sábado, 6 de octubre de 2012

Cuando las hojas caen

¡Buenos días, tardes, noches! Todo depende de cuándo os pongáis a leer esta entrada.
Como dije, ya puse una pequeña votación para los relatos y demás con lo de "Divertido, Interesante, Guay", dejé las opciones predeterminadas que Blogger ofrecía, pues el "me gusta" ya esta en Facebook.
También abrí un apartado para poder encontrarme por esta gran red llamada Internet y, más adelante, pondré otro para poder seguir el blog en distintos sitios; Blogger, Twitter, Facebook, Tuenti...
Hoy os dejaré un relato que escribí hace bastante tiempo, en catalán, que me he dedicado a traducirlo al español (para que todo el mundo pueda leerlo, vamos a ser sinceros) y, como lo escribí hace bastante tiempo, el estilo no se puede comparar con algunos relatos anteriores, sobretodo con el de Todo tiene un principio, este es mucho más sencillo, aunque espero que os guste.
Y voy a ser franco, no siempre subiré cosas nuevas que escriba para esa semana, sino que iré variando, al igual con el tipo de relatos, para que podáis comparar mi evolución a nivel literario y veáis diferentes técnicas y estilos que he usado, porqué este relato lo escribí con mis 13-14 años y es un relato breve.
Pero no me voy a alargar mucho más, os lo dejo a continuación para que lo disfrutéis (espero).


   Héctor no podía imaginar que ese magnífico día podría acabar de esa manera. Todo había ido bien hasta entonces, quizá demasiado bien, pero él no se tomó eso como una mala señal, sino que pensó que, por fin, la suerte le sonreía. Que poco tardaría en descubrir que equivocado estaba.
   Era un bonito día de otoño, no había ni rastro de las nubes de lluvia que habían estado presentes durante toda la semana anterior y el sol brillaba en su máximo esplendor. Las hojas secas iban cayendo, poco a poco, de sus firmes acompañantes para ir dejando paso al invierno.
   Su mujer, Eleonor, estaba en la cocina preparando chocolate caliente, su especialidad por estas fechas, mientras que su hijo Daniel le ayudaba a recoger las hojas de la entrada de casa.
   Le habían dado una semana de vacaciones en el trabajo, como recompensa de los beneficios que había aportado a la empresa, para que estuviera con su familia aunque, desgraciadamente, este era el último día de dicha semana. Por ello, él y Daniel habían comido más temprano, mucho más temprano de lo habitual, para que así pudieran aprovechar parte del mediodía y toda la tarde acabando las tareas para luego ir a divertirse juntos, padre e hijo.

   Cuando acabaron de limpiar la entrada el sol ya empezaba a marcar el atardecer, por lo que entraron en casa y se tomaron un poco del chocolate caliente especial de Ele, todo y que no pasaron más de cinco minutos que ya estaban fuera, sacando las bicicletas del garaje.
   Se pusieron los cascos, sacaron las bicis a la calle, se subieron y comenzaron a pedalear cuesta abajo, estando casi toda la tarde de esa manera, de arriba abajo, hasta que empezó a oscurecer, que fue cuando rehicieron el camino hecho, de vuelta a casa.
   Héctor pensó que haciendo una carrera llegarían antes y, así, podrían jugar un par de veces con la consola para poner la guinda al pastel al día de hoy, así que retó a su hijo en ver quién llegaría antes. Dani aceptó de buen grado y empezó a pedalear más rápido.
   Sabiendo que su hijo jugaría con más ganas si ganaba la carrera, Héctor le dejó ventaja para que llegara antes, aunque acabó perdiéndolo de vista.
   Nada más estar solo a un par de calles más abajo de su casa puedo escuchar como un coche derrapaba. Temiéndose lo peor aumento la velocidad del pedaleo, preocupado.
   Cuando llegó, a solo un par de manzanas de su casa, vio el coche en la carretera, parado de lado y a su hijo tirado en el suelo, con su bicicleta rota.
   Dejó inmediatamente la suya y corrió hacia él. Lo cogió en brazos y lo apoyó en la pared del edificio más cercano, mientras el conductor llamaba al hospital, tal como le había indicado Héctor.
   Miró a Daniel, le palpó la cara y lo llamó con lágrimas en sus ojos pero él no respondió.



Bueno ¿qué les ha parecido? ¿Les gusta como escribía hará ya unos 3-4 años?
Si es así ya saben que pueden compartirlo por Twitter, Facebook o votarlo en el propio blog y, les haya gustado o no, ya saben que pueden compartir su opinión mandando algún e-mail al correo proporcionado o dejando algún comentario.

   ¡Un saludo y hasta pronto!

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