domingo, 23 de junio de 2013

Shh...

¡Buenas noches, queridos lectores! Como estos días la mayoría de vosotros estaréis de celebración por San Juan, fin de curso, iniciación de vacaciones y demás, he decidido colgar el relato ahora, en estos momentos (todo y que será mañana cuando avise por las páginas y demás) para quien quiera leerlo ya.
Además, viendo las últimas temáticas que protagonizaban los últimos relatos subidos al blog, pensé que este gustaría y rompería un poco con lo último leído por vosotros. Sin olvidar que también espero que sea de vuestro agrado. Así que aquí os dejo con el nuevo relato. Espero que disfrutéis con la lectura.


Quiero estar contigo, sentir tu cuerpo pegado al mío, abrazados sin mirarnos.
Quiero deslizar tus suaves prendas al suelo, como tú harías con las mías, desnudarnos poco a poco, sin mirarnos.
Sintiendo cada vez más el calor del uno con el de otro, hasta que, desnudos, nuestros cuerpos se encuentren y vuelvan a entrelazarse en un abrazo. Y, con delicadeza, el agua (también caliente), empiece a caer sobre nuestras cabezas, deslizándose por nuestros hombros, por nuestra espalda, por nuestro cuerpo. Y tú te gires, dándome ésta, pero aferrando mis manos para que no te suelte. Aferrando mis manos contra tu vientre, por el cual se van deslizando poco a poco las gotas que están cayendo sobre nosotros. Y yo, guiado por ellas, empiece a acariciar con delicadeza tu cuerpo, ayudando a repartir el agua pura por todo éste. Desde tu cuello, tu escote, tus pechos, hasta tu vientre, tu cintura, tus muslos. Lentamente, sin mirarnos.
Quiero notar como abres tu boquita, tímidamente, para soltar un suspiro que se convierta en vaho, y dejes mis dedos deslizarse con libertad. Subiendo de tus muslos. Pero no para ir a esos lugares, sino para ir a tu espalda y acariciarla. Frotarla. Suavemente. Sin que tú te gires, sin que tú me mires.
Quiero bañar tu cuerpo desnudo junto al mío, con caricias líquidas, caricias que te transmitan mil sensaciones, que te hagan suspirar a pesar de estar tocando levemente tu desnuda piel.
Quiero que entonces te gires y alces la cabeza, para mirar a mis ojos directamente, y acercar tus húmedos labios a los míos. Atrapándolos en un suave beso de apenas unos segundos. Y luego me abraces, sin mirarme, para acariciar tiernamente mi dura espalda, y susurres unas palabras que yo acallaré con un “Shh…”


Bueno, espero que hayáis disfrutado con esta lectura. Y cabe añadir que quizá me plantee de subir los relatos sin introducción ni nada de por medio a no ser que deba comunicar algo expresamente, dejando así las entradas sólo con la lectura. Pero bueno, ya sabéis que cualquier cosa la podéis comentar donde creáis oportuno, además de valorar y opinar sobre los relatos.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

lunes, 17 de junio de 2013

Raposo

¡Buenas tardes, queridos lectores! Por fin subiré el relato (que pensé haber subido el lunes pasado) del sorteo que dije que celebraría mediante Twitter por los 100 seguidores (el que llevaba el hashtag de "#Relato100Followers"). Y el ganador fue Manu Raposo al acercarse más al número ganador (ya que nadie acertó el 78). Así que, como bien se dijo, el ganador de dicho sorteo podía poner todas las condiciones que quisiera para el relato y él pidió que en el relato hubiera un dragón, muerte y almas perdidas pero sin ningún héroe que salvase nada (como podréis encontrar aquí). Así que bueno, en eso basé el relato y esto es lo que ha salido. Espero que os guste y disfrutéis con la lectura.


