lunes, 24 de septiembre de 2012

Pequeña estrella

Buenas tardes, estimados lectores.
Hoy, que es lunes publicaré otro de mis relatos y procuraré hacer mínimo de una entrada semanal (aunque si puedo una de lunes a viernes y otra entre el sábado y domingo, mejor que mejor).
Bien, esta vez os presento una pequeña historieta que hice hará relativamente poco, se titula "Pequeña estrella" y es una historieta élfica. Y, como la mayoría de historias e historietas de dicha condición, suelen tener cierta sensibilidad o significado especial, pues como se suele decir; los elfos gozan de una sensibilidad mucho mayor que los humanos en muchos aspectos.
Pues bien, esta historieta élfica titulada Pequeña estrella viene a representar una historia que se contaría sobretodo a las jóvenes elfas, antes de empezar a tener responsabilidades y, siendo más concreto, lo pensé para una raza de elfos del bosque, la cual he descrito en un pequeño bestiario personal que llevo sobre criaturas fantásticas para un próximo escrito.
Bueno, no me voy a ir más por las ramas, así que ya os pongo el relato.
¡Que lo disfruten!


La muchacha recogió la blanca pluma que había descendido desde el cielo azul hasta la fresca agua del río, también de tonos azulados. La observó y el brillo del sol se reflejó en las gotas que se desprendieron de ésta al ser sacada del agua.
La joven, intrigada, levantó la mirada, pero sólo pudo ver como su dueño se alejaba a lo lejos, volando. Pensando que esa pluma no era suya, miró de nuevo por donde había desaparecido el pájaro y cerró los ojos.
Llevó sus manos, abiertas, con la pluma en medio a su boca y sopló suave, haciendo que recobrara el vuelo mientras deseaba que regresara con su dueño, pues no le pertenecía y confiaba en que el viento la llevara hacia él. Aunque éste quiso que volviera a sus manos.
Tras eso, retomó el camino hacia casa pisando el empedrado con sus descalzos pies, debido a que le gustaba sentir la naturaleza debajo de ellos, además de en todo su cuerpo. Era por ello que solamente vestía con una pequeña toga verdosa, como las hojas de los árboles.
Cuando llegó a su morada, abrió la vieja puertecita de madera y encendió el candil con una rama fogosa de los árboles fatuos que crecían por allí. La ramita azulada se consumió rápidamente y el candil prendió con la misma rapidez. La chica sonrió al ver el fuego azulino que generaban las ramitas de dicho árbol durante unos breves instantes antes de tomar su color natural anaranjado.
Apartó delicadamente las enormes hojas que hacían de cortina y miró hacia la pequeña mesa que había en la única habitación. Ahí estaba un bol con su comida, como siempre le preparaba un misterioso desconocido mientras ella se bañaba y jugaba en el río.
Se digirió hacia allí, pero no se sentó, pues una ave estaba sentada en su lugar. La miró con unos enormes y tristes ojos azules. Ella sonrío y le dijo que comiese.
-Come pequeña estrella –dijo-, come.
La ave pareció sonreír y empezó a picotear de la comida, sin dejar nada. La muchacha se limitó a observarla y pudo ver como, entre su bello plumaje blanco, había un pequeño hueco vacío.
-Oh, pequeña estrella –dijo-. Tu hermoso plumaje está inacabado –dijo-. Deja que te ayude.
La muchacha cogió la pluma que había guardado en un pequeño bolsillo de sus ropajes y se la colocó en el pequeño huequecito, apenas perceptible.
La mirada de la ave recobró su alegría y miró a la joven.
-Gracias muchachita –dijo-. Gracias por tu hospitalidad y bondad –dijo-. Y gracias por tu ayuda.
La jovencita sonrió con su carita de finos rasgos y sus pequeños y blanquecinos dientes.
-Déjame devolverte el favor –dijo-. Es lo mínimo que puedo hacer.
La avecilla separó de su cuerpo una de sus bonitas y blancas alas y colocó el pelo negro y brillante de la muchacha por detrás de sus orejas, mostrando su final en punta.
-Como solamente soy una ave –dijo-, solo te puedo devolver el favor con un pequeño consejo.
-¿Y cuál es ese –preguntó la jovencita-, pequeña estrella?
-No te escondas y muéstrate tal y como eres –dijo-, pues así demostrarás a todo el mundo lo hermosa y bella que eres –dijo-. Siéntete orgullosa de tu condición y demuéstralo a todo el mundo, pues tú, pequeña estrella, eres lo más hermoso que estos ojos jamás han visto.
Entonces, la muchacha, desplegó sus alas y echó a volar, saliendo por una de las ventanas.

Al final, la jovencita despertó en su pequeña cama de hojas y musgo. Despertó con su forma normal, pero con una pequeña pluma blanca entre sus manos, el bol vacio y, su pelo negro y brillante, colocado tras sus puntiagudas orejas.


NOTA: Las repeticiones de "dijo" y el hecho de poner ave en femenino, esta hecho adrede, pues como dije, viene a ser un relato infantil y piensa que vendría a ser como si se lo contarás a alguien pequeño, como quien le narra alguno de los cuentos populares como Caperucita roja, Los tres cerditos, etc.


Espero que les haya gustado.
Si es así, ya saben que pueden comentar abajo~

¡Un saludo!

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