domingo, 24 de febrero de 2013

Un bar cualquiera - Recordando

¡Buenos días queridos lectores! Como indiqué por Twitter, hoy os subo el siguiente capítulo de Un bar cualquiera, a pesar del poco tiempo que dispongo este fin de semana (aunque seguramente no lograré hacer todo lo que tenía propuesto...), pero bueno, uno hace lo que puede. Además, con esta entrada voy a probar lo de añadir Sangría a todas las entradas sin tenerlo ya que hacer yo manualmente (así que quizá, los párrafos más antiguos que este, los relatos seguramente tendrán una sangría más larga, cosa que me dedicaré a reducir un día que disponga de tiempo).
Bien, no nos desviemos y os haré una pequeña y breve introducción al capítulo: esta vez e intentado que sea más largo que los últimos, es por ello que seguramente vaya a constar con dos partes (para no hacer entradas demasiado extensas), aunque eso no quita que vaya subiendo los capítulos cada dos semanas como dije en su día. Lo siento, pero no adelantaré las cosas, que luego todo son prisas (aunque ya me gustaría a mi poder hacer la serie semanal de verdad...). Pero bueno, os dejo ya con el  capítulo y espero que os guste.


Me levanté del suelo rascándome la nuca, dolorida, y miré a mí alrededor. Todo parecía haberse detenido. En un solo parpadeo toda la estancia quedó en blanco y negro y recordé como James me miraba mientras un enorme cansancio se apoderaba de mi cuerpo, haciéndome perder las fuerzas y desfallecer cayendo al suelo mientras Jack acababa de sacar el extraño aparato de la caja.
Pero yo seguía en esa estancia, me había levantado y Jack estaba aún con las manos dentro de la caja metálica y James todavía me observaba.
-Estás en un recuerdo –dijo una conocida voz a mis espaldas.
Me giré inmediatamente y observé, de nuevo, a Harry. A pesar del poco contacto que había mantenido con él y, que quizá fuera el miembro más desconocido y misterioso para mí, hasta el momento era el único que me había caído realmente bien.
-Ahora mismo tu cuerpo físico, tu verdadero cuerpo, se encuentra en otra habitación. Acompáñame, así lo verás.
No dudé y le seguí, entrando por una puerta tras de él. Pero nada más pasarla volvió a pasar lo de la otra vez: veía desde los ojos de Harry, no los míos. Pues mi cuerpo se encontraba en una silla metálica, atado por los tobillos y las muñecas, además de la frente a esa silla. Pero tenía los ojos cerrados, como si durmiese.
James estaba a mi lado, a punto de ponerme un extraño casco mientras Jack parecía activar la máquina que había encima de la mesa de delante de mi cuerpo. La escena todavía seguía inmóvil, en blanco y negro.
-¿Todavía seguimos en un recuerdo? –mi voz resonó en mi cabeza, pues no fue pronunciada por mis labios.
-Sí. Pero esta vez en uno mío, es por ello que lo ves desde mis ojos. En esta ocasión no hay ningún truquillo de James por en medio como la otra vez.
En el fondo tenía su lógica, pues no podría recordar nada de esto si realmente estaba dormido. Aún así seguía sin saber del todo que ocurría. Harry pareció escucharme los pensamientos, pues de pronto la escena fue desapareciendo hasta volver a estar ambos en un solo sitio. Solo que esta vez era un lugar completamente blanco.
-¿Entonces, tú estás en la sala conmigo?
-Ajá, incluso también llevo en la cabeza el mismo aparato que viste que te estaban poniendo. A mí me dejaron consciente para poder mostrártelo como acabo de hacer –su voz seguía igual de amable que siempre, eso era otra cosa que me gustaba de él-. Además que como yo ya conozco “mi don” no corro riesgo alguno con esta máquina –sonrió-. Es por ello que debo encargarme también de que tú no lo corras.
-Entiendo… Pero, ¿qué es este lugar exactamente?
-Un almacén, podría decirse.
-¿Un almacén? ¿De qué? ¿Para qué…?
-De tus vivencias, por decirlo de alguna manera.
