Necesito besar tu piel, y romperme con cada beso que
en mi memoria se grabará a fuego mientras que para tu cuerpo sólo será algo
pasajero. Necesito posar mis labios sobre los tuyos y bajar por tu cuello hasta
donde la mirada alcanza; yendo por los hombros, con suerte los pechos, y puede
que quizá por ese vientre que mis dedos desean acariciar lentamente mientras
mis ojos descienden, tan cerrados como en los sueños.
Necesito hundir mis manos en tu carne, agarrarla tan
bien como querrían hacer mis dientes, lamer tu excitación palpitante
manifestada con una boca que se muerde y unir tu jadeo al mío, con nuestras pupilas
observando nuestros mutuos y oscuros vacíos. Pues necesito amarte, aunque tú no lo
hagas, y chocar así con la realidad que tus muslos guardan, para perderme al fin en ese mar de suspiros según
mi vida se escapa con tu hálito querido.
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