Los pies fríos, acordes al vacío, y tormentas en la
cabeza, con cuerdas que relampaguean. Olas rompiéndose en piedras que golpean
las orillas y a quienes se atreven a verlas, con sales marineras que quieren
tensar las velas bajo las aguas negras; como si las embarcaciones pudieran
navegar a la inversa, surcando las estrellas verdaderas y no las que se
reflejan.
Nubes brunas que centellean a oscuras, tinta volátil
que inunda la partitura de las gotas de música que repiquetean como si rascasen
los remaches de una cajita no-muda y la vista nublada con las caricias de la
melodía que mece las tablas, que rompe las corazas; arrancando capas como quien
desnuda a quien ama para incitarle al naufragio entre las blanquiazules
sábanas.
Agarres y amarres en puertos invisibles e impares que
estallan cuando el cielo cruje. Anclas sin nudos que ahogan cuellos desnudos. Y
unas uñas arañando la dura corteza de aquel nuevo árbol creado con nuevas
piezas viejas. Rotas, las embestidas golpean y entran, inundan como el deleite inunda
dos cinturas y los dientes de aguardiente mueren entre las carnes de aquellos
que prefieren mostrarse pacientes; hasta que el tiempo les cubre y fallecen,
ahogados por él. Finados en la incertidumbre de si su destino hubiera sido distinto
en caso de haberse opuesto a su lumbre y a las letras que arden en su interior
como los rugidos incesantes de un pasado también muerto.
El naufragio se rompe cuando queda algún
superviviente, como el placer pierde su lucha en cuanto se abren los ojos de
sus combatientes. Pero ambos se encuentran perdidos en un nuevo ambiente,
confusos y desorientados por un final inesperado donde al perecer la vida ha
logrado abrirse paso. Como si eso fuera algo deseado. Como si uno no quisiera
morir en adrenalina y otro en éxtasis donde sobrevivir no es nada más que una
falsa excusa para proseguir. Como si la lluvia buscase al Sol, como si no lo
utilizase para sus propósitos y luego decirle “adiós”. Los pensamientos
desaparecen con la distracción y los instantes con el recuerdo. Las nubes grises
se las lleva el viento y lo demás es arrasado por éste como bien haría el
tiempo. Todo momento desaparece como el barco en la mar: flotan destrozos en
las aguas y ya no queda nada más.