¡Buenas tardes, queridos lectores! ¿Qué os pareció el anterior relato? ¿Os gustó? Espero que así sea, además de que le dierais un poco a la cabeza. Pero bueno, hoy os dejo aquí un relato de una temática que hace tiempo que no subo. Espero que disfrutéis con la lectura.
Acariciar
suavemente con las yemas del dedo índice, corazón y anular el mismo cuello que
fue mordisqueado previamente por mis pequeños pero afilados dientes, encargados
de marcarlo mientras ella jadeaba de placer en un vergonzoso sonido que todavía
resonaba en las paredes de mi cabeza, incitándome a seguir mordiendo donde
ahora tenía dispuestos los dedos que se deslizaban abajo, hacia sus hombros pero sin intención de detener ahí su trayecto.
Ver sus
ojos cargados de astuta picardía brillando en mitad de la oscuridad,
contemplando mi rostro aprovechando que ahora no tenía los párpados cerrados
por el anterior gozo, de cuando, desnudándonos poco a poco, acabó ella exhausta
tras un primer asalto del cual se podía apreciar, todavía, su rastro en las
perladas gotas de sudor que relucían en su frente debido a la luz de la luna
que entraba a través de la gran ventana que había en la habitación. Y que
gracias a ello, podíamos ver nuestras siluetas en completa perfección y unión.
Asemejando ser un único ser en las sombras proyectadas contra la pared.
Un beso
dulce pero al mismo tiempo salado por las chispas de la transpiración de su
rostro, causando una ligera sonrisa en sus rosados labios que se incrementa
según nota mi mano bajar a sus pechos, palpándolos suavemente tanto con uña
como con carne, provocando así que se endurezcan sus pezones. Demostrándomelo
con un ligero suspiro placentero que se escapó de su boca justamente en mi
oído. Haciendo que las carantoñas de mis labios vayan precipitándose hacia el
acantilado de su barbilla, no sin pasar antes por su adorable naricilla y
evitar, rodeándola, esa trampa provista de afilado marfil que sería mortal para mi lengua. Para así poder dejarme caer hacia sus senos y, en un rápido y modesto
gesto, mordérselos.
Escuchar
su sorprendido gemido y sonreír con visaje tímido. Ocultando la satisfacción
entre los carnosos pechos que me llaman a gritos para ser mordisqueados
mientras mi mano sigue obrando, bajando por su tripa según su vello se eriza y
se le pone la piel de gallina por la delicadeza de mis ternezas sobre su
aterciopelado vientre, ladeando el ombligo al cual mis labios iban dirigidos tras
haber rozado sus senos, marcándolos de un rojo que contrastaba en su piel pero
que ella permitió al seguir gimoteando de fondo según iba procediendo. Llegando
así a él y lamiendo con la punta de mi lengua su alrededor para provocarle más
escalofríos. Que me demuestra con cohibidos suspiros.
Y no
tarda en entrar el dedo corazón y anular tras haber frotado su vulva y la
pequeña semilla que ésta oculta, produciéndole bufidos semejantes a los que
tenía cuando mi cuerpo se encontraba minutos antes encima del suyo, agitándose
de manera energética mientras ella arañaba y marcaba mi espalda con dientes y
garras, suplicando clemencia pero que, aún así, prosiguiera. Diciéndome
insinuaciones con susurros en la oreja. Murmullos que estremecían mi cuerpo y estimulaban
que mis embestidas aumentasen, provocando que me empujase para tirarme a un
lado y cabalgarme hasta correrme según le agarraba el trasero con pujanza. Ayudándola
a brincar hasta ensartarla en una última bajada. Y luego separarnos poco a
poco, quedándonos al lado el uno del otro, entregándonos cariños e incitándome
a que yo le prestara mi ayuda para que ella también terminase.
Por esa
razón ahora me encontraba sometido bajo la presión de sus manos enredadas en mi
pelo, apretándome con fuerza contra su sexo mientras sus muslos rodeaban mi
cuello. Obligándome a relamer más adentro y comer de sus intimidades como ella
había hecho conmigo en un buen inicio. Provocándome en su momento ligeros
soplidos, parecidos a sus actuales gemidos que se grababan en mi cabeza como
una melodiosa harmonía que sólo hacía falta escucharla una única vez para
recordarla durante todo el resto de tu vida. Escuchando así pues, cómo
aumentaba su tono por los húmedos juegos que ahí abajo se debatían,
incrementándose lentamente según mis dedos, curiosos, exploraban su interior
buscando proporcionarle un mayor e intenso placer. Terminando en un lujurioso
aullido que gritaba mi nombre desgarrando sus cuerdas vocales.
Bueno, ¿qué tal? ¿Ha sido de vuestro agrado? Ya sabéis que podéis comentar, compartir, opinar y valorar aquí abajo sin ningún tipo de problema y además se suelen agradecer las aportaciones hechas.
¡Un saludo y hasta la próxima!
Un texto maravilloso y un blog que lamentablemente llevaba oculto demasiado tiempo para mis ojos :3
ResponderEliminarUna prosa fina y ligera que para nada aburre. Tus entradas recuerdan a una tapa o un snack, algo lo suficientemente pequeño para calmar un poco el hambre pero dejarte con ganas de más. Sigue así.
ResponderEliminar... Haylyn, ya ha dicho lo que pienso. Mejor explicado, imposible.
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