domingo, 18 de mayo de 2014

Más allá

—Más allá de toda muralla y toda ciudad. Más allá de toda casa construida en pueblos y villas. Más allá de toda obra humana. Mucho más allá, todavía se puede observar aquello que al hombre tanto fascina pero a su vez aterra.
¿Y qué hay más allá, en aquellas tierras lejanas de parajes vírgenes e inexplorados donde el verde abunda? ¿Qué hay más allá, en aquellas altas montañas de picos nevados dotadas de profundas cavernas que se adentran en el corazón de la tierra? ¿Qué hay más allá, en aquellos oscuros bosques donde la luz del día no es capaz de alcanzar la superficie debido a que viven bajo una constante noche de nubes? ¿Qué hay mucho más allá, donde la vista nos engaña? Quién sabe lo que hay en ese lugar. Quién sabe siquiera qué secretos y tesoros puede aguardar. Pues raramente alguien retorna y, cuando lo hace, nada quiere contar. ¿Miedo? ¿Recelo? ¿Ciego, mudo, sordo o todo al mismo tiempo? Quién sabe, pero si no fuera porque su lengua sigue intacta, cualquiera afirmaría que ha sido cortada.
Muchos se preguntarán qué debe haber en ese territorio ignoto, inhabitado… ¡Oh, inhabitado no! Pues que no haya hombre viviendo sobre esas regiones no implica que no pueda haber otra criatura. Pero claro, ¿quién sabe exactamente lo que reside? ¿Los ancianos, los viejos, los sabios, los eruditos…? ¿Los guerreros, los soldados, los renegados, los milicianos…? ¿Los campesinos, los pueblerinos, los reyes, los soberanos…? ¿Tal vez los magos? ¿O, por una ocasión, los afortunados son los cuentacuentos? Pues, ¿quién habrá visto más mundo que un propio vagabundo? ¿Y qué son los propios cuenteros más allá que extraños y solitarios viajeros?
Por hermosos y horribles paisajes he transitado. Bajo tormentas y diluvios he caminado. En desiertos de arena, tierra y fango he andado. Y debéis saber que, solamente con el valor de mi cuerpo, a los elementos me he enfrentado. Observando a bellas y preciosas criaturas y a otras más espantosas que, en múltiples ocasiones, tuve que evadir para estar ahora mismo aquí.
Pues… ¡Cuernos, dientes y garras! Todos dispuestos para acabar con mi savia en un preciso instante. Pero también sabiduría y monstruosa comprensión, que ni los más cultos jamás abarcaron. Filosofías ocultas que nosotros no entenderíamos al estar escritas en viejas runas. Artes oscuras que en buenos escondrijos se camuflan. Y armas de leyendas que perduran a la espera de aquel valeroso o valerosa que sea lo suficientemente noble para llegar a empuñarlas algún día y así blandir todo su poderío (¿quizá tú serás a quien han elegido?).
Pero ciertamente, todo esto son meros cuentos. Crónicas, relatos, narrados, escritos enterrados y otros de desvelados. ¿Y eso los hace falsos? Oh, ¡para nada! Pues, como en toda mentira, en cada historia hay algo de verdadero. Esperando para ser descubierto.

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