Harry pasó su pulgar derecho por el monóculo, como limpiándolo, y luego lo giró lentamente hacia la izquierda. Una tanda de imágenes empezaron a invadir el lugar, pero no imágenes delante de nosotros sino como si rebobinaran una cinta de vídeo y nosotros nos quedáramos quietos en el mismo lugar. Hasta que al final se detuvo en una escena. La que recordé cuando James hurgó en mi cabeza. Solo que esta vez, en lugar de estar en mi cuerpo de trece años, me veía a mí mismo. Veía a mí yo pasado detenido en el tiempo a escasos metros de distancia.
-¿Qué recordabas en estos momentos, Matt? –Me preguntó mirándome de reojo un instante, luego pareció volver a analizar a mí yo infantil.
-Recordé… –me rasqué la barbilla, haciendo memoria- Recordé el accidente, la mudanza y… todo lo relacionado con el porqué repetí curso. ¿Acaso es importante?
-Puede que sí, puede que no –dio suaves golpecitos en su monóculo, como si estuviera concentrado-. Vayamos al recuerdo inicial.
Harry me indicó mirar a mis propios ojos y estos parecieron agrandarse hasta adentrarnos en la negra pupila. Adentrándonos en el recuerdo.
Esta vez sí que volví a mi cuerpo infantil, concretamente de siete años. Y todavía más concretamente en el asiento de copiloto en el coche de mi madre.
Sé perfectamente que a esta edad debería estar sentado atrás, pero llevábamos los paquetes de unos nuevos muebles que habíamos comprado, por lo que no tenía espacio y me senté delante.
“No fuerces nada, deja que las cosas sucedan” las palabras de Harry resonaron en mi cabeza, pues no se encontraba por ninguna parte. Así que le hice caso y el recuerdo avanzó.
Miraba por la ventana, tanto la de la puerta como por el vidrio de la luna, aprovechando que era la primera vez que montaba enfrente y tenía una mejor visión que desde lo que veía siempre desde atrás.
Cada dos por tres llamaba la atención de mi madre, indicándole las formas que cobraban las nubes en el azulado cielo y ella reía diciéndome que las veía y señalándome de vez en cuando alguna que ella veía.
-Veo, veo –dije.
-¿Qué ves?
-Una cosita.
-¿De qué color es?
 -De color… De color… ¡Naranja!
-¿Naranja…? ¿Tu suéter? –preguntó mirándome.
-No, no. Frío, frío.
-Uhm… -empezó a mirar por todos lados, mientras yo veía que nos acercábamos a lo que había visto-. ¿Quizá tu maquinita?
Negué y ella siguió buscando, aunque no tardé en avisarla de que nos estábamos acercando.
Ella se extrañó y miró al frente de nuevo, pues se había despistado de la conducción, y frenó de golpe, pues por poco nos chocamos con la cisterna roja de un camión.
-¡Que susto! ¡Podías haber avisado antes a mamá!
-Lo siento… Pensé que si no te decía nada verías antes lo naranja...
-¿Lo naranja? El camión es rojo, cielo.
-Yo no digo el camión, mami.
-¿Entonces? –volvió a preguntar mientras observaba de reojo hacía donde mi pequeña manita indicaba.
No tuvo tiempo a reaccionar, pues su cara lo expreso todo. Nada más girar el rostro para ver lo que señalaba el camión explotó a causa del fuego producido en el motor.
Yo la miré a ella, quien se giró rápidamente hacia mí y me indicaba que me agachase. Todo sucedía muy lento y, cuando un trozo de metal rompió el cristal y me cortó en la mejilla cerré los ojos con fuerza. Desapareciendo de mi vista toda la escena.
Cuando ya no escuché nada abrí los ojos, poco a poco. Con miedo. Y miré a mi madre.
-¿Mamá? –pregunté-. ¿Mamá…?
Cogí su mano, aferrada al volante, y la puse entre mis manitas. Al instante vi como una pieza metálica atravesaba su abdomen, pero seguía sin entender porqué no reaccionaba cuando la llamaba. Seguía sin entender porqué estaba quieta, mirando al frente. No supe que era la muerte hasta ese instante.


Bueno, ¿qué os ha parecido? Sé que el final es algo... "chocante" por así decirlo, aunque es mejor que opinéis vosotros sobre esto, cosa que podéis hacer comentando, opinando, valorando... etcétera, etcétera. Pero bueno, nos vemos en la próxima entrada. Ya sabéis que por cualquier cosa, podéis contactar conmigo sin problemas.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

miércoles, 20 de febrero de 2013

El último (Carta - Final)

