viernes, 6 de diciembre de 2013

Un cuento

¡Buenas tardes, queridos lectores! ¿Qué os pareció el anterior relato? ¿Os gustó? Espero que así fuese. Hoy os traigo un relato que me pidieron (la petición es tal cual el primer diálogo, el relato es lo que le procede después, a partir de dónde se especifica quién hace la petición de tal narración). Así que deseo que disfrutéis con la lectura.


—He oído que contáis cuentos… ¿Tendríais algún buen cuento para este cansado viajero? Una línea de cuentos o un cuento de una línea… –dijo un anciano, acercándoseme.‎
—¿Que cuento cuentos, escuchasteis? –pregunté–. ¿O que los cuentos me usaban para ser contados? Fuese lo que fuese, cierto es que las narraciones salen de mi ser.
¿Pero qué clase de cuento le sorprendería? ¿Uno fantástico? ¿Uno triste? ¿Uno horripilante? ¿Uno de amores posibles e imposibles? Hay tantas variedades, tanta infinidad de ellos, todos con miles de historias que contar y cobrar vida una vez más a través de meras palabras...
¿Qué tal, entonces, un cuento sobre un cuento? Un cuento donde explique cómo en antaño las fábulas y leyendas no debían ser contadas, pues eran vistas con los propios ojos y percibidas con el resto de sentidos, haciendo que cada persona fuese parte de ese mito en que, generaciones más tarde, sería transmitido de boca a oído y de oído a boca, hasta ser plasmado en el papel con la tinta, tan rojiza como el fuego o tan negra como la noche o, incluso, con sustancias ocultas que sólo podrían ver quienes descubrieran los secretos de estas propias historias, escribiendo el verdadero cuento entre líneas.
¿Qué tal pues, un cuento sobre un cuento? Un cuento donde las criaturas jamás imaginadas eran reales más allá de donde alcanzaba la mirada, donde las aventuras (como las desventuras) aguardaban en cualquier rincón, a la espera de ser iniciadas y llevadas a cabo tanto por intrépidos aventureros como por jóvenes con ansias de ver mundo. Con esa necesidad de llenar sus vidas con andanzas y hazañas, aunque también con desdichas y adversidades que, finalmente, resultarían ser más valiosas que las primeras, puesto que les enseñarían que no hay verdadera recompensa sin un esfuerzo, que no hay mal que por bien no venga, que no hay amor sin desamor...
¿Qué tal un cuento sobre un cuento? Un cuento todavía sin escribir. Un cuento todavía sin pensar. Un cuento donde las posibilidades son infinitas. Un cuento donde el azar y la fortuna son sus únicos guías. Un cuento ya contado, pero que variará según a quien se lo cuentes.
Pues este es el cuento, que cada uno es libre de recrear según su mente sueñe.



Bueno, ¿ha sido de vuestro agrado el cuento? Espero que sí. Ya sabéis que podéis comentar, compartir, opinar, valorar y demás aquí abajo sin ningún tipo de problemas y toda aportación suele ser bienvenida.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

1 comentario:

  1. ¡Ah! Le gustó la pregunta al jovencito. A mi me gustó la respuesta, muy bien, si señor.

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