¡Buenas noches estimados lectores! (A no ser que leáis esta entrada en otro momento, claro está.)
He de admitir que debido a los estudios y demás, haciendo que tenga exámenes y trabajos por hacer, modificaré los días de publicación de relatos: los relatos de los lunes pasarán a publicarse entre miércoles y jueves y, los relatos de los sábados, se mantendrán ese día aunque en caso de no poder subirlo, lo publicaré el domingo, que ahora entrará en el plazo (así me ahorro excusarme en caso de no poder subir nada el sábado, jeje).
Bien, dicho esto, he pensado en hacer una pequeña encuesta a esta gentecilla tan especial que sigue el blog sobre un tema que detallaré el próximo fin de semana, con la próxima entrada, pero os adelanto que la de hoy estará relacionada, por si queréis empezar a sacar vuestras propias conclusiones.
Y bueno, como el aviso lo doy esta semana, no os dejaré sin relato el lunes (aunque ya sea hora tardía), por lo que esta nueva distribución empezará a hacerse desde este "finde".
Hoy os traigo un pequeño relato que escribí hace ya su tiempo también, el cual simplemente he hecho algunos retoques pero he querido mantener un poco la esencia del original (supongo que lo podréis notar). Pero no me andaré con más rodeos, aquí lo tenéis.
Ya eran sobre las diez de la noche y, como siempre a
esa hora, el bar estaba en calma con los amigos de siempre. Solo se
escuchaba el sonido de la lluvia repiquetear contra las ventanas y los truenos de afuera, mezclándose con el ruido de
las bolas de billar que rodaban y chocaban entre ellas.
Hoy, era otro día más en este puesto de barman.
Lentamente, la puerta de entrada se fue abriendo hasta
dejar paso a un extraño tipo vestido con una gran gabardina negra y un sombrero
del mismo color, el cual solo permitía ver la mitad inferior de su rostro.
Ambas piezas parecían estar húmedas, seguramente por la tormenta del exterior. Giró
la cabeza a ambos lados, como si observara el local, y empezó a andar hacia la
barra. Sus pisadas resonaban de manera férrea, pero mojadas; llevaría unas botas metálicas
puestas, las cuales estarían empapadas.
Se sentó en un taburete de la barra, justo delante de
mí y pidió algo de comida caliente y una cerveza. Sin dudarlo ni un instante se
lo serví de inmediato. Él engulló todo en cuestión de segundos.
Richard, un habitual de por aquí, ya algo borracho por
haber bebido demasiado, se dirigió hacia él. Mirándole con algo de desprecio,
le insistió en que se quitara el sombrero para poder ver su cara. El extraño
negó con la cabeza tras mirarle ladeando la cabeza. Richard desde siempre
odiaba las negativas y, aún más, cuando iba borracho, por lo que eso hizo que se
enfadara y agarrase un lado del sombrero del desconocido. Dio un tirón, pero
antes de que pudiera quitárselo, ese hombre le golpeó con fuerza en el pecho,
lanzándolo contra el suelo.
Mi borracho habitual se levantó de inmediato e hizo el
intento de asestarle un puñetazo en la cara del hombre que lo había dejado en ridículo,
pero él sacó rápidamente una pistola de debajo su chaqueta y la colocó en su
pecho, a modo de amenaza de que si seguía molestándole, dispararía.
- ¡No tienes pelotas! –Vociferó Richard mientras le
daba el golpe.
Sonó un trueno. Un rayo
iluminó aun más el lugar al desprender su luz desde la ventana. Richard, por su
parte, cayó al suelo, muerto.
Todos miraron con miedo el cadáver y luego al tipo de
negro, pero de inmediato volvieron a sus cosas, disimulando, como si no
hubieran visto nada, aunque no podían evitar mirarle de reojo, con miedo a lo
que pudiera hacer a continuación.
- Disculpe las molestias por lo ocurrido -habló con una
voz algo grave y a la vez extraña-, haré lo posible para que no le pase nada.
No contesté. Solo asentí con la cabeza sin apartar la
mirada del cadáver.
Me temblaban las manos. Todo yo estaba temblando.
Nunca antes había pasado algo así en mi bar, ni tampoco había visto una persona
matar a otra y aún menos, a uno de mis amigos. Aunque bueno, amigo, amigo, no,
más bien conocido.
Se levantó, cogió el cuerpo inerte de Richard y se lo
cargó en el hombro izquierdo para dirigirse al cuarto de baño.
No salió de allí hasta haber pasado al menos media
hora, a pesar de parecerme cada minuto una eternidad, pues iba mirando mi reloj
de muñeca cada dos por tres. En esos momentos de espera, muchos de mis clientes
aprovecharon para pagar sus cuentas e irse lo más rápido posible.
Al volver me pidió un trapo húmedo que utilizó para
limpiar la sangre del suelo y luego volver a sentarse. Sacó unos billetes de su
cartera de cuero marrón y los dejó encima de la barra.
