domingo, 28 de agosto de 2016

«Ese mundo de cristal»

Un espejo. Dos reflejos. Cuatro luces brillando casi en el centro de la profunda oscuridad, pendientes de su imitación. Y unos dedos, pares en ambos lados, arrastrando el vaho acumulado en un vidrio agrietado en una caricia sin fin de su inverso igual.
Así es como definiría ese mundo de cristal.

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