Un rugido a lo lejos le despertó de golpe, pero no dudó ni un instante. Ya sabía que se escondía tras él.
Alzó la cabeza, se levantó y se sacudió sus peludas orejas. Luego estiró sus patas y desperezó los músculos, inactivos durante demasiado tiempo.
Miró al cielo.
No había duda.
Tarde o temprano las profecías debían cumplirse y ya había pasado demasiado tiempo desde la primera.
Cogió su fino chaleco negro y se lo colocó junto al cinturón del cual colgaba la funda de su espada. Luego se puso a la espalda el carcaj y el arco que los ancianos le dieron.
No tenía tiempo para más cosas, así que ante la incertidumbre de que más llevarse cogió un pequeño saco de cuero que ató a la correa del carcaj. Y, sin perder más tiempo, echó a correr siguiendo la corriente de las azuladas formas que transitaban por encima de los árboles.
Una ráfaga de viento le advirtió de que algo no iba bien así que saltó y, agarrándose de la rama de un árbol, empezó a trepar mientras iba saltando entre ellos.
No tardó demasiado en llegar a la explanada y, desde la rama del último árbol en el que se encontraba, lo observó.
Observó como la hierba era pasto de las llamas y el fértil suelo se convertía en dura roca.
Observó como el flujo en un principio azulado iban hacia esas llamas y, al salir de ellas, se volvía grisáceo.
Observó como una gigantesca forma, oculta por su propia sombra, estaba cara a él.
Y no vaciló. Cogió el arco y cargó la primera flecha, apuntando a algo que parecía cobrar vida del flujo grisáceo.
Un disparo certero disipó al humanoide de humo, pero eso provocó que delatase su posición pues, inmediatamente, notó como los rojizos ojos de la gigantesca criatura se clavaban en él.
Un miedo atroz invadió su cuerpo, obligándole a sacudir su cuerpo para quitárselo. Pero en ese intervalo de tiempo vio como se habían formado más humanoides. E iban hacia él.
Disparó algunas flechas, pero seguían avanzando y él no ganaba terreno. Por lo que guardó el arco y saltó desenvainando la espada.
Una vez en el suelo, empezó a correr en sus dos patas traseras, dando tajos a todos los humanoides que se encontraba de camino. Pero cada vez habían más y eso le impedía apenas avanzar, por lo que envainó la espada y, con un cuchillo que llevaba en el chaleco el cual se puso en la boca, empezó a correr a cuatro patas, dando tajos solamente a los que se cruzaran de frente.
Ahora sí que había logrado avanzar. Pero el fuego le cortó el paso.
Miró hacia arriba y vio al oscuro gigante, que abrió la boca mostrando una blanquecina sonrisa llena de colmillos.
Pisó el fuego y este se apagó de golpe, pero a partir de ese pisotón se formó un círculo entre los dos contrincantes.
El gigante desplegó sus alas y, ahora, con el fuego rodeándole, el joven zorro pudo verlo con claridad. Pudo ver con claridad como se trataba del dragón de las profecías.
Y, por ello, significando que los humanoides de humo eran las únicas representaciones terrenales de las almas absorbidas por este ser. Esclavos inútiles que vagan sin razón. Almas perdidas.
El zorro torció el morro y arrolló el cuchillo al gigantesco dragón, que lo apartó de un coletazo.
Enseñó sus dientes y el gigante pareció reírse de él, de su pequeño tamaño y su fuerza insignificante, pero no hizo nada. Como si esperase su ataque. Cosa que no tardó demasiado en suceder.
La plateada espada fue desenvainada de nuevo y, al alzarla como si fuera a dar un tajo, con una de sus patas traseras levantó la flecha del suelo que había lanzado por primera vez y la bateó con la parte plana de la hoja.
El inesperado proyectil dio de lleno a la coraza de escamas de la enorme criatura, haciéndola sangrar por su estómago. Haciendo que la rabia se apoderase de él.
Echó una llamarada hacia el zorro, pero éste la esquivó.
Intentó aplastarlo con su pata, pero rodó.
Un coletazo, también fallido, que él aprovechó para subirse a él y escalar por su espalda.
Rajó una de sus alas, impidiéndole empezar a volar como parecía que iba a intentar y siguió trepando hacia su cabeza, con la espada en la pata y ocasionándole cortes siempre que podía.
El dragón se movía, agitaba e intentaba cogerlo, pero no llegaba, hasta que él se colocó en su hombro.
Entonces, para su sorpresa, la cola le agarró por la cintura cuando saltó a un lado evitando un manotazo y lo tiró al suelo.
La enorme zarpa se colocó en su abdomen y los rojizos ojos se clavaron en sus castañas pupilas.
-Eres un enclenque. Débil e inútil. Nunca alguien como tú podría derrotarme.
El zorro calló.
-Depositaron sus esperanzas en ti. Y por ello han fallado.
Pareció que iba a abrir la boca para contestarle, pero notó como la zarpa empezó a presionar sobre él.
Liberó su pata con la espada de la presión y clavó la hoja en el centro.
El dragón ahogó un grito y le dijo que como prefiriera, que acabaría rápido.
Fue por ello que, en lugar de ir apretando lentamente, dejó caer todo su peso sobre su brazo. Aplastando por completo el frágil cuerpo del zorro.


