jueves, 30 de enero de 2014

Gotas de alusión

¡Buenas noches, queridos lectores! Me gustaría avisar de que creo que a partir del mes que viene a excepción de casos contados, me dedicaré a poner los relatos directamente, sin presentación previa ni "despedida", pues creo que ya sabéis de sobra lo que suelo decir. Además de que miraré de hacer un apartado arriba donde pondré los relatos basados en sueños y/o pesadillas. Pero bueno, dicho esto, os dejo con el último relato de este mes. Espero que lo disfrutéis.


Arrugas profundas como grietas en la tierra, todas y cada una de ellas marcas de duras batallas ganadas contra la muerte y el tiempo, invadiendo por completo su rostro. Su ya anciano rostro.
Cabellos de luz blanca y plateada, ondeándose cual bandera en el estandarte de su cabeza. Agitados por una fría brisa que hiela poco a poco el hierro que es su cuerpo, pero que no es capaz de asemejarse al témpano que guarda en su interior.
Mirada extraviada, absorta al frente observando sin ver, como si un ciego contemplase un hermoso paisaje. Con los ojos distraídos, más bien perdidos, en un mar tormentoso de gritos proporcionados por las mudas voces de su mente. Navegando en una nave olvidada que desconoce pese a aferrarse a sus mástiles para evitar caer a esa negra agua que parece estar llamándole. Para cebarse con él.
Gotas salpicando su cuerpo débil debido al viento, bañándolo en recuerdos descarriados con el paso del tiempo. Haciéndole ver cómo ha sobrevivido a todo y a todos durante sus largos períodos. Rememorando esos momentos felices, llenos de satisfacción, junto a los dolorosos que van golpeándole, provocando que se arrodille por su aflicción.
Y la embarcación, sacudida por la oscura oleada de la memoria que reclama el viejo evocador, empieza a tambalearse, oscilando y llenando su cubierta de sombrías aguas que hacen desaparecerla según la tempestad aumenta. Hasta que el desgastado calzado del hombre se hunde en esa negrura líquida mientras sus frágiles manos se aferran a la madera del mastelero. Desesperado pero calmado.
Hasta dar el parpadeo definitivo, humedeciendo su ya cansada vista por última vez antes de que su tenaz semblante de triste sonrisa caiga hacia adelante involuntariamente. Viendo cómo en lo más profundo de su cabeza, poco a poco la inmensidad del océano de su mente acaba engulléndolo. Sin prisa.


¿Qué os ha parecido? Ya sabéis que podéis comentar, valorar, opinar, compartir y demás aquí abajo sin ningún tipo de problema. Además de que para cualquier cosa, está el apartado de Contacto. Por lo que dicho esto...

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

1 comentario:

  1. Impresionante. Un acto desolador con un final trágico expresado de forma delicada y sutil, como si se detuviera el tiempo. Narrado como si pudiéramos sentir su nostalgia y su desgana. Un hombre que vivió todo lo que tenía que vivir y que, finalmente, tras la tempestad, se envuelve en la calma que produce el descanso eterno.
    De lo mejorcito que he leído en mucho tiempo. Sigue así.

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