lunes, 17 de diciembre de 2012

Tiempo

¡Buenos días estimados lectores! Hoy os traigo un relato que presenté por los concursos entre usuarios de Bubok, solo que un pelín cambiado y creo que corregido. Aunque antes os he de informar que para el lunes o el martes seguramente tenga una pequeña sorpresa para vosotros y espero que os guste.
Pero bueno, avisando previamente, hay que estar atento a la lectura para poder seguir el hilo sin perderse (cosa que ha sucedido con algunas personas), pues no es un texto sencillo. Pues el tema principal es la manipulación del tema y, por ello, no es fácil de leer. Pero si lo lográis comprender entero y haceros el esquema y la imagen del orden y la línea cronológica del relato, me sentiré orgulloso. Además de que vosotros podréis disfrutar mucho más de la lectura. Y, como en algunos relatos utilizo la cursiva pero todos los publico en cursiva, lo que haré será poner negrita donde iría la cursiva, porqué muchas veces dicha palabra en cursiva suele ser importante.
Aunque no me iré más por las ramas y os dejaré ya el relato. Espero que os guste y recordad prestar atención.

   Sabía perfectamente que vendría a por mí desde el primer momento en que lo hice. Derrotar a sus versiones pasadas no me aseguraba la victoria. Solamente me daba más tiempo.
   ¿Te preguntas quién soy yo? Raro que a estas alturas no lo sepas. Vendrás de un futuro después de mi muerte o, quién sabe, quizá de un pasado en el que aún no he existido. Pero te responderé, curioso inquilino. Yo soy el amo y señor de lo que ahora estás viendo, has visto y verás. Incluso de lo que nunca llegarás a ver. Pues, querido inquilino, yo soy el Hegemón de todo lo que concierne a este Universo.
   Siéntate, no tengas miedo. No muerdo… demasiado. Te contaré como logré llegar hasta esta posición. Te contaré como, yo solo, logré engañar a esos bobos guardianes y les arrebaté el control. Te lo contaré, sin ningún compromiso por ello. ¡Eh! No, no te inquietes. No te mataré por saberlo, me gusta que se conozca mi historia. Al menos… antes de que desaparezca.