Bueno, ¿qué os ha parecido? Espero que sea de vuestro agrado y seguramente para los 200 seguidores haga algo similar (ya que la verdad es que vi una participación medianamente activa en el hashtag).
Aún así, ya sabéis que podéis opinar, comentar, valorar y demás aquí abajo o por donde creáis oportuno. Además de que tengo entre manos otro pequeño proyecto para quien le gustase los relatos algo macabros como el que colgué hace unos días titulado "Muñequito".

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

domingo, 16 de junio de 2013

Un bar cualquiera (2ª Parte) - Clic

¡Buenos días, queridos lectores! La verdad es que hasta ayer no me dí cuenta que no había subido ningún relato a lo largo de esta semana, cosa que me sorprendió bastante (pues hubiera jurado que sí lo hice), pero lapsus que le dan a un servidor.
Así que bueno, hoy (como creo que ya tocaba desde hace mucho), subiré otro capítulo de Un bar cualquiera y mañana un nuevo relato que debí subir el lunes pasado y se me debió pasar por alto.
Por lo que espero que disfrutéis con esta lectura hasta mañana.


Frank, mi confidente, estaba conduciendo el deportivo mientras yo volvía a revisar sus notas. No sabía muy bien adónde me llevaba, pero seguro que volvería a ser alguno de sus apartamentos.
Las notas eran claras y precisas, eso me gustaba de él. Aunque lo malo es que quizá a veces había pequeños detalles que se ahorraba que podrían ser importantes para mí pero que él decía que no tenían relevancia alguna. Quizá formaba parte de mí necesitar saber todo sobre todo. Pero prefería estar seguro al cien por cien de lo que podría ocurrir a que ocurriese. ¿Por qué? Sencillo: a pesar de manipular y controlar el tiempo a mi antojo, haciéndolo en el presente y, en contadas ocasiones, en el pasado… el futuro es incierto. ¿Por qué? Porqué si voy al futuro, a verlo, en el pasado de ese futuro habré desaparecido sin más, sin dejar rastro, y no será el futuro real que me afecta. Ya que no estaré. Por eso no tiene relevancia alguno verlo. Es más, es completamente inútil.
Por ello necesito saber. Para calcular lo que podrá suceder.
Clavé mi mirada en las últimas palabras del folio que sujetaba.
-“Sin nombre”… -leí en voz baja.
-Ajá –confirmó Frank-. No tienen nombre, no hay identificación posible entre ellos. Ni siquiera los que te han perseguido tienen identificación. Sólo saben que hay una recompensa por tu cabeza o que es su deber detenerte y esas cosas. A malas, como el que tenemos detrás, les ponen cierta cosita especial que luego veremos.
Guardé silencio, ambos sabíamos que entre nosotros sólo debía haber las palabras justas, las del tema en cuestión. Nada más.
Nos considerábamos amigos, sí. Pero más bien éramos compañeros. Y punto.
Guardé los papeles y miré a través de la luna del coche. Un enorme edificio se alzaba ante nosotros, aunque dudé que se tratase de allí, ya que solía buscar sitios más reservados.
-Oh, conozco esa sonrisa, Jack. Pues no, no es lo que debes estar pensado. Esta vez será mejor un sitio bien grande. ¿Qué mejor lugar para esconderse que donde nadie mirará?
Así que ese parecía ser su plan actual. Curioso.
Cogió un mando que tenía cerca del cambio de marchas y puso las luces mientras se abrían las puertas del garaje.
No había ni un coche más ahí abajo pero él siguió bajando las plantas.
Al final se detuvo en la última, frente a lo que parecía un cuarto de mantenimiento. Ahí me indicó de bajar mientras él acababa de mirar unas cosas del vehículo.
Al salir fui atrás, donde el maletero, y lo abrí. El hombre seguía ahí, con un moratón en la frente y los ojos cerrados. Pero sabía que estaba despierto, el golpe no había sido tan fuerte como para dejarlo inconsciente durante todo el trayecto. Por lo que le di unas pequeñas bofetadas hasta que empezó a quejarse y abrió los ojos para mirarme.
Para variar, tenía razón.
Frank se dirigió a la puerta de enfrente mientras me decía que lo trajera. Por lo que cogí al tipo por la chaqueta y lo arrastré hacia allí.
Una vez dentro vi como la habitación, más que un cuarto de mantenimiento, parecía una sala de interrogatorios con su única mesa central con cuatro sillas y una pequeña lámpara colgando del techo. En una esquina había un pequeño armario metálico.
Senté al tipo en una de las sillas y mi confidente le agachó la cabeza hasta golpearla contra la mesa. Luego levantó el pelo de su nuca y empezó a mirar por su cuello hasta que me indicó que viniera.
-¿Lo ves? –preguntó, señalando un pequeño dispositivo en su cuello.
-¿Qué es?
-Es lo que les diferencia a los que te persiguen por voluntad –alza la cabeza y me mira fijamente a los ojos-. Estos están controlados directamente. Como marionetas. La única diferencia es que son los que querían formar parte de esta iniciativa, proyecto o como quieras llamarlo y, con cierta excusa de entrar… parece que les incorporan esta cosa para que sean sus peones.
-Y, aparte de eso –aparto su mirada, volviendo al cuello del tipo-, ¿sabes algo más sobre estos chismes?
-La verdad es que no –me emula-. Los he visto antes en algunos, sí. Pero como has visto en las notas sólo eran especulaciones y pocas conclusiones. Ahora que tenemos a uno, podemos mirarlo directamente ambos.
-Y qué pasa si…
Me acerco al dispositivo y lo toco levemente con la parte de la uña del dedo, golpeándolo suavemente. Un pequeño destello salió de este y unas imágenes se proyectaron delante de mí. Bueno, más bien en mis ojos, dentro de mi cabeza.

