¡Buenas noches queridos lectores! Sé que es algo tarde ya, pero dicen que lo bueno se hace esperar... A ver si consideráis que es verdad.
Hoy, o más bien esta noche, os traigo la continuación y final del relato "Camino al infierno" con la segunda parte. Espero que no os defrauden los acontecimientos. Las imágenes de mi imaginación no lo hicieron, espero poderlas expresar para que a vosotros tampoco.
Informando sobre mi estado, ya me encuentro muchísimo mejor, aunque el moqueo siga siendo persistente, pero se puede llevar sin problemas. Además de que sigo mirando el HTML para intentar corregir lo de las reacciones (aunque ya sabéis que la oculta es "melancólico") y he puesto un complemento más en la barra lateral derecha donde, con un único clic, votaríais el blog dentro de una web de blogs españoles.
Pero es tarde y tampoco son horas, así que os dejo ya con la continuación y conclusión del relato. Espero que os guste.
Ya habían cruzado dos
largos y silenciosos pasillos y no había ni rastro de esas bestias, exceptuando
los cadáveres esqueléticos de los que habían habitado la colonia. Número nueve
era silencioso, cosa que en un principio agradeció Kilian, aunque a la larga lo
era demasiado y, eso, también le ponía de los nervios. Llevaba días
incomunicado y suponía que él también, ¿entonces por qué no entablaba
conversación? Bufó y pisó una calavera, rompiéndola en mil pedazos.
-Este lugar parece
interminable –empezó Kilian.
-Según el mapa solo
quedan unos pocos metros más para llegar a la próxima sala.
-Me alegro. ¿Recuerdas el
plan?
-Perfectamente.
-Así me gusta. En caso de
que aparezcan de golpe –narró de nuevo-, tú te pones al frente disparando y yo
en la retaguardia encargándome de los que sobrevivan a los disparos.
-Te dije que lo recuerdo.
Calló, por no decirle más
de una cosa ofensiva, y giró a la derecha, yendo al último pasillo.
Según se acercaban un
creciente olor a azufre y podredumbre impregnaba el lugar, obligando a número
dos que cogiera alguna pieza de ropa de algún cadáver para usarla de pañuelo.
Debido a que el pasillo se
iba oscureciendo, solo tuvieron como iluminación la luz verdosa del casco de
número nueve y la espada láser. Aunque al final del pasillo se divisaba una luz
anaranjada, como las de emergencias.
Poco a poco, con calma,
fueron avanzando. Sin darle importancia a los sonidos de los goteos de tuberías
rotas ni a los chasquidos de los huesos y piedras que pisaban.
Una vez cruzado el portal
observaron la inmensa sala que se encontraba a sus pies, pues estaban situados
en un pequeño balcón con un puente metálico que iba al otro lado. El recinto
debía ser una zona de excavación, ya que se encontraban diversos instrumentos
para esa función. Observando con más detenimiento, número nueve señaló un
montón de cuerpos apilados debajo del puente, entre sus cimientos, cercanos a un
gran hoyo que se encontraba al lado de uno de los pilares centrales.
De tanto en tanto, algún
que otro engendro salía del agujero, cogía uno de los cadáveres y se lo cargaba
a la espalda para meterlo en la cueva. Kilian trazó un nuevo plan: iban a volar
la madriguera de esos bichos.
Cruzaron lentamente el
puente pero un paso demasiado pesado de número nueve resonó por todo el lugar
gracias al eco. Las criaturas que había en el suelo no tardaron en alzar sus
cabezas y mirar hacía su posición.
-Mierda…
-Disculpa el tropiezo, no
volverá a ocurrir.
-¡Claro que no, estúpido!
¡Corre hacía aquí y vamos a acabar ya con esto!
Número dos echó a correr,
seguido por número nueve, que era algo más lento. Las bestias empezaron también
a correr, hacía ellos. Trepaban las columnas más cercanas, clavando sus garras
con ansias, y ascendían rápidamente. A número nueve no le dio tiempo a llegar
al pilar del agujero. Se le habían echado encima.
Kilian maldijo a lo
bajini y dudó en si ir o no, pero luego recapacitó: él le había salvado el
pellejo antes y, además, tenía las municiones. Así que, nada más pensarlo,
corrió hacía allí disparando hasta agotar la munición, causando algunas bajas
entre esos animalejos y que otros se centraran en él. Sin dudarlo, cogió un par
de dagas de su cinturón y las arrojó a las cabezas de dos que se aproximaban,
matándolos en un rápido y letal golpe.
Estando a punto de llegar
uno se lanzó hacía él, pero Kilian tenía buenos reflejos y, gracias a eso,
activó la espada láser y lo decapitó. Luego fue matando y quitando de encima de
número nueve el resto. Su compañero apenas se movía y tenía diversos arañazos
por todo su cuerpo, haciendo que sangrara, aunque levemente. Su armadura le
habría salvado la vida, pero había perdido la mitad del brazo izquierdo.
Le extrañó que no
sangrara y revisó el brazo aprovechando que las pocas criaturas que quedaban se
habían dirigido al agujero, aunque sabía que eso solo significaba que en breve
llegarían más. Al analizarlo vio que el brazo era robótico, así que decidió
hacer un escáner completo del cuerpo de número nueve, utilizando un dispositivo
que le hacía una silueta del cuerpo por debajo de la armadura.
