viernes, 8 de febrero de 2013

Confusión

¡Buenas tardes queridos lectores! Hoy os traigo como prometí el sueño que tuve.. El jueves de la semana pasada, el cual he intentado escribir de la manera más comprensible que me ha sido posible pero que, aún así, tiene alguna que otra cosa que... podría requerir releerse.
Por cierto, en la página de Facebook (ni Tuenti ni Twitter) iré colgando algún fragmento de cosas que esté escribiendo o tenga entre manos, así podréis ver algunas cositas de mi trabajo que todavía sea inédito  y, además, podréis opinar o comentar lo que os parezca, ya que me gusta saber la opinión de mis lectores (que ya se empieza a escuchar más sus voces por el e-mail de contacto).
Pero bueno, os dejo con el sueño-relato y, como siempre, espero que disfrutéis de la lectura y, si hay algo confuso (como ya indica el propio título), releedlo, que es normal, ya que el sueño fue muy, pero que muy, raro.


   No sabía nada del exterior. Me parecía que llevaba décadas encerrado en esas oscuras habitaciones, donde de tanto en tanto me sacaban para hacerme un análisis de sangre y poco más antes de volverme a encerrar.
   Pero esta vez fue distinto. Tras sacarme de mi sombrío habitáculo, me llevaron cogido de los brazos por un pasillo fuera de lo habitual. Quizá ya no les era útil e iban a descartarme, eliminarme. Aunque según avanzaban los dos hombres, llevándome a rastras, pasamos por un pasillo que las paredes laterales era de plástico, y allí se podía apreciar algún tipo de museo o almacén arqueológico, aunque poco pude ver, pues no tardamos demasiado en entrar en otro oscuro pasillo, como el del inicio.
   Al final de dicho pasadizo se podían apreciar unas pequeñas luces anaranjadas, las cuales mostraban tres celdas donde solo la de la derecha parecía tener espacio. La de la izquierda y la del centro estaban rebosantes de unos individuos desconocidos.
   Cuando me echaron dentro de esa prisión pude observar que allí había cuatro personas más. Un tipo estaba sentado en una esquina, otro cogido de los barrotes, observándome, y luego una chica abrazada a un chico sentados en la cama.
   Cuando los dos supuestos guardias se fueron, el tipo cogido a los barrotes se acercó a mí, como inspeccionándome, para luego coger una barra de la puerta y ver que esta estaba abierta. Pero no se atrevió a salir y nos quedamos así hasta dormirnos.
   Cuando desperté, mis nuevos compañeros hacía tiempo que lo estaban y observaban fijamente la puerta. Estaba abierta. Y el rarito que me observó en nuestro primer encuentro ya no estaba allí.
   La luz naranja empezó a parpadear, emulando las señales de alarma.
   Las personas de las celdas vecinas empezaron a removerse, nerviosos, y a hablar entre ellos.
  Un sonido extraño provino del interior del oscuro pasillo.
 Con más curiosidad que miedo, me asomé levemente, y pude ver como algo blanquecino brillaba en la oscuridad. Acto seguido, esa cosa corrió hacia mí mientras veía a los otros presos intentando hacer un agujero en la pared con una cucharilla, como hacía la celda del centro y, la de la izquierda, parecía que querían abrir el agujero a puñetazo limpio.
  Fallo mío por despistarme, pues esa extraña criatura se abalanzó hacia mí, tirándome contra la pared y mordiéndome el antebrazo derecho con el que me había cubierto por acto reflejo.
  El muchacho que parecía ser conocido de la chica cerró la puerta mientras esta gritaba que me deshiciera de esa cosa, que parecía tratarse de los huesos de un dinosaurio raptor con vida propia. Así que, como pude, sin que este soltara mi antebrazo, coloqué su cabeza bajo mi axila izquierda y, mientras hacía presión con esta, moví el brazo derecho hasta conseguir desnucarlo y arrancar su cráneo del resto del cuerpo. Los huesos se desplomaron al instante y la mandíbula dejó de ejercer presión.
  Al final el resto del “equipo” logró hacer el agujero y salimos por allí. Fuera encontramos a nuestra izquierda el grupo del medio y, bajando por unas escaleras de delante nuestro, el grupo ruso de la izquierda.
  El grupo central, seguramente americano, no dudó y bajó cuando los rusos acabaron, pero no llegaron muy lejos, ya que esos tipos les dispararon flechas con unas cerbatanas que parecieron encontrar abajo.
  Nosotros esperamos pacientes a que se fueran y, cuando eso pareció, el individuo que parecía vivir en la esquina, bajó rápidamente.
  Por lo visto, uno del grupo debía estar quedándose de guardia, pues nuestro “amigo” no dio más de dos zancadas antes de encontrar la muerte por una cerbatana.
  Miré a la derecha y pude ver una puerta, así que se lo indiqué a la pareja que no dudó ni un instante, pues el chaval abrió la puerta entrando en un dormitorio y siguió recto, hasta la siguiente puerta, donde se trataba de otro dormitorio pero más serio; el primero parecía ser de algún adolescente y el del final de sus padres.
   El desconocido llamó a la chica después de echarse en la cama de más al fondo, pero esta no vino, sino que entrecerró la puerta y se tumbó en la cama. Nada más hacerlo, alzó la cadera y me miró, sugerente. Vacilé unos instantes, pero al final cedí. Al final no acabamos manteniendo relaciones completamente ya que, mientras estábamos en ello, un ruido extraño de la otra habitación nos distrajo.
   Ella se levantó para mirar por la ventana de la habitación y vio la ciudad en ruinas, con un grupo de extraños individuos alrededor de un barril en llamas. Yo no tardé en levantarme, curioso, e ir hacia allí mientras me subía los pantalones.
   Fui corriendo a la otra habitación, para avisar al muchacho, pero al entrar vi como estaba de rodillas en la cama, con la boca abierta y los ojos desorbitados. Unas alas negras surgieron de repente, rompiendo la parte de atrás de su camiseta, mientras escuchaba una especie de grito proveniente de su boca.
   Ahora todo vino a mi mente: después de ese desastre nuclear a niveles internacionales, casi toda la superficie resultó ser inhabitable para el ser humano, así que vivimos bajo tierra mientras arriba algunos seres iban mutando. Debido a las mutaciones, los residentes del subsuelo tuvimos que ir haciéndonos pruebas para garantizar que no mutáramos y, los que tenían riesgo de ello, eran encerrados.
  Por lo visto, aunque ni la muchacha ni yo hubiéramos mutado, el chaval pareció que sí y, según entendí, por el shock emocional de que la chica me hubiera elegido a mí en lugar de a él.
  Girándome de golpe le grité a la chica que corriera y se escondiera, pero que no fuera ni a la celda ni bajara las escaleras y eso hizo, salió corriendo por la puerta mientras yo volvía a girar la cabeza para mirar al muchacho. Por lo visto ahora tenía su mirada clavada en mí, sin haber cambiado de postura. Y me miraba fijamente. Me miraba a los ojos, con una furia y sed de sangre indescriptibles. 


Bueno, espero que os haya gustado y lo hayáis entendido después de todo. El final es bastante claro y concluyente, por lo que creo que leyendo solo eso ya se puede entender de que va el sueño que tuve, aunque claro, la gracia de las historias es leerlas totalmente de pa a pe. Pero bueno, ya sabéis que podéis opinar por comentarios, votando o marcando las casillas que creáis, compartiéndolo por los medios que tengáis o contactar directamente conmigo por los medios expuestos en el apartado de Contacto.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

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