lunes, 8 de octubre de 2012

El utensilio

¡Buenas noches, estimados lectores! Siento haberme demorado con la subida de la entrada del lunes, pues un servidor también anda ocupado últimamente y más con la maquetación de la primera parte de su novela entre manos. Pues si, quería mantenerlo un poqutín en secreto pero es que las noticias así no puedo evitar contarlas tarde o temprano y, conociéndome, suele ser temprano, que se le hará.
Pero bueno, eso es otro tema que ya tocaré más adelante, no voy a adelantar más de lo ya dicho, sino si que chafaría el pastel, hay que entenderlo, así que vayamos con el relato de hoy.
Pues bien, esta vez se trata de un microrrelato, el cual iría relacionado con el de "Todo tiene un principio", pues escribí este antes que lo publicado esa vez y luego hacía un salto (por llamarlo de alguna manera) hacía el relato que ya publiqué. Entonces, como iría relacionado, el título de esta entrada no es demasiado relevante, pues este microrrelato entraría en el título del relato mencionado anteriormente.
Aunque seguramente lo que menos queréis ahora será explicaciones del tema y todo ese rollo (que si lo queréis, ningún problema, me podéis preguntar por cualquier método de contactar conmigo que he dejado en Contacto o en un comentario mismo), así que ya os pongo con el relato de hoy.


   La silueta se inclinó levemente sobre la mesa de herramientas y tanteó por esta en mitad de la oscuridad, buscando la cuerdecita de la lamparilla. Una vez encontrada tiró de ella y la bombilla se encendió, iluminando levemente el lugar de trabajo.
   Destornilladores, diversas llaves inglesas, una pequeña sierra, algunos tornillos con sus respectivas tuercas, tijeras... Todo se encontraba encima de la mesa y poseía diferentes colores metálicos; algunas herramientas se encontraban algo deterioradas por el mal uso, haciendo que se oxidaran un poco y adquirieran un color anaranjado, y otras de bien cuidadas, como esos alicates nuevos, comprados hace poco, brillaban tanto por su parte metálica como su agarre que, en este caso, eran de un color rojo vivo. Los cogió y examinó. Luego los dejó de nuevo en su sitio, justamente en el lugar exacto donde habían estado antes.
   Miró la pistola de clavos, también una nueva adquisición. La agarró con firmeza y a la vez suavidad, la cargó y apuntó a la parte delantera de la mesa de herramientas, donde colgaban más herramientas, como si fuera un arma de fuego. Tras eso apagó la lucecita y se la llevó.
   Cruzó el portal y entró en la sala conjunta. Allí había otra persona, sentada. Solo que esta llevaba un saco marrón que tapaba su rostro, el cual se encontraba manchado con algún líquido rojizo, medio seco, que parecía pejagoso.
   Él suspiró, dio un paso y sonrió mientras ponía en marcha la máquina que llevaba en su mano derecha.
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Sé que es algo corto, pues se trata de un microrrelato, pero ¿qué os ha parecido? Espero que os haya gustado~
Ya saben que pueden votarlo, comentarlo o compartirlo vía Twitter y Facebook (que siempre es bien recibida cualquiera de las tres opciones) y, como dije, el relato que seguiría esto seria el de Todo tiene un principio, eso sí, después de la línea marcada.
Y esto es todo por hoy, nos vemos el próximo sábado.

   ¡Un saludo y hasta pronto!

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