domingo, 13 de julio de 2014

¿Imaginario?

–Qué tiempos, ¿eh?
–Ajá…
–Pero supongo que tarde o temprano debía ocurrir, nada es eterno.
–No viniste al funeral.
–Me surgió un imprevis…
–Julia también tenía planes y los aplazó todos con tal de venir.
–Ella siempre ha sentido debilidad por ti… –dijo a lo bajini, más para él mismo que para Sam–. Lo sé. Me llamó al finalizar el funeral y me contó cómo fue.
–Silencioso.
–Lo sé.
–Andrew lloró y se fue. Julia no lo detuvo.
–Sobre eso me gustaría hablarte.
–¿Sobre Andrew?
–Más bien sobre todo lo que a ti respecta.
–¿A qué te refieres?
–Julia me llamó porque estaba preocupada por ti.
Sam alzó la vista de la fotografía que sostenía entre sus manos para mirar a John, quien para variar tenía parte del rostro oculto por la sombra de uno de sus sombreros. ¿Quizá quería esconder su dolor para que no se desmoronase?
–El ataúd estaba vacío, Sam. Ben, al igual que Andrew, han sido siempre producto de tu imaginación.
–¡Vosotros los veíais!
–Éramos críos. Te seguíamos el juego. Julia se ha preocupado porque opina que esto empieza a ir demasiado…
–¡Mientes!
–Ya me gustaría a mí estar mintiendo… Lo pasábamos bien.
–P-pero… –Volvió a bajar la vista, sus ojos estaban llorosos.
–Shh…, tranquilo. –Respiró hondo–. He traído conmigo a una persona. Puede ayudarte.
–¡No necesito ayuda!
–Oh, Samuel, cálmese por favor –dijo un tipo que acababa de entrar.
–Él es el doctor Matthew.
–Usted puede llamarme Matt, si así lo prefiere.
–Te ayudará. Te llevará con él y…
–¿¡Q-quieres ingresarme en un loquero!?
–No, no, Sam. En absoluto. ¿Qué clase de amigo haría esto? Simplemente será hacerle unas visitas, hablar con él de vez en cuando y ya está. Nada más.
–Exactamente. Es parecido a quien hace recuperación por un hueso roto. No tiene ninguna complicación, ya verá.
–¿Por qué haces esto, John…?
–Por ti –calló un momento–. Y por Julia.
Sam tragó saliva. La verdad es que Julia parecía afectada en el funeral. ¿Sería por él en lugar de Ben? La verdad es que recordaba haberla pillado mirándole mucho esa mañana durante el entierro. Tenía lógica, pensó. Quizá sí era lo mejor. Volvió a tragar saliva y dejó el marco encima de la cómoda.
–Por Julia… –repitió Sam.
–Venga por aquí. Le llevaré en mi coche para llegar antes.
Matthew le rodeó con su brazo y lo acercó a él para ayudarle a caminar hasta la salida. John se quedó a solas y miró la fotografía. En ella aparecían ellos tres: Sam, Julia y él. Junto a dos siluetas más: Ben y Andrew.

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