jueves, 1 de noviembre de 2012

Arachs

¡Buenas noches estimados lectores y... Feliz Halloween! (o castanyada, para los congéneres catalanes) Hoy empezaré informándoos de que han escrito ¡mi primera reseña! Universo La Maga ha sido quien se ha dedicado a redactarla y, francamente, ¡estoy eufórico, emocionado! Dicha reseña la podréis encontrar aquí. Espero que podáis echarle un vistazo, incluso han incluido uno de mis relatos.
Pero bueno, no me alargaré mucho más, a continuación trataré sobre el relato de hoy o, mejor dicho, sueño (ya dije que hacía tiempo que no subía ninguno y que ya era hora en una anterior entrada).
Pues bien, este sueño es algo raro y confuso y aparecen algunas personas y cosas concretas, por lo que he retocado y perfilado más esos detalles para que podáis imaginaros la lectura tal y como yo tuve el sueño. Pero bueno, aquí os lo dejo:


   Me encontraba reunido en el interior de una clase de mi instituto, solo que esta vez las mesas individuales se encontraban formando un cuadrado, dejando vacío el centro. Todos hablaban a la suya, ignorando al resto, pero el tema era común: qué debíamos hacer.
   ¿Sobre qué? Sencillo. Por lo visto queríamos ir al pasado, a la boda de dos miembros de la reunión debido a que nadie había podido asistir en su debido momento y, desde ese día, habían sucedido unos extraños sucesos de los cuales no estaba demasiado bien informado.
   La puerta se abrió y, desde el oscuro pasillo, entró un anciano encapuchado, vestido con una oscura túnica y llevando en su mano derecha un viejo cetro. Se trataba del guardián, que venía a informarnos de que los Aranchs estaban listos, por lo que debíamos darnos prisa en elegir las cuatro personas, como mucho seis, que iban a ir pues, si tardábamos demasiado, se acabarían poniendo nerviosos.
   Empezamos a debatir y decidir quienes irían y, por precaución, se eligió solamente a cuatro jóvenes, de entre catorce y diecisiete años, por si ocurría algo. Yo, para variar, figuraba entre ellos, teniendo dieciséis años.
   En dicho trayecto me iban a acompañar un viejo amigo, de pelo corto y castaño y piel ligeramente morena, llamado Rubén. También una tal Laia, si bien recuerdo, a quien no conocía de nada y sería más pequeña que yo. Finalmente, una chica nombrada Luna.
   Los cuatro salimos al pasillo y cada uno tomó un rumbo distinto. Yo bajé por unas escaleras, llegando hacía el salón de mi casa. Allí, me puse unas botas de montaña, el reloj digital de muñeca, cogí el móvil y subí a mi habitación para coger una espada de madera, la cual me puse en uno de esos huecos de los vaqueros donde se pone el cinturón.
   Acto seguido salí del garaje, donde habían unas especies de barcas. Me imaginé montado en una de estas con Rubén, mientras que en otra estarían Laia y Luna, para luego llevarnos a un mar oscuro, hundirnos y aparecer en el pasado. Pero me equivoqué.
   El guardián nos indicó para subir, si, pero tras eso dio un golpe con el bastón y unas criaturas, negras como la noche de unos tres metros de altura, con un cuerpo delgado pero corpulento y unos brazos y piernas mucho más finos que su torso pero con garras y pies más grandes que sus brazos y patas. Tenían, además, unas alas algo desgarradas por las puntas y, su cabeza, parecía ser de un reptil, disponía de unas orejas que parecían pequeños cuernos y unos dientes afilados, a pesar de que solo uno abrió la boca y fue para emitir un sonido algo agudo.
    Lo más inquietante eran sus ojos, sus diminutos ojos. Unos los tenían rojos. Otros verdes.
   Parecían pequeños puntitos en sus enormes cabezas, sin pupila. Parecían que podían ver tu alma con un solo vistazo y, eso, hacía que te estremecieras y tu piel fuera recorrida por varios escalofríos.
   Las criaturas, o Arachs como había dicho el guardián, se colocaron detrás de las balsas, uno por cada una. Luego, tres sobrantes, se colocaron enfrente y el guardián montó sobre el primero.
   Tras eso caí inconsciente.
  No me desperté hasta llegar a una cabaña de madera, o eso parecía, donde todavía era de noche. Allí, un señor me indicó que debía pasar por una puerta, para luego preguntar al dependiente. Y eso hice, crucé la puerta y vi a un tipo vendiendo figurillas, de todo tipo, incluso algunas de pesebre. Por acto reflejo quise comprar algunas, fueran las que fueran.