¡Buenas tardes queridos lectores! El otro día me pasé por Barcelona a repartir algunos relatos que he publicado por aquí, por lo que no sé si quienes lean esta entrada serán "novicios" en el blog o los de toda la vida. Aún así, me arriesgo dándoos la bienvenida y deseando que os guste lo que encontráis escrito por aquí. Además, he de añadir que se me ha ocurrido una idea a partir de lo que hice el martes, perfeccionada con un amigo dibujante (ya os contaré más adelante si eso, no hay que desvelar el pastel antes de hora), así que, cuando ya lo tenga preparado, intentaré avisaros con algo de antelación (supongo que una semana o por ahí).
Pero bueno, como siempre digo: no me andaré con rodeos (a pesar de que siempre lo haga en el inicio) y os dejaré con el relato de hoy, diciéndoos previamente un par de puntos a tener en cuenta.
En primer lugar, como bien indica el título, lo que se leerá a continuación vendría a representar ser una carta (para los curiosos del anterior relato, ya sabréis cual es), por lo que la he escrito y... ya está. Escrito y punto, sin corrección, sin maquetación, sin nada. Como cuando se escribe una carta a mano, con cierta prisa y lo importante es el contenido y el mensaje, nada más. Segundo, recomendaría leer previamente el anterior relato (El último) antes de leerse este relato. Solo es un consejo, por lo que podéis seguirlo o no. Así que, una vez dicho todo esto, os dejo ya con el escrito.


   Sabía que vendrías, siempre supe que estarías conmigo hasta el fin de los días. Pues, aunque ahora mismo no estés presente físicamente aquí, sé que querrías estarlo y eso me reconforta, dándome la sensación de que tu presencia sigue en este lugar, cuidándome y abrazándome cuando más lo necesito.
   Siento no haber estado yo allí cuando lo necesitabas, lo siento muchísimo. No me di cuenta de mi error hasta que fue demasiado tarde y, para entonces, temí haberlo estropeado tanto que no me decidí a dar paso alguno. A pesar de que tu siguieras siendo igual de persistente, igual de constante, igual de cuidadoso y cariñoso conmigo.
   Y te pido disculpas por todo ello, por mi comportamiento… Pero sé que no querrías que ahora entrase en este tema, sé de más que querrías leer lo que nunca me atreví a decirte y… temo no poder llegar a decírtelo nunca, y es por ello que escribo esta carta, es por ello que intento expresarme como puedo mediante este lápiz y este papel, en el cual escribo todo lo que me viene a la cabeza estos momentos.
   Es por eso que no puedo parar de pensar en pedirte disculpas, pero que sé firmemente que eso sería lo último que querrías leer ahora: una carta de despedida en una disculpa.
   Pero por alguna razón, no puedo escribir estas palabras que tanto ansías, a pesar de que en mi pecho arda una llama, agrandándose según pasan los días y no recibo noticias alguna sobre ti. Ni siquiera una respuesta por mensaje… Pero supuse que no funcionaría tu teléfono, por lo que dejé el mío bloqueado con el último mensaje que te mandé, para que lo leyeras cuando llegaras.
   Pues aquí no había pasado nada hasta un par de días atrás, con otra de esas extrañas ondas en el oscuro firmamento. Pero lo ignoramos y no tardó en llegar la catástrofe. Y ahora, con miedo por lo que pueda decidir, te escribo esta misma noche. La misma noche en la que esa extraña cosa surcó el cielo.
   Te escribo para decirte lo que he tenido miedo a decirte todo este tiempo, a pesar de todo lo que hemos pasado y vivido juntos. Te escribo para decirte, de una manera clara, lo mucho que te necesito a mi lado. El miedo que recorre mi cuerpo y, aunque te imagine conmigo, no pueda vencerlo si no eres tú quien me abraza realmente. Te escribo porque eres una pieza fundamental en mi vida. Eres esa pieza que yo he rechazado sin saber lo que hacía realmente. Eres la pieza clave. La pieza final y más importante.
   Pero a pesar de todo lo que escribo, de todo lo que te digo, sigo sin poder escribir lo que siento dentro de mí. Quizá por no obtener respuesta el día que te lo dije. Quizá por miedo a no volver a obtener respuesta. Y es por eso que como he dicho lo podrás encontrar en el teléfono móvil.
   Hasta pronto, ansío verdaderamente encontrarme entre tus brazos y sentir tu calor.

   Leyó la carta en voz baja, para él mismo mientras unas pequeñas lágrimas humedecían sus mejillas. Nada más acabar de leerla, miró de reojo el cuerpo inerte de la joven y encendió el teléfono, lo desbloqueó y leyó el mensaje.
  Sin poder aguantar más, abrazó a la muchacha con fuerza, pero intentando no apretar demasiado para no dañarla y lloró en un silencioso pero profundo llanto mientras el móvil se resbalaba de su mano, cayendo al suelo, al ladearse, dejando únicamente en su brillante pantalla el mensaje que le había enviado. “Te quiero”.


