lunes, 21 de julio de 2014

Sueños de luciérnagas

Otro trago del alcohol agrio de esa copa barata me devolvió a la realidad. A ese pozo apestado de almas rotas que pretendían reencontrar sus fragmentos en el fondo de alguna botella. Botellas que pedían auxilio al vacío mientras su contenido era vertido y consumido por bebedores que se ahogaban según eran embriagados con su sabor; un sabor que se perdía entre las luces parpadeantes del exterior, entre aquellos neones brillantes de colorido que cautivaban los ojos rojos de los borrachos ahí reunidos y perdidos, como si buscasen explicaciones a través de unas ventanas llenas de mugre que parecen burlarse de la insistente lluvia que golpea su superficie.
Los dedos juegan con un cigarrillo apagado a medio consumir. Lo desmontan poco a poco y llenan la barra de su tabaco, dispersándolo como mis pensamientos. Unos pensamientos que viajan de un lado para otro, divagando entre presente y recuerdo; espacios temporales fusionados en uno en el momento justo que la garganta que ardía se suaviza y fatiga a los párpados.
La oscuridad de los ojos cerrados trae la música. Y la música trae la claridad; un punto blanco que centellea y se incrementa en medio de las tinieblas mentales antes de apagarse súbitamente.
Un peso cálido en el hombro hace que gire la cabeza despacio para toparme con aquel rostro de astutos ojos que se graba en las pupilas, que se clava en la mente. Tan profundo que duele. Pero sus labios, acompañados de una guitarra de fondo, detienen el dolor. Y mi mirada, aturdida, solamente ve borrosas luciérnagas hechas con el fuego de las candelas antes de alarmarse por un cuello que siente un ahogo repentino. Un sofoco producido por aquella boca que ha dado un sorbo automático al líquido adulterado.
Y la realidad choca. Choca, colisiona y perfora. Destroza mi alcoholizada cabeza que se consume como la cera de esas anheladas velas que ahora navegan en el pasado, ardiendo con unas llamas que ondean a base de suspiros extraviados. Y contemplo aquel cristal, ahora libre de licor. Titubeo, dudo, pero antes de que el sollozo se abra paso, pido que rellenen de nuevo el vaso para dar otro trago.

No hay comentarios:

Publicar un comentario