martes, 10 de diciembre de 2013

No, no la había.

¡Buenas tardes, queridos lectores! Hoy os trago otro relato con una banda sonora incluida (pues hacía tiempo que no ponía ninguna entrada así) a pesar de que quizá se termine de leer el relato antes de que acabe la música. Aun así, espero que disfrutéis de la lectura.


“Miraste sus rostros, observaste sus ojos y viste la desgracia que sus miradas transmitían. Entonces, ¿por qué lo hiciste?”, se repetía una y otra vez las palabras que le dijeron en su día. Cada noche, cada día, en cada momento, despierto o dormido. Siempre, siempre se repetían esas palabras. Persiguiéndole hasta los confines más recónditos de su cabeza. Por mucho que intentara esconderlas. Y siempre contestaba de la misma manera, intentando justificarse alegando “no había alternativa”.

Él no quería hacerlo. Él no quiso tener que llegar a ese punto. Pero a veces no somos dueños de nuestros actos, sino simples marionetas del azar y del destino que nos utilizan a su gusto, como meros juguetes, para que cumplamos ciertos objetivos que nos son desconocidos.
¿Por qué lo hizo? Él también se lo preguntaba. Una y otra vez. Era por ello que la cuestión nunca abandonaba su mente. Pues la consciencia le torturaba, haciéndole padecer una muerte en vida que ni él mismo hubiera imaginado. ¿No era entonces eso suficiente castigo por sus actos? ¿No lo estaba pagando ya? ¿Por qué tenían que atormentarle más?

Y lo que en un día fueron miradas de orgullo, ahora lo eran de desprecio. Lo que en un día fueron halagos, ahora eran insultos y silencios. Lo que en un día fue, ahora se había convertido en unas cenizas que nadie querría ser.

Pues siempre hay una alternativa, le llegaron a decir. “Claro, siempre hay una alternativa a todo para quienes no se ven involucrados”, quería contestar. Pero su voz había pasado a formar parte del olvido. Y todo lo que dijera pasaría a ser erróneo.
Entonces, ¿cómo hablar sin palabras? ¿Cómo decir nada sin voz ni voto? Simplemente le era imposible.
Por lo que tenía que callar, guardando silencio mientras en su cabeza le atormentaba la misma pregunta y otra vez: ¿por qué lo hizo? ¿De verdad no había alternativa?
Y él se contestaba sin dudar: no, no la había.




¿Y bien? ¿Qué os ha parecido? Espero que os haya gustado y ya sabéis que podéis comentar, compartir, opinar y valorar aquí abajo, incluso proponer alguna cosa sin ningún tipo de problema.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

1 comentario:

  1. Me ha encantado Christian, te superas :)
    Y la música de fondo +100000000000000000
    Me encanta leer lo que escribes, sobre todo si es de amor, creo que eres un gran escritor :)

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