Tic tac, tic tac.

Era una voz infantil, como de un niño.

Hacía el reloj.

No entendía a que se refería, pero sonaba más cercano.

Tic tac,

Vi una pequeña forma a lo lejos.

Tic tac…

Me dirigí hacia la silueta.

Cuando…

Y no acabó la frase, pues nada más poner la mano en su hombro, desapareció.


Bueno, espero que os haya gustado y si nada lo impide volveré a reprender la serie.
Por lo que esto es todo hasta mañana. Ya sabéis que podéis comentar, valorar, opinar y demás sin ningún problema.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

jueves, 6 de junio de 2013

Muñequito

¡Buenas noches queridos lectores! Creo que al final haré lo de ir subiendo relatos cada X tiempo sin avisar ni nada, que viene a ser casi lo que hago últimamente (eso sí, siempre habría mínimo algo nuevo para cada semana). Pero bueno, esta vez se trata del relato "siniestro" que prometí dedicar al seguidor nº 90 pero que, a pesar de que dijera que por el tema está bien, a dicho seguidor no le gustó demasiado, por lo que creo que es mejor obviar quién es (a no ser que me indique lo contrario, en ese caso editaré la entrada para nombrarlo).
Pues lo dicho, aquí os dejo con éste relato y espero que lo disfrutéis. Aunque aviso que, antes de leerlo, quizá no sea mucho de vuestro agrado. Así que ya he avisado.


¿Me estás leyendo? Oh, cielo santo. Alguien me está leyendo. A mí. A un mero narrador de unas palabras que quizá vas a querer olvidar. No, no vas a quererlo, lo desearás. Así que antes de que empieces a leer este texto, que haré tan breve como me sea permitido, piénsalo dos veces. No por mí, sino por ti.
Porque lo que hoy será desvelado, mañana podría ser clausurado…


Era noche cerrada. Estaba en mi casa, observando por la ventana. Había tanta vida ahí afuera, abajo, a unos metros de mi posición. Tanta vida, inconsciente de lo que ocurría realmente. Tanta vida, prisionera de su ética y moral.
No, ahí no había vida. Ahí sólo había muñecos.
Y los muñecos están hechos para jugar, ¿no?

Me giré y observé su rostro. Un rostro cansado que expresó una mueca de terror al ver que volvía a tener mi atención.
Estaba medio desnudo, atado en una silla de madera y amordazado.
Me acerqué a él, sonriente, y acaricié su magullada barbilla mal afeitada, pues tenía diversos cortes de navajazos en un intento fallido de recortar esa horrible barba.
Miré a sus ojos, temerosos y llenos de pánico. Suplicantes.
Yo negué con la cabeza, sonriente, y le cogí del escroto con fuerza.
-Hoy toca el plato fuerte –dije.
Él lo captó a la primera y probó a rogar, inútilmente.
Yo cogí las tenazas que había a su lado, en una mesita, y las bajé hacia allí. Cogí la envoltura con ellas y empecé a tirar mientras escuchaba sus lamentos y ahogados gritos. Deleitándome con ello hasta que la arranqué, observando como empezaba a desangrarse.

