por lo que seguramente se notará un poco la diferencia cuando sea un relato recién escrito a uno guardado de antaño.
Bueno, no me enrollo más. Esta vez, el relato no es tan "movidito", es más bien pausado, aunque espero que eso no sea motivo para que os deje de gustar. Además de que se presentaran a un par de personajes nuevos, pero no os adelantaré más cosas; leedlo mejor vosotros.
Y, dicho esto, aquí tenéis el relato:

Las palabras de Jack me habían desconcertado, confundiéndome y poniéndome nervioso por ello. ¿Cómo podía ser yo uno de esos mutantes cuando nunca había mostrado ninguna anomalía? Ni siquiera en las muchas visitas al médico u hospital. Lo que decía no podía ser verdad, me estaría mintiendo o se lo estaría inventando. No había otra explicación.
-Matt, sé que quizá no entiendas lo que está pasando -su voz estaba calmada-, pero debes confiar en mí -su mano volvió a la normalidad-. Te iré contando por el camino.
Al escuchar su voz mi mente encontró una respuesta a todos los interrogantes que surgían en ella. Él. Debía aceptar acompañarlo o apartarlo completamente de mí, pero sabía perfectamente que si escogía una cosa eliminaría por completo la segunda opción. No dudé y le respondí, rápidamente, sin pensarlo dos veces.
-Quiero saberlo todo.
Torció sus labios, a muestra de sonrisa, y se dio la vuelta para abrir la puerta y salir por esta. Tomé esa sonrisa como una señal para que le siguiera, así que lo hice tras coger mi chaqueta de cuero marrón y ponérmela, además de coger las llaves del piso para cerrar la puerta. Cuando me giré para seguirlo ya estaba bajando las escaleras, a punto de llegar al vestíbulo.
A pesar de rozar los treintaicuatro años siempre he sido bastante perezoso cosa que hace que, a pesar de estar en un tercer piso, use el ascensor para subir y bajar cuando seguramente cualquier otra persona de mi edad hubiera podido alcanzarlo con un par de saltos. Así que, mientras él acababa de llegar abajo, yo fui hacia el ascensor, pulse el botón, esperé a que llegara dando golpecitos con el pie. Al llegar subí nada más abrirse las puertas y estuve esperando, tras pulsar la letra correspondiente, a que bajara al vestíbulo. Como en las películas, en este ascensor sonaba una musiquita de espera mientras funcionaba. El ding del ascensor indicó su llegada y se abrieron las puertas. Nada más salir me dirigí a la puerta de entrada.
Jack estaba fuera, en un deportivo. Me miraba fijamente, serio, esperando a que subiera. Con toda la calma me dirigí al vehículo, abrí la puerta del copiloto y me senté.
-Has tardado -se limitó a decirme con tono molesto.
No respondí a su clara afirmación, así que prosiguió.
-Lo prometido es deuda. Te contaré lo que ocurre y cual es el problema en el que necesito de tu colaboración -se crujió los dedos, mientras estiraba los brazos adelante, y puso el coche en marcha-. El caso es que no se conoce claramente tu mutación, pero no debe ser demasiado significativa, la habríamos notado mucho antes. Aún así ha sido mejor que lo notáramos nosotros a que hubieras sido tu mismo o cualquier… otro -aceleró el automóvil-. Por lo que no tienes debes preocuparte de nada. Alice ha desaparecido si, pero es mejor por el momento ya que…
-¿¡Cómo puede ser mejor que mi mujer haya desaparecido!? -Le interrumpí echándole eso en cara, pues ya me había callado suficiente con preguntas que seguramente me fuera a responder más adelante. Aceleró.
-No te sulfures –dijo con una calma odiosa-. Todo a su tiempo. Déjame terminar –suspiró-. Que haya desaparecido garantizará que no nos interrumpa, además de que sabemos su posición y, antes de que digas nada, por ahora no podemos llegar hasta ella –respiró hondo-. Siguiendo con el tema principal, te llevaré a un lugar donde conocerás a unos cuantos más del equipo. Intenta ser paciente.
El coche frenó de golpe. Habíamos llegado muchísimo más rápido de lo que imaginaba. Jack salió del coche y yo le seguí. Puso el seguro pulsando un botoncito de las llaves y se dirigió hacia un callejón al comprobar que iba hacía él.
