El corazón tiembla ante la verdad: no puede más, no
puede más. El dolor que lo agujerea, lo desangra hasta el final. Toda emoción,
toda lucha, toda intención, es vana esperanza que perfora su interior. Ahogado,
en sangre, su propia sangre, suplica piedad. Y no hay nadie que se digne a
quererle, ni siquiera a escuchar.
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