   Tras llenar un pequeño barril de ellas, me avisó de que con el viaje se me podrían perder, pero yo ignoré ese comentario, pues ya había tomado rumbo al camino que me había indicado para llegar con el resto de personas.
  Llegué a lo que parecía un muelle, solo que en lugar de barcos habían una especie de columpios de madera, colgando encima de una neblina que impedía ver lo que había debajo.
   El guardián me indicó mi sitio; al lado de una niñita que estaba en el centro del columpio y que tenía a su otro lado a una señora mayor. Por lo visto esos "columpios" de madera eran para tres personas, separando los huecos de cada una con una raya roja pintada encima la madera.
   Una vez me senté, la neblina fue ascendiendo, hasta que no pudimos ver los demás columpios y yo volví a perder la consciencia tras observar como a la señora también le pasaba.
   Cuando desperté, solo estábamos la chiquilla y yo. Esta me empezó a dar prisas para que pasara a una madera horizontal, la cual parecía pertenecer al muelle que antes había habido detrás nuestro para subir al balancín.
   Me coloqué con precaución y me senté. Tiré un poquito a la derecha y la niña también se colocó.
   Pude observar como la gente se quitaba de los columpios y se ponía en postes iguales o, simplemente, desaparecía de mi campo de visión por culpa de la niebla.
   Entonces vi a diversos Arachas, volando entre esta. Pero, a diferencia de los anteriores, estos eran más pequeños, de un metro y medio, y sus ojos eran anaranjados.
   Estos, iban recogiendo cosas, al sumergirse en la niebla, y entregándoselas a personas, a sus respectivos dueños si recordaban de quien era y, sino, al primer individuo que encontraran, por eso a mí me dieron más dinero del que realmente llevaba encima y, como pude ver, la niñita se quiso aprovechar de ellos reclamando todavía más dinero del que ya le habían dado.
   Uno, luego, me entregó mi barrilete de madera, que por dentro estaba afelpado de un color rojo, solo que ahora estaba completamente vacío. Por lo visto las figuritas se habían perdido por el camino.
   Tras un rato ahí sentado, escuché como alguien me llamaba. Me giré y vi a la chica de pelo largo y oscuro llamada Luna, sentada en el mismo tablón que yo, solo que alejada unos metros, por lo que se fue acercando y me dijo que fuera hacía la derecha, ya que era la única manera de salir. Así que hice caso, pero en más de una ocasión estuve apunto de caer, cosa que hizo que mi miedo aumentase y me costara más seguir. Para rematarlo, la niña no paraba de dar prisas y quejarse.
   Al final llegué a otro muelle de esos, me puse en pie y observé como Luna y la dichosa cría llegaban también, de una manera mucho más rápida.
   Tras eso, Luna y yo salimos de allí por una puerta y nos encontramos en una sala en blanco. Un señor nos dijo que, como era la primera vez, nos habían llevado un día antes del previsto para tener más tiempo, como regalo. Aunque mi instinto me decía que algo había salido mal.
Acto seguido, el hombre desapareció junto a la sala, encontrándonos frente a uno de esos jardines laberínticos, el cual estaba en el sitio donde se iba a celebrar la boda al día siguiente.
Miré a Luna, que ahora iba con un elegante vestido, seguramente para la ocasión, y luego al todavía nocturno cielo. Algo, en mi interior, me decía que ese lugar no era para nada seguro.


Y bueno, después de ese último presentimiento, me desperté. Creo que es uno de mis sueños donde ocurren muchísimas cosas y las recuerdo todas (o casi todas) con bastante detalle, pero no logro entender el significado que tiene, si es que posee alguno. Pero bueno, espero que os haya gustado, si es así ya sabéis que podéis votarlo, twittearlo, comentarlo o, incluso, enviarlo. Además de que quedan 5 días para finalizar la votación de la serie semanal.
¡Ah! Si tenéis algo de tiempo, por favor, os pediría que votarais mi vídeo para el concurso, me harías un gran favor, de verdad.
Pero ya es tarde, así que me despido por hoy y nos vemos este sábado o domingo.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

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