¿Qué os ha parecido? Este relato (incluyendo el final, ya que estaba puesto quise mantener el estilo de la carta) está escrito sin revisar para nada (a excepción de una lectura previa antes de publicarlo en el blog, claro está). Así que espero que os haya gustado y, si es así, ya sabéis que podéis compartirlo, opinar, comentar, etc... aquí abajo.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

sábado, 16 de febrero de 2013

El último

¡Buenos días queridos lectores! Esta semana he estado algo ocupadillo, y pensaba subir el relato como muy tarde ayer, pero al final fui a dormir temprano (no me aguantaba..), es por eso que hoy os traigo un relato escrito en estos mismos instantes para que valoréis también un poquito mis "obras rápidas" y a ver qué os parecen. ¡Y ojo! Eso no quiere decir que no tenga relatos ya escritos y preparados, eh. Solo que si me viene la inspiración para algo que además puedo colgar en el blog, pues os lo muestro a vosotros primero.
Pero bueno, como siempre, me voy por las ramas, así que os dejo ya con el relato y espero que os guste a pesar de los hechos (que tranquilos, no spoilearé).


  Todo estaba arrasado. No quedaba nada ya en ese lugar. Ni siquiera en el mundo entero. Estaba solo. Completamente solo.
   Ya hacía días, semanas, meses, que había empezado a caminar por las solitarias carreteras. Y más aún el haber atravesado poblaciones y ciudades desérticas. No había visto nada vivo. Ni siquiera insecto alguno.
   Pero a pesar de ello no había perdido la esperanza pues, pocos días atrás, recibió un mensaje de texto de ella, antes de que se le apagara definitivamente el móvil, diciéndole que estaba bien y lo esperaba donde siempre. Que allí no había ocurrido nada. Y era por eso que había emprendido el camino, atravesando todos los lugares que tuviera que atravesar por tal de llegar a su destino. Y, por sus cálculos, solamente le debían quedar un par de días de trayecto.
   No iba con prisas, pues sabía que las noches podían ser peligrosas y frías, por lo que dormía al poco de ponerse el Sol. Pero tampoco se lo tomaba pausadamente, pues antes de que amaneciera ya se estaba preparando para seguir el trayecto, desayunando y comiendo mientras andaba.
   Acampó la última noche antes de llegar, estando a las afueras del pueblo, aunque esa noche le costó conciliar el sueño por los nervios y se percató de que otra onda, como las de los primeros días, surcó los cielos. Acabó por no darle demasiada importancia. Y al poco se durmió.

   Cuando divisó su población natal, desde lo alto de ese pequeño monte, y observó los edificios caídos se quedó inmóvil. No podía creer lo que estaban viendo sus ojos: el lugar también había sido arrasado a causa de la catástrofe. El lugar donde un día estuvieron todas las personas que alguna vez le importaron estaba en ruinas.
   Conteniéndose las lágrimas y mordiéndose el labio inferior bajó corriendo la colina, llegando a una de las calles principales.
   Todo estaba hecho un desastre y, lo poco que se mantenía en pie aún estaba ardiendo. Pero, como las otras veces, no logró ver a nadie en la calle. Al menos, a nadie vivo.
   Con pasos lentos volvió a caminar por la acera que había recorrido miles de veces cuando jugaba de pequeño. Evitando, esta vez, los destrozos y cadáveres del suelo en lugar de las grietas y tapas de alcantarillas como hacía de niño.
   No tardó demasiado en llegar a su casa. No a la suya propia, sino a la de ella. La cual aún parecía mantenerse mínimamente.
   Por costumbre, llamó a la puerta. Acto seguido pensó en lo estúpido que había sido hacer eso y abrió la puerta, poco a poco, para luego cruzarla.
   Dentro estaba todo hecho una pocilga, con los muebles caídos, cristales rotos, alguna pared caída… Pero aún así cogió el teléfono inalámbrico y llamó al número del teléfono móvil, el cual sonó en el salón, donde se dirigió aún a paso lento.
   Nada más llegar se detuvo. Su fino y adorable rostro se encontraba con los ojos cerrados, apoyado en de lado en una esquina. Se acercó a ella pero, nada más hacerlo, se fijó en sus manos, las cuales parecían agarrar algo en su estómago.
   Temiéndose lo peor, corrió hacía ella y apartó sus manos, viendo así la estaca de manera que la había atravesado por la espalda.
   Entre sus piernas se encontraba el teléfono móvil, encima de un sobre. Ambos los guardó rápidamente en el bolsillo de su sudadera y volvió con ella.
   Acarició su mejilla, a la espera de alguna respuesta,  pero solo pudo ver como abría levemente los ojos y ladeaba, como podía, la cabeza para besarlo, diciéndole que sabía que nunca la dejaría sola. Diciéndole que le quería. Diciéndoselo en su último suspiro.