   Desde que nací supe perfectamente que tenía una función especial dentro de este mundo que habitábamos, pues ahora es inhabitable debido a la contaminación prologada a lo largo de los años. ¿Cómo lo supe? Mi mente privilegiada estaba atrapada en el cuerpo de un infante. Pero tenía paciencia, mucha, y el tiempo estaba a mi favor.
   Cuando pude manipular bien los objetos con mis pequeñas manos, simplemente me encargué de que mis padres no fueran un estorbo para mis propósitos. No, no los liquidé. ¿Qué clase de loco eliminaría a sus progenitores? Solamente los neutralicé.
   Manipulando el reloj central de la relojería que tenía mi padre, logré detener el tiempo completamente en todo el globo. Pero dicha tarea fue difícil, así que no lo logré hasta que mi cuerpo físico adquirió los diez años. Aunque una vez hecho fue coser y cantar.
  Mi mente privilegiada, que recordaba mis vidas, todas sus experiencias, todos sus conocimientos, me proporcionó la información para llamarlos y, mientras no venían, no los esperé sin más. Fui construyendo mis propias máquinas, a pesar que el material de este planeta fuera pobre y no diera para mucho en ese momento me fue de mucha utilidad.
    El planeta ya llevaba parado en el tiempo cinco años. Yo había crecido, mi tiempo físico no se había detenido, pero el resto del mundo seguía igual de joven que el primer día. Para que, pasado un año más, por fin viniesen. Por lo visto se habían hecho de rogar.
  Cuando se presentaron les dejé las pistas suficientes para que me encontraran; habían carteles de mi rostro por todas partes, por lo que solo debían seguir el orden cronológico de su colocación para dar con mi posición. Se supone que es una tarea de niños para ellos y no me defraudaron. Pero esperaba que fueran más perspicaces…
  No tardaron en llegar al almacén donde estaba metido, sentado en un sillón de cuero, esperándoles. Cosa de la que me enteré a través del chivatazo de un viejo conocido.
   Al llegar se encontraron todo a oscuras, pero avanzaron sin miedo. Estúpidos. Para cuando se encontraban en el centro del almacén encendí la luz. Eso los cegó y probaron a detener el tiempo, pero allí ya estaba detenido. Yo lo había detenido. Por eso en ese tiempo solamente mandaba yo.
   Esbocé una sonrisa. Ellos se sorprendieron de que su plan no funcionara. Luego me vieron y, sus caras, se convirtieron en una mueca de puro terror.
   Pulsé el botón, reactivando el tiempo y, las máquinas que les rodeaban y que previamente había programado para disparar a un objetivo, hicieron su sencilla labor. Masacraron a esos dos ingenuos. Aún así detuve el tiempo antes de que les hicieran papilla y caminé hacía sus dos futuros fiambres.
   Les arranqué de sus gélidas manos los relojes que poseían y les miré directamente a los ojos. Que desgracia el hecho de ser un Guardián del Tiempo. Te pueden congelar físicamente pero para tu alma seguirán corriendo los años, viendo lo que tus ojos te permitan ver. Y, los suyos, vieron como un niño de dieciséis años sacaba una pistola, les apuntaba, y les reventaba la cabeza en pedazos. Sin ni siquiera mancharse, debido a que la sangre estaba tan congelada en el tiempo como ellos.
   ¿Algo duro quizás? No. Eso fue solamente el inicio.
   Ya disponía de sus aparatos para, no solo controlar el tiempo, sino también viajar a través de él. Además contaba con una ventaja, conocía a mi enemigo y, él, no me conocía a mí. Todavía.
   ¿Qué hice después, preguntas? Veo que te ha entrado curiosidad. Proseguiré.
   Fue sencillo, fui viajando por los distintos tiempos, dejando la Tierra congelada, eliminando los Guardianes del Tiempo en sus tiempos pasados. Antes de ser seleccionados como tales. En algunos casos, antes siquiera de ser planificados para ser procreados. Sí. Maté a infantes, a padres y madres. Sí, también a mujeres embarazadas. Y a familias enteras.
   ¿Qué? ¿Si me arrepiento? No seas bobo, inquilino. Todo sea por la hegemonía del Universo. Bajo mi mandato.
  Llegué, en una ocasión, incluso a provocar un genocidio. Destruyendo el planeta natal de esos guardianes. Pero a esos no podía matarlos en el pasado, sino mi plan nunca hubiera funcionado en el presente. Eso lo hice en el futuro, claro está.
  Pero nunca llegaría a saber en qué tiempos y espacios estaba infiltrado un Guardián del Tiempo. Por eso mi yo del futuro se encargó precisamente de buscarlos y me mandó una lista a mi yo del pasado para que ahora, en la actualidad, ya estuvieran todos liquidados.
  Sé perfectamente que el tiempo tiene sus reglas. Sus normas. Y que no deben ser quebrantadas inquilino. ¿Pero acaso tú has seguido siempre todas las leyes al pie de la letra? Además, contando que era por una buena causa: Hegemonizar el Universo. No me mires así, ambos sabemos que tengo razón. Pero déjame continuar.
   Sí, llegó el momento en que no quedaba ningún guardián con vida. Todos estaban muertos y mis manos futuras, pasadas, presentes manchadas de sangre temporal. Pero no me importaba, ahora ya podía aprovechar la hegemonía lograda bajo mi único mandato y poder temporal. Yo era, y sigo siendo, el dueño del Tiempo. Y nadie más ha conseguido arrebatármelo. Ni siquiera esas escuadrillas idiotas.
   ¿Cuáles, preguntas? Te responderé con gusto.
   El Tiempo no es tonto del todo, así que al ver que se le había manipulado al antojo de alguien, creó el Don. Sí, el Don. Una capacidad que aparecía en unas pocas personas que les permitían viajar al pasado, pero sin poder regresar al futuro. Cosa que les hacía correr un gran riesgo, pues debían vigilar todos sus actos. Se hacían llamar los Restauradores del Tiempo. Y a mí me llamaban el “Aniquila Tiempos”. Y bueno, tuvieron parte de razón… Aniquilé su tiempo.
   Sólo tuve que capturar a uno, que lo hice con mis propias manos al venirme a la mente un recuerdo de mi yo pasado donde uno de ellos lo intentaba matar y, mis progenitores, lograban salvarme. Querían aprovechar que aún era un infante, pero no podían matarlos a ellos, podrían cambiar y alterar el Tiempo, convirtiéndose en "seres como yo". Cosa que se suponía que odiaban y tenían prohibido.
   Pues bien, una vez el recuerdo afloró en mi cabeza, viajé a ese tiempo y lo capturé. Luego conseguí que cantara y, los recuerdos que tuve al ver como lo decía todo, hicieron que desapareciera al rato. ¿Cómo? Sencillo. Mi yo futuro recibió los datos y, sencillamente, se encargó de que nunca nacieran. Si, cree otra paradoja en el Tiempo. ¿Pero qué más daría? Era el señor y amo de éste. Estaba incluso por encima de él.
   Pero supe que algún día acabarían mis días cuando recibí la nota de mi yo futuro. Una nota sencilla y clara. El Fin del Tiempo.
   Por lo visto, mi enemigo, al que utilicé para obtener la hegemonía del Universo y mi cargo como su Hegemón, decidió sacrificarse para derrotarme. Acabando, no solo con él y conmigo, sino con todo. Y, debido a esto, no sólo se convirtió en mí al querer eliminarme en el futuro con una medida tan drástica que incluso yo hubiera tomado, si hubiera sido necesario, eliminando en el pasado a los Guardianes del Tiempo. Sólo que él resultó ser más estúpido. En lugar de programar su fin en el pasado, para que esto nunca hubiera pasado, lo hizo en el futuro.
   ¿Cuándo es, preguntas? Dentro de dos horas, inquilino. Aunque desde el inicio que supe mi cometido en este lugar, tomé el riesgo de que, al quebrantar las leyes del Tiempo, éste, tarde o temprano, lograría el método para reparar su error. Aunque fuera radicalmente.
¿Y por qué no me preocupa? Es fácil, porqué aunque el Tiempo se acabe, habré ganado. Te habré ganado. Pues ahora es mi Tiempo y no el tuyo, inquilino.

Bueno, ¿habéis podido seguir bien el hilo y comprender el relato al 100%? Espero y deseo que si, al igual de que os haya gustado. Añado para deciros que pretendía colgar la entrada esta mañana, pero me tuve que ir a hacer un trabajo y lo dejé en un borrador, por eso os lo cuelgo ahora. Aún así disculpad la tardía hora. Os añado aquí, al final, una pequeña canción que me encantó nada más escucharla como la canta Malukah (si, si, acabo de hacer un poquitín de publicidad, pero canta de una manera..). Pero bueno, me despido ya.



   ¡Un saludo y hasta la próxima!

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