miércoles, 14 de noviembre de 2012

Un bar cualquiera - Recuerdos

¡Buenos días queridos lectores! Cuanto tiempo sin hacer una entrada de buena mañana, ¿eh? Bueno, he de admitir que esta vez me permito el lujo por lo de la vaga general (sé que debería estar manifestándome y todo eso, pero aún tengo muchas cosas que hacer y, francamente, no hay nada como poder publicar algo de buena mañana.
Así que bueno, hoy no tengo demasiadas cosas que contar, ya que es una entrada publicada de "buena mañana". Así que os explicaré algunas cosas que tenía pensadas:
Para empezar, seguramente utilice lo de Wattpad (y alguna web por el estilo) donde colgaré el inicio de esta serie (si le gusta a la gente... Que lo lean directamente del blog, jeje) y algún relato más. Pero tranquilos, el blog será el único lugar exclusivo donde colgaré mis escritos (a no ser que se presenten para un concurso y deban ser inéditos, claro está).
Así que bueno, vayamos al relato. Hoy es un capítulo corto, como toda serie, tiene sus capítulos más largos y más cortos, pero creo que este no hacía falta alargarlo más. Una vez leído supongo que lo entenderéis. Pero no os entretendré más, aquí lo tenéis:


Volvía a tener trece años, estaba en la escuela. Primaria aún, ya que tuve que repetir un curso debido a las mudanzas al piso de soltero de mi padre desde que mi madre murió en un accidente automovilístico, en el cual yo estuve. Esa mudanza se debió a que él no ganaba lo suficiente para poder pagar la hipoteca de la casa del campo donde habíamos decidido vivir hasta entonces, aunque fuera el sueño de mi madre. Nunca mi padre me echó nada en cara, pero tampoco quiso hablar del tema. Sabía perfectamente que le afectaba, pues todas las noches de mis once años lo escuchaba llorar en la habitación de al lado. A pesar de que él no dijera nada yo sabía por alguna razón, que su muerte había sido culpa mía. Yo hubiera podido evitar ese accidente, pero era esa sensación que tienes de pequeño de poder hacer todo pero no saber cómo.
Todo eso pasó por mi mente durante, por mi mirada clavada en el reloj de aguja de encima la pizarra, sólo dos minutos. Todo el accidente, el camión precipitándose hacía nuestro coche, pareciendo que todo fuera a cámara lenta debido a la tensión. Toda la mudanza, donde mi padre casi ni hablaba ni comía, solamente actuaba con la mirada perdida. Todo ese año, que pareció no tener sentido alguno. Todo circuló por mí mente en apenas dos minutos.
Algo no cuadraba en eso. Todo un año vivido en dos minutos…


Vale, sé que puede ser bastante breve, así que me replantearé si mañana subir el siguiente capítulo, ya que también es cortito, eso sí. Me basaré en subirlo o no dependiendo de las visitas en el blog a partir de este relato corto y en las valoraciones que la gente deje abajo (reacciones y demás), sino... A esperar a la siguiente semana. Y no, no lo hago para obligaros a votarlo ni nada, sino para ver que os parece y, además, ver si os está gustando la serie.
Pero bueno, esto es todo por ahora, así que nos volvemos a ver mañana o, sino, el fin de semana.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

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