Espero que os haya gustado a pesar del final. Aún así ya sabéis que podéis decir la vuestra de todas las maneras que tenéis a disposición (que no son pocas, francamente), sin olvidar las valoraciones. Por cierto, os añado que últimamente informo sobre las ideas sobre el blog, subidas de relatos, búsqueda de "lectores beta"/"test readers" para relatos que quizá serán inéditos en el blog, y demás a través de mi Twitter, así que si alguien está interesado en estas cosas puede seguirme sin problema alguno.
Y añado que también tendré una pequeña "sorpresa" para la semana que viene al publicar una cosa con un estilo... Algo diferente (algo, no demasiado, eh) a lo publicado por ahora, si os ponéis a pensar un poco seguramente adivinaréis de qué se trata sin problema alguno. Pero bueno, esto ya se verá en el próximo relato.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

lunes, 11 de febrero de 2013

Un bar cualquiera - Señuelo

Buenas noches queridos lectores, aquí tenéis el siguiente capítulo de Un bar cualquiera, algo corto pero que tendrá una gran importancia a los hechos que le sucederán. Y he de admitir que estos días no he tenido demasiado tiempo para ponerme a escribir para el blog, debido a una serie de inconvenientes... algo personales y que también se me han ocurrido más ideas para el pequeño mundo fantástico-medieval que estoy creando y mimando como una pequeña semilla para que crezca un enorme y fuerte pero bonito árbol. Y ahora está empezando a echar las raíces (historia, cuentos, leyendas, profecías...) para que, tras eso, pueda empezar a crecer.
Pero bueno, no os entretengo más, solo os digo que si alguien conoce algún programa para crear/generar mapas (gratuito preferentemente) que no sea hacerlo a mano con programas como Photoshop (nunca se me han dado demasiado bien estas cosas), me haría un favor enorme.
Aunque lo dicho, aquí os dejo con el capítulo que subo hoy aprovechando que tenía festivo (y así lo repasé un poquito antes de subirlo). Espero que os guste.


Abrí la puerta de un puntapié. E, ignorando el hecho de que no hubiera nada en la pequeña y oscura cámara, abrí la siguiente puerta. Francamente me habían mosqueado bastante el que me hubieran dejado ahí tirado mientras huía de esos tipos pues, no solo tuve que escapar por mi cuenta, sino que el coche ya no estaba y eso me obligó a volver caminando.
Quizá no debería haber vuelto y era una señal para dejarlo ya e irme a casa para retomar mi vida. Pero el hecho de que Alice hubiera desaparecido y, ellos, parecieran saber su paradero me obligó a emprender la marcha hacía su “pequeña base”.
Jack y James se encontraban sentados en la mesa más cercana a la puerta, tomándose un café tranquilamente y, nada más verme entrar, sonrieron. Supongo por el hecho de ver que había decidido volver con ellos, quizá porque había lograr escapar con el paquete. Qué más daba, el hecho era el mismo: al final había regresado a pesar de todo.
-Mira quién acaba de llegar.
-Sabía que no me defraudarías –dijo Jack, con una sonrisa.
Bufé y me acerqué un poco más a ellos y les tiré la bandolera encima la mesa, aunque luego me fijé en que allí ya había algo: una pequeña caja metalizada que no había visto antes por aquí, pero no le di mayor importancia y volví al tema central.
-Ya tienes tu paquete, ahora revélame el “misterioso objeto” que he cargado.
-Ah, ¿lo que has cargado? –cogió la bolsa, la abrió y me miró-. No era nada en especial –dijo metiendo la mano y sacando un pequeño paquete-, solo un tajo de periódicos. Un señuelo.
Su jueguecito ya me estaba hartando demasiado. Había accedido a darles un voto de confianza y, por el momento, parecía que lo usaban como un juguete nuevo. Por lo que volví a bufar y esperé, a ver que tenían que decirme.
-Pero tranquilo, todo esto ha sido por ti. ¿Ves esta cajita?
-Ajá.
-Es la solución… a tu pequeño problema. Aquí hay todo lo necesario para que se muestre tu don. Y creo que eso también te interesa a ti, Matt.
-Puede ser…
-Bien, bien –sonrió, mientras James abría la caja metálica-. Es algo que en un principio podría alterarte un poco. Aunque no solamente a ti, sino también lo que te rodea ya que los “dones” desconocidos y que no se han mostrado… normalmente se deben a alguna razón en especial. Pero aquí entra en juego Harry, ya que a nosotros se nos escapa de las manos.
-No lo acabo de entender…
-Tranquilo, una vez estés dentro sabrás a que me refiero.
James parecía haber sacado un extraño aparato de la grisácea caja, con unos pequeños conectores.
-Tendremos que volver a una habitación como antes, donde estuviste a solas con James, pero no te preocupes. Esta vez sí que descubriremos que esconde tu interior.