Después de caminar un buen trazo, bajó por unas pequeñas escaleras que parecían dar al sótano del bloque de pisos del lado izquierdo. Al llegar a una puerta tachonada con algunas tablas de madera dio tres golpes en estas. Estaba a punto de reprocharle el hecho de que allí no había nadie, pero la puerta se abrió hacia dentro. Por lo visto habían recortado los tablones clavados, tras ser colocados, a la medida justa de la puerta para que pudiera abrirse con normalidad.
Dentro reinaba  la oscuridad, aunque al poco rato una bombilla de techo, con su respectiva cuerdecilla, se encendió, dejándonos así ver al tipo que había justo delante de mí.
-Oh, parece que has traído una nueva amistad la cual supondré que es de merecer nuestra confianza, pues ha sido conducido aquí por un viejo conocido. ¿Me equivoco?
-No, no te equivocas.
-Bien -hizo una sonrisa gentil y abrió la puerta de detrás suyo para dejarnos pasar.
El chico parecía rondar por los veinte y pocos, aunque iba vestido de manera muy formal, al igual que sus maneras. Incluso su peinado era de ese estilo. El traje, por lo que pude ver con esa poca luz, debía ser caro, pues en las tiendas convencionales nunca había visto trajes parecidos a esos. Incluso parecía que fuera de otra época, rondando el siglo diecinueve.
Pasé tras de Jack y el joven desconocido detrás mío. El sótano, que antes me había parecido una jaula para pájaros, se ampliaba muchísimo más tras esa segunda puerta, además de que estaba mucho mejor iluminado. Disponía de unos pocos fluorescentes colocados estratégicamente para iluminar solamente las partes que parecían más útiles, como las pocas mesas y sillas que había por allí.
La mayoría de las paredes estaban cubiertas por archivadores y habían un par de ordenadores encendidos en las mesas del fondo, pero estos solo disponían de la iluminación azulada de sus pantallas. Para ser un simple sótano con un par de cosas sencillas me pareció que el espacio estaba bien aprovechado.
-¿Para qué tantos archivadores? -Pregunté intrigado.
-Ah, no tienen nada de especial: papeles, folletos, algún que otro mapa… Nada del otro mundo -respondió Jack como si le aburriera el tema y se dirigió a la cafetera que había en una mesita. Se sirvió un café y luego fue a la mesa metálica más apartada del lugar, justamente a la otra punta de los ordenadores-. ¿Más preguntas?
-No, creo que no…
-Bien -habló un tipo alto, con el pelo despeinado de color grisáceo y barba de un par de días mal afeitada. Me miró de arriba abajo y se sentó al lado de Jack. Sus ojos tenían un color azul mar, el cual daba una agradable calma y serenidad.
A pesar de su aspecto, el agradable sosiego que producía el color de sus ojos daba la impresión de que se pudiera confiar en él; no daba señal alguna de peligro o motivo para molestarse. Al contrario, daba una sensación de confianza.
-¿Quién es? -Preguntó a Jack sosteniendo todavía su mirada en la mía.
-Matt, se llama Matt Storm. Él también tiene… cualidades.
-Entiendo… -esbozó una pequeña sonrisa, apenas visible-. Y bien, Matt Storm, ¿sabes tus cualidades?
Antes de poder responder a la pregunta sentí un pequeño mareo que, aunque duró poco, provocó que casi fuera de narices al suelo si no me hubiera sujetado a una mesa.
-Por lo visto no las sabe y, si es que tiene, deben estar bien escondidas –se auto respondió-. ¿Estás seguro de que este sirve?
Jack me echó una mirada antes de responder.
-No tengo ninguna duda.
 -Bien.
Se levantó, vino a mi lado y me miro fijamente. Su acción me inquietó pero fue solo un momento, ya que esa sensación de nervios fue sustituida por una agradable y suave calma que hacia descansar cada rincón de mi, antes tenso, cuerpo. Tras eso me indicó que lo acompañara. Y eso hice, sin saber muy bien el porqué, pero lo hice.
Pude observar de reojo como Jack asentía con la cabeza de manera confirmatoria a lo que estaba haciendo. Tras eso volví la mirada al frente y ese tipo me abrió una puerta metálica que había entre dos archivadores, marcándome que pasara primero.
La estancia era pequeña y estaba iluminada con un solo fluorescente algo fundido, haciendo que estuviéramos casi a oscuras. Me señaló la silla de la pared del fondo y me senté ahí. Minutos después de que el tipo cerrara la puerta, cogiera una silla de plástico para ponerla enfrente de la mía de metal y se sentara, perdí la consciencia.


