miércoles, 11 de febrero de 2015

Desvaríos

Quisiera (volver a) sentir la blanca arena crujir bajo mis patas de invierno. Mas ahora sólo hay hueso, vacío de su tuétano de sentimiento, convertido en un mero desperdicio desprovisto de aquello que debería estar recubriendo según se hiela por momentos. Las carcomidas y pútridas carnes que una vez lo recubrieron se desprendieron hace tiempo, pérdidas en mitad de un trayecto sin regreso, pues los pasos fueron envueltos en fango y cubiertos por un hielo extraño que, por mucho que arañase o golpease, sólo lograba mancharlo de mi oscura sangre. Quizá fuera cierto aquello de que somos presos de nuestros caminos, aunque éstos fueran andados sin sentido. Y ahora que mi mirada se clava en la bóveda y contempla las estrellas caer sobre mi rostro para derretirse en mis mejillas, siento cómo algo grita. El problema es que sólo es el eco de una antiquísima y ya lejana dicha.

[? Manuscrito de El vagamundos] 

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