domingo, 16 de junio de 2013

Un bar cualquiera (2ª Parte) - Clic

¡Buenos días, queridos lectores! La verdad es que hasta ayer no me dí cuenta que no había subido ningún relato a lo largo de esta semana, cosa que me sorprendió bastante (pues hubiera jurado que sí lo hice), pero lapsus que le dan a un servidor.
Así que bueno, hoy (como creo que ya tocaba desde hace mucho), subiré otro capítulo de Un bar cualquiera y mañana un nuevo relato que debí subir el lunes pasado y se me debió pasar por alto.
Por lo que espero que disfrutéis con esta lectura hasta mañana.


Frank, mi confidente, estaba conduciendo el deportivo mientras yo volvía a revisar sus notas. No sabía muy bien adónde me llevaba, pero seguro que volvería a ser alguno de sus apartamentos.
Las notas eran claras y precisas, eso me gustaba de él. Aunque lo malo es que quizá a veces había pequeños detalles que se ahorraba que podrían ser importantes para mí pero que él decía que no tenían relevancia alguna. Quizá formaba parte de mí necesitar saber todo sobre todo. Pero prefería estar seguro al cien por cien de lo que podría ocurrir a que ocurriese. ¿Por qué? Sencillo: a pesar de manipular y controlar el tiempo a mi antojo, haciéndolo en el presente y, en contadas ocasiones, en el pasado… el futuro es incierto. ¿Por qué? Porqué si voy al futuro, a verlo, en el pasado de ese futuro habré desaparecido sin más, sin dejar rastro, y no será el futuro real que me afecta. Ya que no estaré. Por eso no tiene relevancia alguno verlo. Es más, es completamente inútil.
Por ello necesito saber. Para calcular lo que podrá suceder.
Clavé mi mirada en las últimas palabras del folio que sujetaba.
-“Sin nombre”… -leí en voz baja.
-Ajá –confirmó Frank-. No tienen nombre, no hay identificación posible entre ellos. Ni siquiera los que te han perseguido tienen identificación. Sólo saben que hay una recompensa por tu cabeza o que es su deber detenerte y esas cosas. A malas, como el que tenemos detrás, les ponen cierta cosita especial que luego veremos.
Guardé silencio, ambos sabíamos que entre nosotros sólo debía haber las palabras justas, las del tema en cuestión. Nada más.
Nos considerábamos amigos, sí. Pero más bien éramos compañeros. Y punto.
Guardé los papeles y miré a través de la luna del coche. Un enorme edificio se alzaba ante nosotros, aunque dudé que se tratase de allí, ya que solía buscar sitios más reservados.
-Oh, conozco esa sonrisa, Jack. Pues no, no es lo que debes estar pensado. Esta vez será mejor un sitio bien grande. ¿Qué mejor lugar para esconderse que donde nadie mirará?
Así que ese parecía ser su plan actual. Curioso.
Cogió un mando que tenía cerca del cambio de marchas y puso las luces mientras se abrían las puertas del garaje.
No había ni un coche más ahí abajo pero él siguió bajando las plantas.
Al final se detuvo en la última, frente a lo que parecía un cuarto de mantenimiento. Ahí me indicó de bajar mientras él acababa de mirar unas cosas del vehículo.
Al salir fui atrás, donde el maletero, y lo abrí. El hombre seguía ahí, con un moratón en la frente y los ojos cerrados. Pero sabía que estaba despierto, el golpe no había sido tan fuerte como para dejarlo inconsciente durante todo el trayecto. Por lo que le di unas pequeñas bofetadas hasta que empezó a quejarse y abrió los ojos para mirarme.
Para variar, tenía razón.
Frank se dirigió a la puerta de enfrente mientras me decía que lo trajera. Por lo que cogí al tipo por la chaqueta y lo arrastré hacia allí.
Una vez dentro vi como la habitación, más que un cuarto de mantenimiento, parecía una sala de interrogatorios con su única mesa central con cuatro sillas y una pequeña lámpara colgando del techo. En una esquina había un pequeño armario metálico.
Senté al tipo en una de las sillas y mi confidente le agachó la cabeza hasta golpearla contra la mesa. Luego levantó el pelo de su nuca y empezó a mirar por su cuello hasta que me indicó que viniera.
-¿Lo ves? –preguntó, señalando un pequeño dispositivo en su cuello.
-¿Qué es?
-Es lo que les diferencia a los que te persiguen por voluntad –alza la cabeza y me mira fijamente a los ojos-. Estos están controlados directamente. Como marionetas. La única diferencia es que son los que querían formar parte de esta iniciativa, proyecto o como quieras llamarlo y, con cierta excusa de entrar… parece que les incorporan esta cosa para que sean sus peones.
-Y, aparte de eso –aparto su mirada, volviendo al cuello del tipo-, ¿sabes algo más sobre estos chismes?
-La verdad es que no –me emula-. Los he visto antes en algunos, sí. Pero como has visto en las notas sólo eran especulaciones y pocas conclusiones. Ahora que tenemos a uno, podemos mirarlo directamente ambos.
-Y qué pasa si…
Me acerco al dispositivo y lo toco levemente con la parte de la uña del dedo, golpeándolo suavemente. Un pequeño destello salió de este y unas imágenes se proyectaron delante de mí. Bueno, más bien en mis ojos, dentro de mi cabeza.

Tic tac, tic tac.

Era una voz infantil, como de un niño.

Hacía el reloj.

No entendía a que se refería, pero sonaba más cercano.

Tic tac,

Vi una pequeña forma a lo lejos.

Tic tac…

Me dirigí hacia la silueta.

Cuando…

Y no acabó la frase, pues nada más poner la mano en su hombro, desapareció.


Bueno, espero que os haya gustado y si nada lo impide volveré a reprender la serie.
Por lo que esto es todo hasta mañana. Ya sabéis que podéis comentar, valorar, opinar y demás sin ningún problema.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

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