Lento
movimiento de dedos, acompasados y perfectamente coordinados, yendo uno detrás
de otro como quien toca una pieza en el piano, acariciando las teclas una por
una, deslizando la yema de los dedos por ellas, con el roce necesario para
provocar que la melodía, procedente de sus entrañas, se escape suave. Delicada
y tiernamente, como la carne de blanco marfil que tiembla nerviosa, impaciente
por ser tomada con esa sensualidad armoniosa.
Vello
erizado en la piel, sintiendo distintas tonalidades invadiendo tus oídos para
incitarte, provocarte a continuar ese placentero baile pasional, esa contienda
anímica que deseas que nunca tenga final. Procurando alargarla hasta la
eternidad, hasta el fin de los días, donde el cielo se rompa y caigan las estrellas
del placer, sintiendo el desaparecer y gozando con todo ello, unánime. Conforme
al absoluto decaer, correspondiendo a ese trance cercano a la muerte.
Punzadas,
dentelladas y sudor recorriéndote la tez. Moviendo los hombros cargados para
librarte de aquel peso aferrado con sus sanguinolentos dientes. Embistiendo
adelante para satisfacerte con la música que sale de sus cuerdas vocales, rotas
en aullidos de deleite. Rodeando su figura con tus brazos, estrechándola contra
la tuya y apretando con fuerza tus manos, buscando inmortalizar esa continua fruición,
como las notas grabadas en tu mente que reviven entre las cuerdas en plena
vibración. Esa unión momentánea pero perpetua en el recuerdo, en vuestras
cabezas bien secreto. Pues ambos amantes resultáis ser infieles; uno a su duque
y otro a su pianoforte.
No tengo palabras para describir el agrado que me ha dado leer este texto. Es... increíble, precioso. Está muy bien hecho, muy bien redactado, y además cuenta con un amplio vocabulario. Perfecto. No puedo decir nada más. Mi más sinceras felicitaciones. =)
ResponderEliminarEs genial, contiene un vocabulario preciso y una descripción más que maravillosa.
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