¿Y bien? ¿Os ha gustado? Espero que si y lo expreséis donde las reacciones y, si no es así, siempre podéis comentarlo o mandar algún mensaje al correo electrónico proporcionado. Espero que no se os haya hecho demasiado largo la continuación (son un par de páginas a word). Pero bueno, me despido ya.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

domingo, 4 de noviembre de 2012

Flashes

¡Buenas noches estimados lectores! Este puente he andado un pelín ocupado debido a estar con familia y al Salón del Manga de Barcelona, por lo que he estado bastante ocupado francamente. A pesar de esto, he podido ver que, por alguna extraña razón, los votos de la encuesta van y vienen, desapareciendo a veces y no sé el porqué (la última vez, antes de que se pusiera a 0 a mi vista, iban 2-1, a favor de "Un bar cualquiera"). Espero que para cuando acabe la encuesta los votos se vean, sino solo me podré basar en ese 2-1 que vi.
Cambiando de tema, seguramente los miércoles-jueves haga la serie semanal y los "findes" el relato suelto, además de cosas varias, pero esto ya se determinará mejor en la próxima entrada, de momento os dejo con el relato de hoy, que trata de otro sueño mío pero, este, es el más extraño que he tenido hasta ahora.
¿Por qué, os preguntáis? Pues eso se debe a que este sueño llega a continuar cuando incluso me despierto, aunque sea levemente (supongo que ya lo comprenderéis cuando lo leáis), además de que es uno de los más paranoicos que he tenido. Aunque, también, es uno donde incluye algún mensaje subliminal de mi subconsciente o, al menos, esto me ha llegado a transmitir. Otra cosa es que lo haya podido entender bien o no.
Pero bueno, no me iré por las ramas y os lo dejo a continuación para que podáis leerlo:


   Otro flash azulado invadió mi vista, mostrándome el rostro de un desconocido. Solo duró unos segundos por lo que seguí andando por la calle, como si nada, pero otro flash volvió. Otro desconocido, también parecía dormido, pero algo me decía que no lo estaba. Seguía caminando, intentando desviar mis pensamientos de estos flashes aunque estos parecían no gustarles la idea, pues otro ocupó mi visión y, este, no duró unos segundos.
  Esta vez podía ver perfectamente el rostro de los desconocidos. Algo me decía que eran personas, pero su aspecto no era del todo parecido a un ser humano: su cara tenía diversos bultos, sobretodo en mejillas y pómulos,  y el bello de su cara, pues esta cara masculina disponía de una espesa y oscura barba, seguramente castaña pero el liquido azul que la rodeaba le daba un tono más oscuro, parecía puntiaguda, como las púas de un puerco espín.
   La calle volvió a mi mirada y llegué a la puerta de mi casa. Puse la mano en el pomo y lo giré. Un nuevo flash, momentáneo, ocupó mi mente.
   El hombre abría la boca y los ojos exageradamente, como si intentara gritar, como si estuviera sufriendo y, mi vista, se iba alejando de su rostro, dejándome ver como este estaba desnudo, dentro de un tubo lleno de líquido azul y lleno de cables. A su lado había otro cuerpo, de una mujer. Al otro lado, otro hombre y, así, sucesivamente, haciendo una hilera de cuerpos masculinos y femeninos desnudos, dentro de tubos, despertándose poco a poco al abrir los ojos y la boca, intentando gritar. Intentando mostrar su sufrimiento.
   Volví a la realidad y pensé en el último flash. Parecía que estuvieran en un laboratorio. ¿Quizá eran experimentos? ¿Quizá intentaban mandarme algún mensaje? No lo sabía. No sabía absolutamente nada a, excepción, de que aunque esos cuerpos fueran unos seres un tanto extraños, algo me decía que eran personas.
   Una especie de déjà vu cruzó mi mente diciéndome que algo no encajaba en el lugar. Miré a mí alrededor, todo parecía normal, pero este parecía decirme que estaba allí por alguien, que esa no era mi verdadera vida.
   Entré en casa y mi madre me recibió, echándome la bronca por cualquier tontería, como solía pasar. Solo que, esta vez, esa extraña sensación, me decía que no era la verdadera, que había algo raro en ella que no lograba ver por mucho que intentara fijarme.
   Acabé subiendo a mi habitación, dando un portazo al encerrarme dentro debido al cabreo, y me tumbo en la cama.

