Esta mañana empieza un poco apagada. No sé el día que hace fuera de las
pocas paredes que me rodean, pero la luz aquí apenas entra. Imagino que las
nubes deben tapar el Sol, quien se debe revolver por proyectar su luz entre los
pequeños huecos que le dejen, mientras la calle se mantiene de un color
grisáceo. Supongo que el viento debe aullar entre los callejones y las pequeñas
oberturas de las paredes, arrastrando algunas hojas muertas, pero tampoco puedo
estar seguro de ello; aquí no hay sonido alguno más allá del de mi respiración.
Quizá, y sólo quizá, algún pájaro vuele a lo lejos, entre un cielo blanco
esponjoso y una niebla que difumina su silueta. Pero ni siquiera de eso estoy
seguro. Puede que no sea así, puede que ni siquiera las nubes impidan la luz y
la calle no sea gris, pero esa es la impresión que me da a mí, quien se
encuentra encerrado entre unas pocas paredes y una ventana que parece pintada.
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