Por lo visto número nueve
era un ciborg, teniendo casi todo el cuerpo robotizado. Solo le quedaba la
mitad derecha de la cabeza y el torso como partes humanas, además de los huesos
de ambas piernas, que estaban robotizadas a modo de mejora. Desgraciadamente la
mitad humana de su cabeza parecía tener una fractura, haciendo que se mostrara
inactiva en el escáner. Su parte humana había muerto, pero no por este ataque,
sino desde hacía tiempo. Días, quizá. Por lo visto, lo único vivo que quedaba
en su cuerpo era la parte robótica que contenía algunos conocimientos de su
parte humana para hacerlo más aceptable entre la especie. Aún así, era muy
objetivo y centrado en las cosas pues, al fin y al cabo, era una máquina que
emulaba ser un hombre pero solo era eso: una máquina.
Tras el análisis, al
escuchar un gruñido proveniente de la gruta, dio un golpe fuerte al pecho de
número nueve, reactivando el reactor que tenía como corazón y haciendo que se
levantara de golpe.
-Ya sé tú secreto, número
nueve. Pero tranquilo, eso me ha dado una nueva idea.
-Entiendo. ¿Cuál es el
nuevo plan, número dos? Es decir, Kilian.
Esta vez no le reprochó
lo del nombre, sabía perfectamente que su cerebro vivo a base de chips hacía
todo lo posible por parecer humano. Eso provocó una pequeña sonrisa triste en
el rostro de Kilia, apiadándose de la condición de número nueve.
Le indicó que se
levantara y que fuera al frente, que los animales esos volverían donde había caído,
así que él se quedaría más atrás para ir matándolos en caso de que avanzaran. Número
nueve debía ir al pilar central y montar allí un soporte metálico con los
materiales y suministros que le quedaban para que aguantara su peso.
Así que volvieron a
correr de nuevo hacía la posición del primer plan. El robot sin mirar atrás y
el humano observando como las bestias surgían del hoyo para trepar e ir donde
antes habían estado. Cuando llegaron y no vieron nada empezaron a rastrearles,
encontrándoles finalmente y corriendo a cuatro patas hacia ellos. Kilian los
esperaba y había dejado un par de minas por el camino, haciendo que explotaran
en mil pedazos sin que el puente apenas se dañara. Aunque solo logró liquidar a
un par.
Cuando le quedaban unos pocos
metros para alcanzar a número nueve, quien ya estaba montando el soporte a base
de fundir armas pesadas que ya no tenían munición con un pequeño lanzallamas,
uno de los bichos más enormes saltó encima de Kilian, tirándolo al suelo.
Número nueve le miró por
un momento, pero tenía la función de acabar el soporte y, como buen semirobot,
lo primordial era finalizar su obligación. Kilian rápidamente atravesó la
cabeza del atacante con la espada, antes de que ese le arrancara la suya de un desgarro,
y se puso en pie de nuevo para llegar hasta su compañero.
Una vez allí, cogió la
cuerda metálica de su cinturón y se ató al soporte, para luego con el resto,
atar al robot. El plan era descenderlo a una altura segura de las bestias y que
soltara todos los explosivos, sellando la gruta que no debió excavarse jamás,
para luego volver a subirle. El poste era para ayudarle a aguantar el peso, además
de que así podría ir matando a los que se acercaran.
Número nueve empezó a
descender lentamente, lo suficiente lejos de la columna como para que no le
cogieran. Mientras, número dos cargaba las últimas municiones de sus armas
según disparaba a los que se acercaban.
Cuando el autómata llevaba
la mitad del descenso la munición se acabó, obligando que el humano luchara
cuerpo a cuerpo, atravesando, cortando y degollando a todos los que se le
acercaban y manchando todo de su azulada sangre. Aunque cada vez eran más en
número y tamaño, además de la cantidad que salía del túnel.
Número nueve iba mirando
de arriba para abajo, observando a Kilian luchar con los seres que emanaban en
mayor cantidad del agujero y como perdía terreno. Acercándose más al borde. Sus
pensamientos humanos parecieron resurgir momentáneamente de entre todos los
datos y no dudaron.
-Adiós –dijo-. Kilian.
-¿Qué…? –Miró hacia abajo
después de matar a otro engendro-. ¿¡Qué haces!? ¡No! ¡Detente!
Número nueve había sacado
una pequeña daga y cortaba el cable que les unía. No tardó demasiado en lograr
su objetivo y caer al vacío mientras se quitaba el casco, sonriéndole y
poniendo su mano derecha en el pecho, donde se abrió una ranura para introducir
sus dedos y girarla. Poco después las ranuras empezaron a brillar de color
verde esmeralda y, en unos segundos, cuando su cuerpo entró por completo en el
agujero, haciendo que muchas criaturas fueran a por la presa, un brillo cegador
emergió del túnel, haciendo que el resto de criaturas ignoraran a Kilian y
fueran allí.
Una vez entraron todas se
escuchó una ensordecedora explosión y la gruta quedó sellada por siempre. Con
número nueve dentro, quien se había sacrificado sobrecargando su reactor
nuclear para usarse él mismo como detonante.
Espero que os haya gustado y cumpla con vuestras expectativas. Si queréis saber que pasó con Kilian, lo añadiré en la presentación de la entrada del próximo fin de semana. Pero bueno, ya sabéis que tenéis diversas opciones al final de cada entrada, además de ahora poder votar el blog. Así que nos vemos.
¡Un saludo y hasta la próxima!
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