   Acto seguido me despierto, tras haberme tumbado en la cama de esa supuesta realidad, debido al griterío de mi padre diciéndome que me despierte, que ya era hora. Yo le respondí, inconscientemente, que ya estaba despierto. Pero seguía con los ojos cerrados y, hacía nada, estaba soñando. Entonces, ¿cómo podría haber estado despierto si estaba dentro de un supuesto sueño?
   Bajo y voy al baño, donde me quedo mirándome al espejo. <<Esta rutina me está matando>> sale de mis labios, sin que yo lo pensara y, estas palabras, hace que mi mente asocie algunas palabras: “matando de consumiendo, me consume esta rutina”. Al pensar eso veo un rostro parecido al mío en el reflejo del espejo, pues me siento identificado, pero solo por los ojos ya que, el resto de la cara, es bastante distinta. Empezando por el hecho de que ese rostro era de un adulto. Me froto los ojos y miro de nuevo al espejo, donde ahora veo mi rostro normal solo que tiene unas ojeras enormes y, en la parte más cercana a la nariz del ojo derecho, tengo un pequeño arañazo que el día anterior no tenía.
   Suspiro y noto mis hombros y brazos cansados y pesados, como si me hubiera peleado o algo similar hacía relativamente poco. Miro de nuevo al espejo y veo unos ojos, mirando mi reflejo desde detrás de mí. Vigilándome.

   Nada más verlos me vuelvo a despertar, esta vez por culpa del despertador. Por lo visto, mi padre sigue durmiendo y aun quedaba algo de rato para tener que ir a clase.


Bueno, ¿qué os ha parecido? ¿Os ha transmitido alguna cosa que se pueda pasar por alto? ¿Habéis podido entenderlo del todo? Me gustaría saber vuestras opiniones, ya sea comentándolo o por algún e-mail al correo electrónico del blog. Sino, al menos, ya sabéis que podéis valorarlo y compartirlo con vuestras amistades (que nunca está de más, francamente).
Así que esto es todo por el momento. No olvidéis, si tenéis tiempo, de votar el vídeo del concurso literario en el que participo, me haríais un gran favor. Os dejo de nuevo aquí el link del vídeo del concurso y bueno, esto es todo por ahora.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

jueves, 1 de noviembre de 2012

Arachs

¡Buenas noches estimados lectores y... Feliz Halloween! (o castanyada, para los congéneres catalanes) Hoy empezaré informándoos de que han escrito ¡mi primera reseña! Universo La Maga ha sido quien se ha dedicado a redactarla y, francamente, ¡estoy eufórico, emocionado! Dicha reseña la podréis encontrar aquí. Espero que podáis echarle un vistazo, incluso han incluido uno de mis relatos.
Pero bueno, no me alargaré mucho más, a continuación trataré sobre el relato de hoy o, mejor dicho, sueño (ya dije que hacía tiempo que no subía ninguno y que ya era hora en una anterior entrada).
Pues bien, este sueño es algo raro y confuso y aparecen algunas personas y cosas concretas, por lo que he retocado y perfilado más esos detalles para que podáis imaginaros la lectura tal y como yo tuve el sueño. Pero bueno, aquí os lo dejo:


