sábado, 16 de febrero de 2013

El último

¡Buenos días queridos lectores! Esta semana he estado algo ocupadillo, y pensaba subir el relato como muy tarde ayer, pero al final fui a dormir temprano (no me aguantaba..), es por eso que hoy os traigo un relato escrito en estos mismos instantes para que valoréis también un poquito mis "obras rápidas" y a ver qué os parecen. ¡Y ojo! Eso no quiere decir que no tenga relatos ya escritos y preparados, eh. Solo que si me viene la inspiración para algo que además puedo colgar en el blog, pues os lo muestro a vosotros primero.
Pero bueno, como siempre, me voy por las ramas, así que os dejo ya con el relato y espero que os guste a pesar de los hechos (que tranquilos, no spoilearé).


  Todo estaba arrasado. No quedaba nada ya en ese lugar. Ni siquiera en el mundo entero. Estaba solo. Completamente solo.
   Ya hacía días, semanas, meses, que había empezado a caminar por las solitarias carreteras. Y más aún el haber atravesado poblaciones y ciudades desérticas. No había visto nada vivo. Ni siquiera insecto alguno.
   Pero a pesar de ello no había perdido la esperanza pues, pocos días atrás, recibió un mensaje de texto de ella, antes de que se le apagara definitivamente el móvil, diciéndole que estaba bien y lo esperaba donde siempre. Que allí no había ocurrido nada. Y era por eso que había emprendido el camino, atravesando todos los lugares que tuviera que atravesar por tal de llegar a su destino. Y, por sus cálculos, solamente le debían quedar un par de días de trayecto.
   No iba con prisas, pues sabía que las noches podían ser peligrosas y frías, por lo que dormía al poco de ponerse el Sol. Pero tampoco se lo tomaba pausadamente, pues antes de que amaneciera ya se estaba preparando para seguir el trayecto, desayunando y comiendo mientras andaba.
   Acampó la última noche antes de llegar, estando a las afueras del pueblo, aunque esa noche le costó conciliar el sueño por los nervios y se percató de que otra onda, como las de los primeros días, surcó los cielos. Acabó por no darle demasiada importancia. Y al poco se durmió.

   Cuando divisó su población natal, desde lo alto de ese pequeño monte, y observó los edificios caídos se quedó inmóvil. No podía creer lo que estaban viendo sus ojos: el lugar también había sido arrasado a causa de la catástrofe. El lugar donde un día estuvieron todas las personas que alguna vez le importaron estaba en ruinas.
   Conteniéndose las lágrimas y mordiéndose el labio inferior bajó corriendo la colina, llegando a una de las calles principales.
   Todo estaba hecho un desastre y, lo poco que se mantenía en pie aún estaba ardiendo. Pero, como las otras veces, no logró ver a nadie en la calle. Al menos, a nadie vivo.
   Con pasos lentos volvió a caminar por la acera que había recorrido miles de veces cuando jugaba de pequeño. Evitando, esta vez, los destrozos y cadáveres del suelo en lugar de las grietas y tapas de alcantarillas como hacía de niño.
   No tardó demasiado en llegar a su casa. No a la suya propia, sino a la de ella. La cual aún parecía mantenerse mínimamente.
   Por costumbre, llamó a la puerta. Acto seguido pensó en lo estúpido que había sido hacer eso y abrió la puerta, poco a poco, para luego cruzarla.
   Dentro estaba todo hecho una pocilga, con los muebles caídos, cristales rotos, alguna pared caída… Pero aún así cogió el teléfono inalámbrico y llamó al número del teléfono móvil, el cual sonó en el salón, donde se dirigió aún a paso lento.
   Nada más llegar se detuvo. Su fino y adorable rostro se encontraba con los ojos cerrados, apoyado en de lado en una esquina. Se acercó a ella pero, nada más hacerlo, se fijó en sus manos, las cuales parecían agarrar algo en su estómago.
   Temiéndose lo peor, corrió hacía ella y apartó sus manos, viendo así la estaca de manera que la había atravesado por la espalda.
   Entre sus piernas se encontraba el teléfono móvil, encima de un sobre. Ambos los guardó rápidamente en el bolsillo de su sudadera y volvió con ella.
   Acarició su mejilla, a la espera de alguna respuesta,  pero solo pudo ver como abría levemente los ojos y ladeaba, como podía, la cabeza para besarlo, diciéndole que sabía que nunca la dejaría sola. Diciéndole que le quería. Diciéndoselo en su último suspiro.


Espero que os haya gustado a pesar del final. Aún así ya sabéis que podéis decir la vuestra de todas las maneras que tenéis a disposición (que no son pocas, francamente), sin olvidar las valoraciones. Por cierto, os añado que últimamente informo sobre las ideas sobre el blog, subidas de relatos, búsqueda de "lectores beta"/"test readers" para relatos que quizá serán inéditos en el blog, y demás a través de mi Twitter, así que si alguien está interesado en estas cosas puede seguirme sin problema alguno.
Y añado que también tendré una pequeña "sorpresa" para la semana que viene al publicar una cosa con un estilo... Algo diferente (algo, no demasiado, eh) a lo publicado por ahora, si os ponéis a pensar un poco seguramente adivinaréis de qué se trata sin problema alguno. Pero bueno, esto ya se verá en el próximo relato.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

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