miércoles, 30 de abril de 2014

Brillo

Y si el tiempo pudiera detenerse ahora, en esta oscura noche de negro cielo, mis dedos recorrerían eternamente esa espalda de tenue brillo, con ligeras caricias que simularían susurros al oído. Murmullos que recordaría tu mente cuando el reloj retomase su labor, haciendo desaparecer mi presencia de tu habitación y quedando únicamente en ese difuso y apenas perceptible recuerdo. Como el escalofrío que erizó el vello de tu cuerpo.
Y si el tiempo se hubiera detenido, quizá ahora acariciarías inconscientemente una de tus mejillas, arrugada por una leve y desconocida sonrisa. Repasando con tus yemas el mismo lugar donde mis labios se posaron antes de marchar, despidiéndose prometiendo volver siempre que el tiempo volviera a suspenderse.
Pero el tiempo no se detiene. Y me mantiene a raya, observante. Entreabriéndome una puerta en la oscuridad para permitir que vea tu fina luz grisácea, creciendo y disminuyendo como el fuego de una vela, pero yendo acorde a una respiración suave y serena. Rodeada de disimuladas chispas que mueren y resurgen como suspiros, perdidos en ese lejano y extraño vacío pensativo. Incitando a detenerse y contemplar a escondidas, admirando aquel sutil fulgor que tu delicada esencia exterioriza. 

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