   Me encontraba reunido en el interior de una clase de mi instituto, solo que esta vez las mesas individuales se encontraban formando un cuadrado, dejando vacío el centro. Todos hablaban a la suya, ignorando al resto, pero el tema era común: qué debíamos hacer.
   ¿Sobre qué? Sencillo. Por lo visto queríamos ir al pasado, a la boda de dos miembros de la reunión debido a que nadie había podido asistir en su debido momento y, desde ese día, habían sucedido unos extraños sucesos de los cuales no estaba demasiado bien informado.
   La puerta se abrió y, desde el oscuro pasillo, entró un anciano encapuchado, vestido con una oscura túnica y llevando en su mano derecha un viejo cetro. Se trataba del guardián, que venía a informarnos de que los Aranchs estaban listos, por lo que debíamos darnos prisa en elegir las cuatro personas, como mucho seis, que iban a ir pues, si tardábamos demasiado, se acabarían poniendo nerviosos.
   Empezamos a debatir y decidir quienes irían y, por precaución, se eligió solamente a cuatro jóvenes, de entre catorce y diecisiete años, por si ocurría algo. Yo, para variar, figuraba entre ellos, teniendo dieciséis años.
   En dicho trayecto me iban a acompañar un viejo amigo, de pelo corto y castaño y piel ligeramente morena, llamado Rubén. También una tal Laia, si bien recuerdo, a quien no conocía de nada y sería más pequeña que yo. Finalmente, una chica nombrada Luna.
   Los cuatro salimos al pasillo y cada uno tomó un rumbo distinto. Yo bajé por unas escaleras, llegando hacía el salón de mi casa. Allí, me puse unas botas de montaña, el reloj digital de muñeca, cogí el móvil y subí a mi habitación para coger una espada de madera, la cual me puse en uno de esos huecos de los vaqueros donde se pone el cinturón.
   Acto seguido salí del garaje, donde habían unas especies de barcas. Me imaginé montado en una de estas con Rubén, mientras que en otra estarían Laia y Luna, para luego llevarnos a un mar oscuro, hundirnos y aparecer en el pasado. Pero me equivoqué.
   El guardián nos indicó para subir, si, pero tras eso dio un golpe con el bastón y unas criaturas, negras como la noche de unos tres metros de altura, con un cuerpo delgado pero corpulento y unos brazos y piernas mucho más finos que su torso pero con garras y pies más grandes que sus brazos y patas. Tenían, además, unas alas algo desgarradas por las puntas y, su cabeza, parecía ser de un reptil, disponía de unas orejas que parecían pequeños cuernos y unos dientes afilados, a pesar de que solo uno abrió la boca y fue para emitir un sonido algo agudo.
    Lo más inquietante eran sus ojos, sus diminutos ojos. Unos los tenían rojos. Otros verdes.
   Parecían pequeños puntitos en sus enormes cabezas, sin pupila. Parecían que podían ver tu alma con un solo vistazo y, eso, hacía que te estremecieras y tu piel fuera recorrida por varios escalofríos.
   Las criaturas, o Arachs como había dicho el guardián, se colocaron detrás de las balsas, uno por cada una. Luego, tres sobrantes, se colocaron enfrente y el guardián montó sobre el primero.
   Tras eso caí inconsciente.
  No me desperté hasta llegar a una cabaña de madera, o eso parecía, donde todavía era de noche. Allí, un señor me indicó que debía pasar por una puerta, para luego preguntar al dependiente. Y eso hice, crucé la puerta y vi a un tipo vendiendo figurillas, de todo tipo, incluso algunas de pesebre. Por acto reflejo quise comprar algunas, fueran las que fueran.
   Tras llenar un pequeño barril de ellas, me avisó de que con el viaje se me podrían perder, pero yo ignoré ese comentario, pues ya había tomado rumbo al camino que me había indicado para llegar con el resto de personas.
  Llegué a lo que parecía un muelle, solo que en lugar de barcos habían una especie de columpios de madera, colgando encima de una neblina que impedía ver lo que había debajo.