“Ojalá”, pensé mirando por la ventana. “Ojalá”. Y me giré, observando la silla de madera manchada y vacía al lado de la mesita con una caja de herramientas.
“Ojalá llegue ese día, el día donde los que vivimos podamos jugar con los muñecos.”


Bueno, ¿qué os ha parecido? Sé que es corto, pero creo que lo suficiente intenso además de dejar claro cierto mensaje. Aún así, ya sabéis que podéis opinar, comentar, valorar, compartir, etcétera aquí abajo.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

martes, 4 de junio de 2013

La llanura

¡Buenas tardes queridos lectores! Siento no haber podido subir nada estos días, pues fui a la BLC de Madrid que se celebraba junto a la Feria del Libro (no iba a perdérmela teniendo la oportunidad de ir), así que como ayer llegué a casa y hoy ya dispongo del ordenador, empezaré con las subidas habituales de relatos.
Aunque, lo principal, será subir los relatos dedicados atrasados (que de momento son dos, pero tengo que ponerme con más) y luego actualizar la serie de Un bar cualquiera (que también he tenido que dejarla un poco de lado por los últimos acontecimientos) y finalmente volver a la subida de relatos nuevos.
Pero bueno, mejor ponerse ya a ello y, hoy, subiré uno de los primeros relatos dedicados.
En este caso es para el seguidor nº 80, @Cinereus_, quien eligió tres palabras para basarse en el relato: unicornios, cementerio y psicotrópicos. Además, como reto personal (que ella misma puede garantizar) debía terminarlo en una semana. Pues bien, lo logré (a pesar de no poder subirla por todo lo del viaje y demás), se lo pasé y ella revisó que le gustara (como siempre hago con los relatos dedicados, pasárselo a esa persona y que me dé su aprobación antes de subirlo al blog) así que, una vez hecho esto, nada más estar en un pc iba a subirlo. Y aquí estoy.
Espero que disfrutéis de la lectura.


Se levantó del blando y enfangado suelo y miró a su alrededor.
Todo estaba oscurecido por las nubes del cielo y a duras penas podía divisar alguna figura más allá de la silueta de algún que otro árbol o arbusto en mitad de ese solitario descampado.
Abrió su palma y se percató de que había estado aferrando un pequeño frasco con un líquido, pero no recordaba de donde procedía. Aún así lo destapó y, sin dudarlo ni un instante, se bebió todo su contenido de un trago.
Al inició sintió un ligero mareo y cierta fatiga, pero no duró demasiado, pues una luz que se empezó a abrir paso entre las nubes la distrajo, pudiendo contemplar como se empezaba a iluminar el campo en el que se encontraba.
No vaciló ni un momento y empezó a correr por la fresca y verdosa hierba, aunque se detuvo a los pocos metros recorridos pues, en un arroyo, descubrió no una, sino tres fantásticas criaturas que jamás pensaría ver con sus propios ojos. Se trataban de unicornios, dos blancos y uno de negro.
Ella, tras pensarlo un poco, decidió acercarse y ellos la recibieron sin ningún tipo de molestia. Pero en cuanto intentó acariciar al de oscuro pelaje, éste se apartó mientras percibía, dentro de su cabeza, como ese ser le decía que por su bien no se le acercara.
La muchacha se tomó el mensaje como un reto en lugar de una amenaza y, tras jugar y cabalgar sobre los dos unicornios blanquecinos, se lanzó encima del negruzco. Intentando domarlo.
Pero no pudo. Y fue arrojada al suelo.
“Te lo advertí”, escuchó directamente en su mente y, acto seguido, recibió una coz del unicornio.

Inmediatamente abrió los ojos y vio la realidad.
Se encontraba en el fangoso suelo, en mitad de un cementerio mientras padecía una serie de convulsiones.
A su lado había una botella de cristal rota y, mientras empezaba a sufrir un paro cardiorespiratorio, recordó como unos muchachos le vendieron la ibogaína líquida diciéndole que le serviría para dejar sus adicciones, pero para ello debía tomar un trago en el lugar en el que se encontraba ahora, para así poder lograrlo. Aunque ella, para asegurarse, no bebió un trago, sino que decidió beberse todo el psicotrópico de golpe. Provocando su muerte tras las alucinaciones en ese camposanto.


Bueno, ¿qué os ha parecido? ¿El relato dedicado ha logrado "superar" el desafío impuesto según vuestro criterio? Ya sabéis que podéis comentarlo, compartirlo y demás aquí abajo y espero que disfrutéis con las lecturas que encontréis por aquí los recién venidos desde la BLC2013.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!