domingo, 3 de febrero de 2013

Sin palabras

¡Buenos días queridos lectores! Sé que esta semana no he subido ningún relato, pues quería subir algo que hiciera tiempo que no subía y el jueves soñé algo que creo que es merecedor de ser anotado, pero claro, como casi todos los escritos, deben ser revisados una y otra vez y aún más los sueños, para intentar que no sean confusos para el lector (y es por ello que está en revisión). Así que lo tendréis para la semana que viene.
Bien, también sé que hoy tocaría un capítulo de la serie Un bar cualquiera, pero me acaba de venir un poquito la inspiración y también hacía tiempo que no colgaba un relato así, por lo que he decidido ponerlo a cuenta del relato semanal. Además he pensado que, si dedico los capítulos de la serie dos semanas en lugar de una, quizá sean más extensos y mejores que dedicándoles solo una (mirad sino el cambio que hubo entre el último que colgué y los demás, y no solo en extensión). Así que seguramente haga que la serie sea cada dos semanas (a no ser que me venga la "santa inspiración").
Pero no es cuestión de que me "enrolle" demasiado, así que os dejo con este relato titulado "Sin palabras" y espero que os guste. Además de que creo que hacía mucho que no publicaba por el blog algo de este estilo.


 Sus labios rozaron levemente los suyos, con los ojos cerrados. Lentamente, según éstos iban separándose, sus párpados se abrían, para que las dos miradas se pudieran encontrar, expresando todo lo que sentían sin palabra alguna. Otra vez volvieron a besarse suavemente, pero sin cerrar los ojos, mirándose fijamente.
Sus manos acariciaron su espalda, las de él acariciaron sus mejillas, suaves y finas como la porcelana. Sin separar las miradas. Y juntaron sus frentes, mientras él bajaba sus manos por el cuello y brazos, para luego ir bajando su cabeza poco a poco, con besos lentos y suaves.
Besó su labio inferior, su cuello, su escote. Acarició sus brazos y sus manos, bajando y subiendo las yemas de sus dedos.
Con mucha lentitud se separó un poco de ella, despegando sus cuerpos que previamente habían estado unidos uno encima del otro. Y, con movimientos todavía más delicados, desabrochó el fino hilo que había entre ambos pechos, dejándolos libres, para que él pudiera seguir bajando, besándolos. Pero se detuvo un momento, tanto con los labios como con sus manos, para escuchar los suspiros de ella. Suaves y tímidos.
Siguió con su recorrido, besando y acariciando su vientre hasta llegar a sus muslos, los cuales masajeó mientras rozaba con sus labios cerca de su interior. Los suspiros se incrementaron, tratándose de jadeos, aún más tímidos. Aunque, cuando llegó allí y besó, ella no pudo retener un pequeño gemido, haciendo que rápidamente se mordiera el labio inferior por haberlo soltado y, él, sonriera tiernamente al haberla escuchado. Pero no abrió los ojos, ni alzó la cabeza, siguió con su labor, bajando esta vez la suave y fina tela que cubría la intimidad de su amada para volver a besarla mientras, ésta, le apretaba con fuerza sus hombros.
No tardó demasiado en subir, esta vez sin tanta lentitud y no solamente con sus carantoñas, pues una mano se había quedado abajo y su lengua ahora recorría su piel. Vientre arriba. Hasta alcanzar sus senos, donde esta vez, su húmeda lengua los recorrió poco a poco, incluyendo sus pezones. Sin embargo no se detuvo allí y, según iba subiendo, ella iba acariciando su espalda a pesar de temblarle el pulso.
Sus miradas se volvieron a encontrar. La de él tierna, la de ella jadeante y llena de cariño, pero no tardaron en perderse, al ser cerradas en un beso donde, él, aprovechó para que, lentamente, se unieran en uno solo.
Ella abrió los ojos, sin despegar sus labios, pues por un momento fue doloroso, pero por otro también placentero y no sólo por la sensación física, sino por quien era la otra persona.
Sin querer sus uñas arañaron su piel, mientras él le susurraba al oído las palabras que muchas otras veces le había dicho. De todo corazón.
Ella cerraba los ojos, atrapándole el hombro en su delicada boca, a pesar de los mordiscos que le proporcionaba para aguantar sus gimoteos más profundos. Pero él no tenía tanta vergüenza y, de tanto en tanto, sus jadeos invadían los oídos de ella.
Hasta que, con esos lentos y harmoniosos movimientos, ella inclinó la cabeza hacia atrás y dejó que un jadeo saliera de su boca, junto al suyo, para expresar el clímax al que había llegado. Al que habían llegado.
Sus labios rozaron levemente los suyos, con los ojos cerrados. Lentamente, según los labios iban separándose, sus pupilas se abrían, para que las dos miradas se pudieran encontrar, expresando todo lo que habían sentido sin decir palabra alguna.


Bueno, ¿qué os ha parecido? Espero que os haya gustado leerlo tanto como a mi escribirlo, pues francamente hacía mucho que no me salían relatos así de "tiernos", por decirlo de alguna manera (vosotros mismos lo podéis comprobar). Pero creo que no hace falta deciros que podéis opinar lo que creáis conveniente más abajo, además de comentar qué os ha parecido o simplemente el hecho de ampliar el plazo con los capítulos de la serie.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

1 comentario:

  1. ¡Es absolutamente PRECIOSO! En serio, me has dejado sin palabras.
    Sigue escribiendo así :)

    ResponderEliminar