Bueno, ¿qué os parece? Espero que no acabéis cogiéndoles demasiado "manía" a Jack y/o James por las  "jugarretas" que le hacen al pobre de Matt. Ya veréis como al final... ¡Tranquilos, no os spoilearé! Y como digo siempre: sabéis de más que podéis opinar con las reacciones, comentar, enviarme algún mensaje mediante Contacto o, simplemente, compartir el capítulo.


   ¡Un saludo y hasta la próxima!

viernes, 8 de febrero de 2013

Confusión

¡Buenas tardes queridos lectores! Hoy os traigo como prometí el sueño que tuve.. El jueves de la semana pasada, el cual he intentado escribir de la manera más comprensible que me ha sido posible pero que, aún así, tiene alguna que otra cosa que... podría requerir releerse.
Por cierto, en la página de Facebook (ni Tuenti ni Twitter) iré colgando algún fragmento de cosas que esté escribiendo o tenga entre manos, así podréis ver algunas cositas de mi trabajo que todavía sea inédito  y, además, podréis opinar o comentar lo que os parezca, ya que me gusta saber la opinión de mis lectores (que ya se empieza a escuchar más sus voces por el e-mail de contacto).
Pero bueno, os dejo con el sueño-relato y, como siempre, espero que disfrutéis de la lectura y, si hay algo confuso (como ya indica el propio título), releedlo, que es normal, ya que el sueño fue muy, pero que muy, raro.


