jueves, 20 de febrero de 2014

Naufragio interno

Como una marea en calma tras la tormenta. Embarcaciones de sensaciones saliendo a flote, indolentes. Náufragos de una desolación emocional que los ha hecho zozobrar, precipitándolos al oscuro fondo de esa mar. Perdiéndose para siempre, ahogándose.
Sobreviven los más fuertes, los más resistentes. Pese a que todo sea escogido por un caprichoso azar. Quien, guerreando contra la fuerza de voluntad, decide a cuáles no salvar. Pues incluso los más arraigados en el interior de su ser, acabaron arriesgándose a desaparecer.
Una bruma de confusión y desorientación. Mezcla de salmuera y atmósfera sin haber ningún punto de unión. Nadando con esfuerzo en ese gélido líquido que conforma el firmamento. Fundado por pequeñas luces de esperanza que brillan a lo lejos. Ajenas de todos esos sentimientos revueltos, tercos y descontentos que se aferran, fatigados, a ese lejano sueño. Imaginando llegar pronto a buen puerto, donde estén seguros y cobijados para despedir a sus viejos compañeros extraviados, a sus antiguos camaradas que ahora surcan los mares de los pasados muertos, formando únicamente parte del recuerdo. Y, pese a lo ocurrido, anhelando reanudar la travesía. Zarpando con una nueva compañía. Volviendo así hacia esa peligrosa mar desconocida, cargada de riquezas vivas que aguardan ser descubiertas… algún día.

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