¡Buenas tardes queridos lectores!
Hoy os traigo otro relato dedicado, más concretamente a @MeriiHappyGirl, mi seguidora nº 70 en Twitter. Sí, sé que ahora tengo 69, pero ayer tenía 75 (claro, que hay muchos que no comprenden que yo no soy de hacer follorback sin motivo aparente a pesar de decirlo una y otra vez), pero bueno, eso no quita que ella no haya alcanzado tal número. Así que bueno, en esta ocasión dejé elegir "lugar, situación y época" y ella decidió "Londres, situación la que quisiera y actualidad". Como no tenía situación concreta (que vendría a ser la más importante para hacer el relato), revisé un poco su cuenta de Twitter y al final creí que éste tipo de relato le gustaría, así que lo hice, se lo mandé y, como le gustó, aquí lo podréis encontrar.
Espero que a vosotros también os guste (a pesar de que, como podréis ver, no sea del todo de mi estilo) y disfrutéis con la lectura.
Tenía
prisa. Llegaba tarde a su cita. Y no era la primera vez. “No puedo volver a cagarla”, se repetía una y otra vez dentro de su
cabeza mientras aceleraba su paso, esquivando a todos los que se encontraba por
el camino (y, si era necesario, apartándolos).
Miró el
reloj de su muñeca izquierda y caminó más deprisa. Sólo le quedaban dos calles y
ya llegaría a la editorial, en la que un amigo le había dicho que lograría
colarla si, esta vez, llegaba puntual. Pero sabía de más que no lo haría.
Sin
esperárselo, se golpeó contra alguien y cayó al suelo. Junto a todos los
papeles, algunos de los cuales llegaron a mojarse. “Ahora es cuando es el típico guaperas del que me enamoro y me monto
toda una historia, lo típico” se dijo a ella misma. Pero no, no era “lo
típico”, sino que el hombre la miró y fue a seguir con su camino.
-¡Eh!
–grité-. ¿Es que no piensa ayudarme después de tirarme así?
-Ah…
-ahora pareció haberme visto bien-. Discúlpeme… –dijo con un tono inseguro,
como si se arrepintiera de verdad.
-Tsk
–bufé.
El tipo me dio la mano, para ayudarme a levantarme y luego recogió los papeles,
diciéndome que tenía prisa, ya que llegaba tarde a un sitio, y se despidió.
Casualmente
yo iba en la misma dirección que él. Es más, entré en el mismo edificio y me
dirigí a recepción mientras él cogía el ascensor.
Ahí, una
jovencita me indicó la planta y subí con el ascensor.
Fui a la
sala de espera y, allí, estaba el desconocido. Al verme agachó la cabeza, como
todavía dolido por el infortunio de la calle, y yo me senté. Al poco un hombre
salió del despacho e indico al joven de la bandolera que entrara.
No se
demoró demasiado en salir y el mismo hombre que antes llamó al chico me dijo
que entrara.
Era un
despacho amplio, elegante. Él se sentó en el sillón y me invitó a sentarme en
una de las sillas de delante el escritorio.
-El
puesto es suyo.
-¿Así,
sin más?
-Sí.
-¿Y eso?
–pregunté, intrigada.
-¿Vio al
mozuelo que salió antes? –esperó un momento y continuó cuando afirmé con la
cabeza-. Pues verá, sin motivo aparente, renunció a la posibilidad de publicar
sus escritos que, francamente, no estaban nada mal. Pero que se le hará.
-¿Entonces
se quedarán con lo mío?
-Tenemos
que tener algo para antes de acabar la semana, así que sí.
Todo
parecía perfecto, aunque, al llegar a casa (cuando sonaban las últimas
campanadas de la Torre del Reloj del Palacio de Westminster, marcando las
doce), caí en que quizá el tipo había renunciado a su oportunidad por nuestro
incidente en la calle.
“Pobre”, pensé y, antes de mandar el
documento por correo electrónico al editor, modifiqué los agradecimientos.
Añadiendo “Y al tipo con la chaqueta
beige que me choqué con él en la calle. Quizá, sin su aportación, esta novela
nunca habría sido publicada”.
Bueno, ¿qué os ha parecido? Sé que esta vez no puse cursiva en el relato, y seguramente a partir de ahora no lo haga, pues la cursiva a veces es importante y, si todo está escrito de esa manera, entonces no resaltaría. Pero bueno, ya sabéis de más que aquí abajo podéis opinar entre muchas otras cosas y, para el seguidor nº 80, le esperará decidir otros aspectos para un relato (cosa que ya especificaría cuando quedase poco para llegar).
¡Un saludo y hasta la próxima!