   No sabía nada del exterior. Me parecía que llevaba décadas encerrado en esas oscuras habitaciones, donde de tanto en tanto me sacaban para hacerme un análisis de sangre y poco más antes de volverme a encerrar.
   Pero esta vez fue distinto. Tras sacarme de mi sombrío habitáculo, me llevaron cogido de los brazos por un pasillo fuera de lo habitual. Quizá ya no les era útil e iban a descartarme, eliminarme. Aunque según avanzaban los dos hombres, llevándome a rastras, pasamos por un pasillo que las paredes laterales era de plástico, y allí se podía apreciar algún tipo de museo o almacén arqueológico, aunque poco pude ver, pues no tardamos demasiado en entrar en otro oscuro pasillo, como el del inicio.
   Al final de dicho pasadizo se podían apreciar unas pequeñas luces anaranjadas, las cuales mostraban tres celdas donde solo la de la derecha parecía tener espacio. La de la izquierda y la del centro estaban rebosantes de unos individuos desconocidos.
   Cuando me echaron dentro de esa prisión pude observar que allí había cuatro personas más. Un tipo estaba sentado en una esquina, otro cogido de los barrotes, observándome, y luego una chica abrazada a un chico sentados en la cama.
   Cuando los dos supuestos guardias se fueron, el tipo cogido a los barrotes se acercó a mí, como inspeccionándome, para luego coger una barra de la puerta y ver que esta estaba abierta. Pero no se atrevió a salir y nos quedamos así hasta dormirnos.
   Cuando desperté, mis nuevos compañeros hacía tiempo que lo estaban y observaban fijamente la puerta. Estaba abierta. Y el rarito que me observó en nuestro primer encuentro ya no estaba allí.
   La luz naranja empezó a parpadear, emulando las señales de alarma.
   Las personas de las celdas vecinas empezaron a removerse, nerviosos, y a hablar entre ellos.
  Un sonido extraño provino del interior del oscuro pasillo.
 Con más curiosidad que miedo, me asomé levemente, y pude ver como algo blanquecino brillaba en la oscuridad. Acto seguido, esa cosa corrió hacia mí mientras veía a los otros presos intentando hacer un agujero en la pared con una cucharilla, como hacía la celda del centro y, la de la izquierda, parecía que querían abrir el agujero a puñetazo limpio.
  Fallo mío por despistarme, pues esa extraña criatura se abalanzó hacia mí, tirándome contra la pared y mordiéndome el antebrazo derecho con el que me había cubierto por acto reflejo.
  El muchacho que parecía ser conocido de la chica cerró la puerta mientras esta gritaba que me deshiciera de esa cosa, que parecía tratarse de los huesos de un dinosaurio raptor con vida propia. Así que, como pude, sin que este soltara mi antebrazo, coloqué su cabeza bajo mi axila izquierda y, mientras hacía presión con esta, moví el brazo derecho hasta conseguir desnucarlo y arrancar su cráneo del resto del cuerpo. Los huesos se desplomaron al instante y la mandíbula dejó de ejercer presión.
  Al final el resto del “equipo” logró hacer el agujero y salimos por allí. Fuera encontramos a nuestra izquierda el grupo del medio y, bajando por unas escaleras de delante nuestro, el grupo ruso de la izquierda.
  El grupo central, seguramente americano, no dudó y bajó cuando los rusos acabaron, pero no llegaron muy lejos, ya que esos tipos les dispararon flechas con unas cerbatanas que parecieron encontrar abajo.
  Nosotros esperamos pacientes a que se fueran y, cuando eso pareció, el individuo que parecía vivir en la esquina, bajó rápidamente.
  Por lo visto, uno del grupo debía estar quedándose de guardia, pues nuestro “amigo” no dio más de dos zancadas antes de encontrar la muerte por una cerbatana.
  Miré a la derecha y pude ver una puerta, así que se lo indiqué a la pareja que no dudó ni un instante, pues el chaval abrió la puerta entrando en un dormitorio y siguió recto, hasta la siguiente puerta, donde se trataba de otro dormitorio pero más serio; el primero parecía ser de algún adolescente y el del final de sus padres.
   El desconocido llamó a la chica después de echarse en la cama de más al fondo, pero esta no vino, sino que entrecerró la puerta y se tumbó en la cama. Nada más hacerlo, alzó la cadera y me miró, sugerente. Vacilé unos instantes, pero al final cedí. Al final no acabamos manteniendo relaciones completamente ya que, mientras estábamos en ello, un ruido extraño de la otra habitación nos distrajo.
   Ella se levantó para mirar por la ventana de la habitación y vio la ciudad en ruinas, con un grupo de extraños individuos alrededor de un barril en llamas. Yo no tardé en levantarme, curioso, e ir hacia allí mientras me subía los pantalones.
   Fui corriendo a la otra habitación, para avisar al muchacho, pero al entrar vi como estaba de rodillas en la cama, con la boca abierta y los ojos desorbitados. Unas alas negras surgieron de repente, rompiendo la parte de atrás de su camiseta, mientras escuchaba una especie de grito proveniente de su boca.
   Ahora todo vino a mi mente: después de ese desastre nuclear a niveles internacionales, casi toda la superficie resultó ser inhabitable para el ser humano, así que vivimos bajo tierra mientras arriba algunos seres iban mutando. Debido a las mutaciones, los residentes del subsuelo tuvimos que ir haciéndonos pruebas para garantizar que no mutáramos y, los que tenían riesgo de ello, eran encerrados.
  Por lo visto, aunque ni la muchacha ni yo hubiéramos mutado, el chaval pareció que sí y, según entendí, por el shock emocional de que la chica me hubiera elegido a mí en lugar de a él.
  Girándome de golpe le grité a la chica que corriera y se escondiera, pero que no fuera ni a la celda ni bajara las escaleras y eso hizo, salió corriendo por la puerta mientras yo volvía a girar la cabeza para mirar al muchacho. Por lo visto ahora tenía su mirada clavada en mí, sin haber cambiado de postura. Y me miraba fijamente. Me miraba a los ojos, con una furia y sed de sangre indescriptibles. 


Bueno, espero que os haya gustado y lo hayáis entendido después de todo. El final es bastante claro y concluyente, por lo que creo que leyendo solo eso ya se puede entender de que va el sueño que tuve, aunque claro, la gracia de las historias es leerlas totalmente de pa a pe. Pero bueno, ya sabéis que podéis opinar por comentarios, votando o marcando las casillas que creáis, compartiéndolo por los medios que tengáis o contactar directamente conmigo por los medios expuestos en el apartado de Contacto.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

domingo, 3 de febrero de 2013

Sin palabras

¡Buenos días queridos lectores! Sé que esta semana no he subido ningún relato, pues quería subir algo que hiciera tiempo que no subía y el jueves soñé algo que creo que es merecedor de ser anotado, pero claro, como casi todos los escritos, deben ser revisados una y otra vez y aún más los sueños, para intentar que no sean confusos para el lector (y es por ello que está en revisión). Así que lo tendréis para la semana que viene.
Bien, también sé que hoy tocaría un capítulo de la serie Un bar cualquiera, pero me acaba de venir un poquito la inspiración y también hacía tiempo que no colgaba un relato así, por lo que he decidido ponerlo a cuenta del relato semanal. Además he pensado que, si dedico los capítulos de la serie dos semanas en lugar de una, quizá sean más extensos y mejores que dedicándoles solo una (mirad sino el cambio que hubo entre el último que colgué y los demás, y no solo en extensión). Así que seguramente haga que la serie sea cada dos semanas (a no ser que me venga la "santa inspiración").
Pero no es cuestión de que me "enrolle" demasiado, así que os dejo con este relato titulado "Sin palabras" y espero que os guste. Además de que creo que hacía mucho que no publicaba por el blog algo de este estilo.