   El guardián me indicó mi sitio; al lado de una niñita que estaba en el centro del columpio y que tenía a su otro lado a una señora mayor. Por lo visto esos "columpios" de madera eran para tres personas, separando los huecos de cada una con una raya roja pintada encima la madera.
   Una vez me senté, la neblina fue ascendiendo, hasta que no pudimos ver los demás columpios y yo volví a perder la consciencia tras observar como a la señora también le pasaba.
   Cuando desperté, solo estábamos la chiquilla y yo. Esta me empezó a dar prisas para que pasara a una madera horizontal, la cual parecía pertenecer al muelle que antes había habido detrás nuestro para subir al balancín.
   Me coloqué con precaución y me senté. Tiré un poquito a la derecha y la niña también se colocó.
   Pude observar como la gente se quitaba de los columpios y se ponía en postes iguales o, simplemente, desaparecía de mi campo de visión por culpa de la niebla.
   Entonces vi a diversos Arachas, volando entre esta. Pero, a diferencia de los anteriores, estos eran más pequeños, de un metro y medio, y sus ojos eran anaranjados.
   Estos, iban recogiendo cosas, al sumergirse en la niebla, y entregándoselas a personas, a sus respectivos dueños si recordaban de quien era y, sino, al primer individuo que encontraran, por eso a mí me dieron más dinero del que realmente llevaba encima y, como pude ver, la niñita se quiso aprovechar de ellos reclamando todavía más dinero del que ya le habían dado.
   Uno, luego, me entregó mi barrilete de madera, que por dentro estaba afelpado de un color rojo, solo que ahora estaba completamente vacío. Por lo visto las figuritas se habían perdido por el camino.
   Tras un rato ahí sentado, escuché como alguien me llamaba. Me giré y vi a la chica de pelo largo y oscuro llamada Luna, sentada en el mismo tablón que yo, solo que alejada unos metros, por lo que se fue acercando y me dijo que fuera hacía la derecha, ya que era la única manera de salir. Así que hice caso, pero en más de una ocasión estuve apunto de caer, cosa que hizo que mi miedo aumentase y me costara más seguir. Para rematarlo, la niña no paraba de dar prisas y quejarse.
   Al final llegué a otro muelle de esos, me puse en pie y observé como Luna y la dichosa cría llegaban también, de una manera mucho más rápida.
   Tras eso, Luna y yo salimos de allí por una puerta y nos encontramos en una sala en blanco. Un señor nos dijo que, como era la primera vez, nos habían llevado un día antes del previsto para tener más tiempo, como regalo. Aunque mi instinto me decía que algo había salido mal.
Acto seguido, el hombre desapareció junto a la sala, encontrándonos frente a uno de esos jardines laberínticos, el cual estaba en el sitio donde se iba a celebrar la boda al día siguiente.
Miré a Luna, que ahora iba con un elegante vestido, seguramente para la ocasión, y luego al todavía nocturno cielo. Algo, en mi interior, me decía que ese lugar no era para nada seguro.


Y bueno, después de ese último presentimiento, me desperté. Creo que es uno de mis sueños donde ocurren muchísimas cosas y las recuerdo todas (o casi todas) con bastante detalle, pero no logro entender el significado que tiene, si es que posee alguno. Pero bueno, espero que os haya gustado, si es así ya sabéis que podéis votarlo, twittearlo, comentarlo o, incluso, enviarlo. Además de que quedan 5 días para finalizar la votación de la serie semanal.
¡Ah! Si tenéis algo de tiempo, por favor, os pediría que votarais mi vídeo para el concurso, me harías un gran favor, de verdad.
Pero ya es tarde, así que me despido por hoy y nos vemos este sábado o domingo.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!