- Pronto nos volveremos a ver… -Me susurró mientras se
levantaba.
Tras eso se dirigió a la puerta, la abrió y
desapareció entre la lluvia de la misma manera de la que había aparecido.
Fui inmediatamente al cuarto de baño. No había ni
rastro del cuerpo de Richard ni que hubiera pasado nada. Estaba igual que
antes, sin ningún cambio, así que volví a mi sitio detrás de la barra.
El reloj marcó las doce de la noche, cosa que hizo que
fuera despidiéndome de la gente que quedaba, diciéndoles que no
comentaran nada de lo ocurrido esta noche y emprendí el camino hacia mi
apartamento.
Me extrañó no encontrar ninguna luz encendida como de
costumbre, pero pensé que Alice ya estaría durmiendo, por lo que fui a cambiarme. Tras eso me dispuse a tumbarme en
la cama, pero no noté su presencia en ella. No le di importancia pues me
encontraba demasiado cansado físicamente y mentalmente como para empezar a calentarme
la cabeza con eso. Acabé de tumbarme y, tras hundir la cabeza en la suave y
blanda almohada, me dormí.
A la mañana siguiente, cuando me desperté, Alice no
estaba en la cama. Cosa normal ya que era muy madrugadora.
Me vestí y caminé hasta a la cocina, donde siempre
acostumbra a esperarme con su taza de café hasta que me levanto. Tampoco
estaba, ni siquiera había indicios de que se hubiera preparado el desayuno. Decidí
ir al salón a despejar mi cabeza, pensando dónde podría encontrarse. Nada más
entrar, empezó a sonar el teléfono.
- Matt -una voz extraña, pero familiar, habló de
golpe, seria-, tienen a Alice, y si no colaboras conmigo no podrás ayudarla. ¡Ah!
Soy Jack –la seriedad de su tono disminuyó-, el de anoche en el bar.
No respondí nada.
- Supongo que ahora mismo no estás para muchas
historias, así que dentro de nada voy a tu piso y hablamos allí si prefieres.
- Ajá… -Me limité a responder y colgó.
No tardó en llegar, aunque aún seguía atónito, pues
¿cómo sabía mi número de teléfono, mi nombre y, sobretodo, donde vivía? Llamó a
la puerta dando dos golpes rápidos y otro más lento. Le abrí sin pensarlo dos
veces.
Iba solo, vestido igual que anoche, pero esta vez no
llevaba el sombrero, supongo que porqué no estaba lloviendo. O quizá porqué
estábamos a solas.
Sus ojos eran algo extraños, tenían un color verdoso
anaranjado y a la vez algunos tonos rojos. También tenía una marca en la cara,
como la de un profundo corte en su mejilla derecha que parecía tener ya sus
años, pues estaba bien cicatrizada. Su pelo era castaño, algo largo, pues le
tapaba la mitad de la nuca y algo sus orejas. Tras analizarle de arriba a
abajo, como creo que él también hizo conmigo, no me ande con rodeos y empecé
directamente con mi ronda de preguntas, pues el tipo no me daba demasiada buena
espina.
- ¿Cómo has sabido dónde vivo?
- Te estaba siguiendo el rastro desde hace tiempo y
ahora tengo una excusa para trabajar contigo.
- ¿Para trabajar conmigo? ¿Qué tipo de trabajo?
Levantó una mano y me la enseñó. Era normal, de piel y
huesos, con cinco dedos, como los humanos. Le miré directamente a la cara,
expresando con una mueca si me estaba tomando el pelo, pero de repente su mano cambió
y se recubrió de escamas, teniendo el aspecto de una garra de alguna
clase de réptil.
Eso hizo que aún me diera más miedo, además de
inspirarme menos confianza.
- Supongo que a estas alturas lo sabrás -volvió su
tono serio y su mirada se clavó en la mía-, pero por si acaso te refresco la
memoria: no todos somos humanos.
- Había oído cosas de gente con poderes y parecido,
pero siempre pensé que eran chorradas para los niños…
- No lo son. Y tú, Matt, tampoco estás calificado en
el listado como humano.
Bueno, ¿qué os pareció? Para quitaros la intriga, os aviso de que tengo ya alguna continuación escrita (para a quienes les ha gustado). Y si, este relato ya es algo más larguito de los que iba presentando actualmente, ya avisé de que iría variando. ¡Ah! Esto me recuerda a que hace tiempo que no publico ningún sueño/pesadilla, así que si lo recuerdo, la semana que viene (después de lo que os adelanté del porvenir) intentaré colgar alguno~
Así que, como siempre digo, podéis opinar tanto por comentario como por correo electrónico o, simplemente, dar vuestra valoración con un simple clic en las opciones de abajo, aunque sea solamente twittearlo. ¡Y esto es todo (por hoy) amigos! (Lo admito, siempre quise decir esta frase).
¡Un cordial saludo y hasta la próxima!
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