 Sus labios rozaron levemente los suyos, con los ojos cerrados. Lentamente, según éstos iban separándose, sus párpados se abrían, para que las dos miradas se pudieran encontrar, expresando todo lo que sentían sin palabra alguna. Otra vez volvieron a besarse suavemente, pero sin cerrar los ojos, mirándose fijamente.
Sus manos acariciaron su espalda, las de él acariciaron sus mejillas, suaves y finas como la porcelana. Sin separar las miradas. Y juntaron sus frentes, mientras él bajaba sus manos por el cuello y brazos, para luego ir bajando su cabeza poco a poco, con besos lentos y suaves.
Besó su labio inferior, su cuello, su escote. Acarició sus brazos y sus manos, bajando y subiendo las yemas de sus dedos.
Con mucha lentitud se separó un poco de ella, despegando sus cuerpos que previamente habían estado unidos uno encima del otro. Y, con movimientos todavía más delicados, desabrochó el fino hilo que había entre ambos pechos, dejándolos libres, para que él pudiera seguir bajando, besándolos. Pero se detuvo un momento, tanto con los labios como con sus manos, para escuchar los suspiros de ella. Suaves y tímidos.
Siguió con su recorrido, besando y acariciando su vientre hasta llegar a sus muslos, los cuales masajeó mientras rozaba con sus labios cerca de su interior. Los suspiros se incrementaron, tratándose de jadeos, aún más tímidos. Aunque, cuando llegó allí y besó, ella no pudo retener un pequeño gemido, haciendo que rápidamente se mordiera el labio inferior por haberlo soltado y, él, sonriera tiernamente al haberla escuchado. Pero no abrió los ojos, ni alzó la cabeza, siguió con su labor, bajando esta vez la suave y fina tela que cubría la intimidad de su amada para volver a besarla mientras, ésta, le apretaba con fuerza sus hombros.
No tardó demasiado en subir, esta vez sin tanta lentitud y no solamente con sus carantoñas, pues una mano se había quedado abajo y su lengua ahora recorría su piel. Vientre arriba. Hasta alcanzar sus senos, donde esta vez, su húmeda lengua los recorrió poco a poco, incluyendo sus pezones. Sin embargo no se detuvo allí y, según iba subiendo, ella iba acariciando su espalda a pesar de temblarle el pulso.
Sus miradas se volvieron a encontrar. La de él tierna, la de ella jadeante y llena de cariño, pero no tardaron en perderse, al ser cerradas en un beso donde, él, aprovechó para que, lentamente, se unieran en uno solo.
Ella abrió los ojos, sin despegar sus labios, pues por un momento fue doloroso, pero por otro también placentero y no sólo por la sensación física, sino por quien era la otra persona.
Sin querer sus uñas arañaron su piel, mientras él le susurraba al oído las palabras que muchas otras veces le había dicho. De todo corazón.
Ella cerraba los ojos, atrapándole el hombro en su delicada boca, a pesar de los mordiscos que le proporcionaba para aguantar sus gimoteos más profundos. Pero él no tenía tanta vergüenza y, de tanto en tanto, sus jadeos invadían los oídos de ella.
Hasta que, con esos lentos y harmoniosos movimientos, ella inclinó la cabeza hacia atrás y dejó que un jadeo saliera de su boca, junto al suyo, para expresar el clímax al que había llegado. Al que habían llegado.
Sus labios rozaron levemente los suyos, con los ojos cerrados. Lentamente, según los labios iban separándose, sus pupilas se abrían, para que las dos miradas se pudieran encontrar, expresando todo lo que habían sentido sin decir palabra alguna.


Bueno, ¿qué os ha parecido? Espero que os haya gustado leerlo tanto como a mi escribirlo, pues francamente hacía mucho que no me salían relatos así de "tiernos", por decirlo de alguna manera (vosotros mismos lo podéis comprobar). Pero creo que no hace falta deciros que podéis opinar lo que creáis conveniente más abajo, además de comentar qué os ha parecido o simplemente el hecho de ampliar el plazo con los capítulos de la serie.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!